Dando las dos horas del día 3 de agosto, llegaba el comandante Alfonso Solís, con su compañero el sargento Luis López, en un auto del servicio secreto de la ciudad, deteniéndose frente al No. 130 de la Avenida Horacio, en una zona muy exclusiva, había recibido un mensaje celular de su amigo Enrico Berlucci, escritor italiano de visita en México para promocionar su último libro, “Crimen en la Bolsa de Valores”. La hora en que se envió dicho mensaje fue a la una y veintinueve minutos, muy corto tiempo después de su llegada.
Llamó a la puerta de Torre Zeus abordando el ascensor directo al “Pent-House” que había rentado el escritor, sin recibir respuesta, vuelve a llamar con energía, se identifica y tampoco recibe respuesta, de inmediato llaman al conserje para que les permita el acceso; entrando súbitamente con sus armas de cargo listas, debidamente portadas, el conserje permanece fuera del departamento. El comandante con cautela llama al escritor, tampoco hay respuesta. Al entrar a la sala, a primera vista se veía la puerta que da a la terraza estaba abierta. Ambos policías se acercan a la citada puerta con cautela, por flancos diferentes y sus armas en posición.
La escena mostraba una estancia con muebles modernistas de muy buena clase y una jardinera totalmente sembrada de mantos azules con blanco semejando una diadema de color del firmamento, excepto en la esquina izquierda que se veía como si algo le hubiese caído encima, justo en el sitio en donde el escritor tenía sembrado un retoño de “Ave del Paraíso” cuyas semillas habían sido traídas de las aguas del Delta del Río Nilo, dicha flor fue arrancada de la jardinera con todo y raíces. En la alfombra de color azul rey, de la estancia, aún húmeda, se notaban pequeñas marcas redondas, da la impresión que son de sangre.
Llegó la ambulancia y los detectives con la asignación del caso. Lo primero que vio el comandante Solís, fue un cuerpo boca abajo, con una herida de arma blanca de gran tamaño, porque le fracturó la columna vertebral a la altura de las vértebras cervicales, se deduce que el occiso estaba de espaldas al agresor, golpe certero y muy fuerte, asentado con odio, tal vez alimentado por largo tiempo, era increíble la trayectoria y el tamaño del arma que “no estaba” en la escena del crimen. Tomaron una serie de fotos de cada rincón de la escena, cada detalle del cadáver, empezando a realizar una investigación total de todo el contenido de la mesa de centro, levantaron con las debidas precauciones, las dos copas vacías que estaban ahí, con la botella de “Perignon” que estaba como a la mitad del contenido.
PREVIAMENTE
El reloj del aeropuerto de la Ciudad de México, marcaba las 00:30 horas del día 3 de agosto de 1968, aterrizó un avión de la línea British Airways, de la cual descendieron seis personas, cinco de ellas, vestidos con traje negro, camisa blanca y lentes obscuros, corbata del mismo color de los trajes, se identificaron con una carta que tenía el sello real de la policía de Scotland Yard, y el otro pasajero presentó su pasaporte con sello de diplomático y el permiso de llevar custodios para protección personal, su nombre era profesor Enrico Berlucci, director de “Shumsky Financial Group”, quien había sido amenazado de muerte varias veces por la mafia siciliana, especialmente la familia Rossy. Esto aconteció después de la muerte de Rómulo Rossy.
Una nueva oleada de jóvenes egresados de la Universidad Italiana, festeja en los jardines del recinto universitario, con gran algarabía, celebran la terminación de sus estudios. El señor Rossy, padre de Aldo y Marian Rossy, estaba llamando la atención a su hijo Aldo porque había alcanzado calificaciones muy bajas, que no llenaban sus personales expectativas que él tenía para el joven. Don Rómulo le comenta en vos grave:
– Investigué con tus profesores quien de tus compañeros es el mejor, el señor decano de la universidad me indicó quien salió con menciones honoríficas y maestría en finanzas, es el joven Enrico Berlucci. ¿Quién es? ¡Llévame con él! ¡Ahora!
Aldo cabizbajo, hizo una seña con la cabeza para que su padre lo siguiera; a breves pasos se encuentran con Enrico y el resto de la familia de éste.
– Papá, te presento a mi compañero Enrico Berlucci.
Al hacer la presentación el joven Aldo mostraba un rostro adusto notablemente sombrío, retirándose sin despedirse de nadie y a paso rápido, cerró con fuerza el puño izquierdo maltratando el pergamino de su título profesional arrugándolo.
Don Rómulo Rossy a Enrico Berlucci:
– Escucha joven Berlucci, ya tienes trabajo conmigo, piensa cuánto quieres ganar, en euros, y mañana a las ocho de la mañana te invito a desayunar en el “Nico´s de Palermo”, me molestan los impuntuales.
Sonaron las ocho campanadas en el reloj de la plaza de San Marcos:
– Buenos días Don Rómulo.
– Me gusta la gente puntual, siéntate.
– Mira muchacho, necesito un operador financiero que se encargue de mover todas las operaciones de nuestra familia. Te habrás dado cuenta que ya no trabaja para mí el anterior operador; pero ya era un viejo y se volvió muy deshonesto, antes de que preguntes te doy la respuesta, no le doy el encargo a mi hijo por él se va a América del Norte, a encargarse de la parte de la familia en esa región desde Canadá hasta el Río Bravo.
– Entremos de lleno a tu labor, te vas a encargar de mover los valores que tenemos en la bolsa. De acuerdo a tu desempeño, iremos avanzando hasta que me convenzas que eres el indicado. Posteriormente manejaras las transferencias globales. Después de este período vas a viajar a casi todo el mundo para que conozcas a todos los colaboradores y ellos te conozcan. Tendrás un plan que te daré; pero lo podrás modificar si me convencen tus planes. ¿Qué sueldo te voy a dar? Me extraña que no me preguntes, para empezar, te ofrezco U$15,000.00 cada mes, una casa, un auto, los gastos de la casa y del auto son por cuenta de la empresa.
– Evítame la pena de decirte que no acepto un no por respuesta.
– Desde luego acepto. El joven Enrico no necesitó llevar equipaje, encontró en la casa que le asignaron, ropa, trajes de varios tipos, casuales y de etiqueta, camisas, corbatas de seda carísimas, zapatos para toda ocasión, accesorios, todo esto en las habitaciones personales, como si hubiesen sido hechas a su medida.
El salón de trabajo era amplio, y tiene una ventana semicircular con cristales de piso a techo, perfectamente iluminado. La mesa de trabajo tiene la misma curvatura que la ventana, con una batería de diez computadoras en línea y sobre el monitor de cada una, está un reloj con el horario del país cuya bolsa de valores se esté consultando.
El joven Berlucci, nunca se hizo la pregunta: ¿Seré capaz? Solo dijo, ¡Puedo! Le proporcionaron suficiente información sobre sus futuras actividades, dándole para que elaborase su manual de operaciones e iniciara sus labores. Don Rómulo le fijó un plazo de noventa días para terminar dicho plan.
Aldo y Marian no quedaron conformes con la decisión de su padre, comentaron con Bruno y Silvio, guardaespaldas del Don, quedando de acuerdo en que con una generosa cantidad de euros les ayudarían en lo que quisieran. Bruno, experto en el manejo de armas automáticas y no se tienta el corazón si le dan a cumplir “un contrato”. De estatura regular afecto a los gimnasios, Silvio es un individuo down, medio habla, es alto muy fuerte y camina con cierta dificultad, debido a que usaba una pierna de madera tipo pirata; pero acompaña a Don Rómulo a todos lados, llama la atención lo ancho de su espalda y tiene unas manos enormes; afecto a la cocaína, igual que Bruno.
Los primeros noventa días, trascurrieron sin novedad alguna, lo insólito fue que los movimientos de los valores de la familia, tuvieron un incremento muy notorio, nunca había sucedido incremento de esa magnitud desde hacía más de veinticinco años. Exactamente al cumplir noventa días de estar el sistema a cargo del joven Enrico, se detectó una serie de errores y resultados alterados ocasionados por alguna clase de virus; pero Enrico y su equipo no lograron vacunar las computadoras.
Recurrió a uno de sus mentores, y sin decir de donde era el complejo, el máster, logró detener y dejar el sistema en completo orden; ofreció el profesor hacer el viaje al edificio del sistema del Don, localizar la entrada del virus y posiblemente el causante del trastorno.
Paolo Lombardi, máster en sistemas computacionales, fue presentado ante Don Rómulo Rossy por el joven universitario Enrico Berlucci. El Don aceptó la estancia de aquel extraño en sus dominios por la recomendación de éste último, comprometiéndose a localizar el virus y la puerta de acceso. Se instaló un cubículo especial bajo el diseño y equipo según instrucciones del máster Lombardi. Instaló un protocolo que abarcaría todas las máquinas con lo cual quedarían interconectadas a la máquina “Cerebro” recién instalada.
A una velocidad de vértigo los monitores van entrando en movimiento, no en el orden que tenían situadas en la mesa de trabajo, sino empezó la bolsa de Asia, de inmediato la correspondiente a España, luego Alemania, así una tras otra entraban en operación todas las bolsas de valores. El máster Lombardi no dejaba de vigilar una a una y de vez en cuando efectuaba algún movimiento digital cuando detentaba alguna llamada en cualquier monitor. En un período de cuatro horas y quince minutos, no apareció ninguna llamada sobre irregularidades; pero en ese momento, se detuvo la máquina que corresponde a la bolsa de España y marcaba una irregularidad en el sistema.
De inmediato Lombardi transfiere al cerebro el sistema del problema y se da a la tarea de cazar al intruso. Aproximadamente seis horas fue el tiempo que utilizó en localizar el punto de entrada al sistema de los Rossy. El rastreo del virus al final dio por resultado un anagrama “k1m3k1c2”, fue introducido por una laptop con sistema inalámbrico, se pudo localizar datos y procedencia de la máquina, todo el resultado se transfirió al departamento de investigación de la Universidad Italiana, se pidió el resultado para obrar en consecuencia.
El informe de la UI fue muy breve:
Origen: laptop de marca japonesa Panasonic.
Intruso: modificado. “k1m3k1c2”
Comprador: Aldo Rossy.
Vendedor: Niko Ltd. (desconocido)
Factura: Z00123 (apócrifa)
Precio: E$2,000.00
Licencia: No se extendió
Importe diferencia.
Monto de la cifra: E$150’000,000.00
Cuando Aldo y Marian Rossy regresaron de Marruecos, a pesar del odio que le profesaban a Enrico, le obsequiaron una colección de dagas que habían pertenecido a Hassan II, guerrero persa. Eran seis dagas de diferentes estilos y épocas; una espada corta en cuya cima del mango tenía un gran diamante, que fue de Hassan I, las demás dagas habían sido obtenidas de los cadáveres de las “Guerras de las Cruzadas”, colección que ha pasado de mano en mano. Las siete piezas estaban montadas en un panel de seda con fondo de bordados chinos. Como centro la espada corta y tres dagas de cada lado con las puntas hacia el centro.
El informe del forense nos da el resultado de la autopsia en palabras llanas lo siguiente: “Herida de arma blanca, hoja plana de doble filo y 5.5 centímetros de ancho, terminada en una punta aguda, largo aproximado de treinta y cinco centímetros, considerando el sitio de entrada a la altura de las vértebras cervicales, rompiendo la clavícula derecha, en forma oblicua penetrando en el pulmón izquierdo, partiendo el corazón justo por la base de la arteria aorta, provocando una hemorragia interna rápida y abundante causando muere instantánea.
El resultado del análisis de sangre se determina que simultáneo sufrió un paro cardiaco, previo a la herida provocada por ingesta de extracto de belladona y arsénico mezclado con bebidas alcohólicas. Anexaron vasos y restos de licor de la botella. El golpe tuvo que ser brutal, asestado por un individuo de características superiores a un hombre de estatura regular, la fuerza del golpe tuvo que alimentarse por un odio recalcitrante.
Se presentó el doctor Fausto Quintero y su equipo, en la escena del crimen, con todo su personal para buscar evidencias. Dos en la terraza, dos más en recámaras y los tres restantes en la cochera del edificio y el auto que el escritor había rentado. Los subalternos del doctor Quintero, al entrar a la terraza, ven de inmediato hacia la izquierda de la jardinera en la cual, aparentemente, fue sacada de la tierra una planta con todo y raíz. En el piso del lugar estaba parte de la tierra que sacaron con la planta, cerca también estaba una uña postiza color champan, un color muy exclusivo; sobre la mesa de la terraza, en un cenicero de cristal cortado, había ceniza y una fracción de un cigarrillo egipcio, impregnada la boquilla de color semejante al de la uña encontrada antes.
En la sala, donde encontraron el cadáver del escritor, estaba siendo minuciosamente revisado personalmente por Quintero. Un tenue sonido proveniente de un teléfono fijo le llamó la atención, con la mirada localizó el aparato y de inmediato pidió a su centro de operaciones que se investigara con que otra línea está conectada y con quien se comunicaba el mencionado escritor; mientras tanto el doctor Quintero levantaba las huellas digitales y otras evidencias que encontraba.
En ese momento se queda mirando hacia el marco de las dagas y se da cuenta que falta la espada corta. De inmediato ordena que saquen una nueva serie de fotografías y huellas digitales del marco, de toda la pared y del piso desde abajo del marco hasta el sitio donde estaba el occiso. Pensó el inspector que esa tenía que ser el arma homicida; pero ¿Dónde está?
En la cubierta del escritorio estaba el anuario de la Universidad Italiana, correspondiente a la generación del escritor Berlucci, abierto en las páginas del centro en las que estaban las fotografías de todos los graduados. Luciendo al centro la de Enrico Berlucci, en el tercer y cuarto círculos estaban las fotos de Aldo y Marian Rossy, los hijos de Don Rómulo, patrón del escritor ahora asesinado. En el laboratorio descubrieron una mica del tamaño de una cuartilla con dos fotografías, una con los dos hermanos Aldo y Marian, vestidos con ropa de etiqueta, la otra foto, fue tomada en la Fuente de Trevi, sentados ambos mirando hacia el grupo de esculturas que lucen en dicha fuente.
Habla el capitán Pastrana:
– Señores, ¿En concreto qué tenemos?
Varias voces:
– En el anuario de la generación, existen dos fotografías de personas muy relacionadas con el hoy occiso, Aldo y Marian Rossy, hijos de Don Rómulo, quien fuera jefe del escritor.
– Ahí mismo existen, por separado, dos fotos de 210 x 280 milímetros en una de ellas están los dos hermanos con sus birretes de graduados, dedicada amistosamente al joven Enrico, en la otra aparecen los hermanos mencionados, sentados en la orilla de la Fuente de Trevi, y a menos de diez metros aparecen dos individuos que siempre acompañan a los jóvenes, son sus guarda espaldas, uno de ellos porta una pantorrilla de madera redonda, sujeta al muslo con algo que parecen tiras de piel.
– Solís, síguelos e interrógalos.
– Capitán, regresaron a Marruecos.
– Síguelos. (Se escuchó la orden en toda la estación).
– Sargento López sígame.
– Quintero ¿Qué tiene usted?
– Don Rómulo, no cree usted que fue un error darle a Enrico ese cargo tan importante, sin conocerlo realmente ¿Quién es?
Agregaba Marian:
– ¿Si resultara un elemento de otra familia? Puede ser que solo le interese destruir a la familia, o ¿Si lo manejaran otras familias?
– ¿Por qué a él, y no a nosotros, tenemos los mismos estudios?
– Bambinos, bambinos, ¿Por qué no reconocen que fue muy superior a ustedes?, yo necesito gente inteligente y leal. No bebés que solo quieren cuidar la herencia. ¿Cuál fue el promedio de ustedes y cuanto el de Enrico?
– No hay comparación ¿Verdad?
La antipatía que durante su estancia en la universidad había crecido en contra de Enrico, a partir de ese día fue creciendo a pasos de gigante, nunca pudieron ocultar ese odio tan grande, lo expresaban en todo momento.
Enrico Berlucci bajo esa presión, siguió desarrollando su impecable trabajo, dando resultados muy superiores a los reportados por el operador anterior.
De acuerdo Don Rómulo y Berlucci, se ordenaron auditorias en algunas de las bolsas de valores revisadas, era un promedio de un millón de euros mensuales, una gran fortuna. Se inició una demanda judicial contra Pietro Fellini, antiguo administrador.
– Capitán Quintero; en la visita que se realizó en el departamento de los hermanos Rossy, encontramos una pequeña maceta con tierra recién removida, en la que trasplantaron un tipo de planta recientemente, ya se envió al laboratorio y ver si es la misma de la planta hurtada en el departamento del occiso. También se enviaron dos boquillas de cigarrillos egipcios con manchas de lápiz labial color almendra; se nota que quien estaba ahí, salió precipitadamente, porque dejó en el suelo el anillo para caballero de la Universidad Italiana y en la cara interna del mismo, con algunos datos gravados, Berlucci I-VIII-MM, en el descanso de la puerta, en el lado izquierdo un paquete de E$25,000.00, dentro de una cubierta de boletos de avión, de la línea Alitalia, sin boleto alguno. La moldura de la alfombra, a la orilla de la salida se nota que algo se atoró porque está desprendida; a unos centímetros unos rayones con puntas, al parecer clavos de un zapato femenino, me parece que la dama rompió el tacón de su zapato al tropezar por salir rápidamente; a 30 centímetros, hay una mancha de sangre, indicándonos una caída, se tomó muestra enviándose al laboratorio para los análisis del caso.
– Capitán, tenemos vigilados a Bruno y Silvio, solicitamos la orden de aprensión y cooperación de la policía de Marruecos, esperamos órdenes inmediatas, se mueven muy rápido.
Antes de una hora, Solís recibe una comunicación con la comandancia de Marruecos en los siguientes términos:
– Interpol Marruecos, reportándose Águila Viajera México, comandante Rachid Alí, orden de aprensión en mis manos, pasen instrucciones.
– Águila Viajera, Solís al habla, necesito gente y armas para detención, sujetos peligrosos, se ignora si están armados. Refuerzos a Plaza Palomas, junto bodega.
Se desplegaron ambos grupos, portando armas de alto poder y sin miramientos irrumpieron en el recinto mencionado con alarde de poder y sin un solo tiro detuvieron a Silvio y Bruno, más que delincuentes parecían niños de párvulos. Bruno el que tenía una prótesis de madera, llorando confesó al comandante Solís, haber sido quien matara al escritor. De inmediato se ordenó la deportación de ambos delincuentes a la Ciudad de México, a una prisión de alta seguridad.
Aldo y Marian Rossy, hijos del difunto Don Rómulo Rossy, jefe supremo de la familia Rossy, quien controlaba todo el centro-sur de la bota itálica, habiendo heredado los negocios a Marian y Aldo, sospechosos de ser los autores intelectuales del crimen del profesor y financiero Enrico Berlucci, hasta este momento se desconocía su paradero.
Una semana después, nos informaron en la oficina federal de Investigación que los hermanos Rossy, habían sido capturados, en Madrid, quedando bajo custodia de la policía local, incluyendo sus pertenencias. Veinticuatro horas después, el comandante Solís estaba en el recinto de la oficialía española con instrucciones de obtener la extradición y realizar el interrogatorio previo a los detenidos, así mismo realizar una revisión de sus pertenencias en busca de evidencias.
En las pertenencias de Aldo Rossy, se encontró una cartera de piel conteniendo, varias tarjetas de crédito a nombre de Enrico Berlucci respaldadas por las bancos de Italia, Alemania, París y México; mil euros, en billetes en varias denominaciones, manchados de sangre, presentaba un corte en diagonal posiblemente de arma blanca.
En una maleta, con identificación de Marian Rossy, de un metro de alto, con ruedas, se encontró, además de ropa íntima de mujer y productos sanitarios y de belleza, estaba asegurada en el forro de la maleta, una daga de 38 centímetros de largo y cinco de ancho, envuelta en un lienzo de terciopelo negro, con manchas de sangre, se apreciaba que había sido limpiada en algún momento después de usarse, diez mil dólares en efectivo; otra maleta con vestidos y zapatos varios, se levantó y envió con los testigos y fotografías, directamente al doctor Fausto Quintero, laboratorio en México.
Se hizo un silencio sepulcral cuando en la estación de policía al escucharse una orden por el alta voz:
– “Todo el equipo en el caso Berlucci, favor de presentarse en la oficina del capitán Pastrana, de inmediato”. Se escucharon voces y movimientos de gente que se movía apresuradamente.
– Señores, (dijo el capitán Pastrana) tenemos a los cuatro sujetos implicados en el asesinato del profesor Berlucci, pero no tenemos el caso armado para hacer la presentación y llevarlo a juicio. Ya tengo encima al secretario de seguridad Ferrer y Tovar y al jefe de gobierno Mario del Río, y quieren resultados.
– ¿Qué tenemos Solís?
– Silvio ya confesó y tenemos estas conclusiones.
– Correlacionados todos los datos y análisis de cada uno de los miembros del equipo la conclusión que el profesor Berlucci fue asesinado con arma blanca de 38 centímetros de largo por cinco de ancho, dos filos procedente de una colección del propio profesor Berlucci, y que ostentaba en su habitación, regalo recibido de Aldo Rossy, cuando se recibieron en la universidad, con una frase profética: “Cuídalas, suelen ser peligrosas”. Tomada de su estuche por el custodio de él, conocido con el nombre de Silvio; tipo con enfermedad de down, le falta la pierna derecha, se ignora el motivo de su amputación. Silvio recibió la orden de la señorita Marian, las palabras fueron: “mátalo o te matan a ti”; el contrato fue pagado por Aldo Rossy.
El motivo del odio fue desde tiempo en que los tres eran universitarios; Enrico, fue siempre sobresaliente, los hermanos Rossy, nunca alcanzaron alguna presea. Rómulo Rossy le ofreció trabajo, sobre de sus hijos, porque Enrico Berlucci tenía maestría en finanzas y varios diplomados, en Inglaterra y Alemania, idiomas que dominaba a la perfección, incluyendo inglés y español en América. Los dos hermanos fueron confinados por el padre Don Rómulo a España, lugar donde planearon el crimen. Silvio confesó como lo había hecho, siendo un individuo fuerte de facultades mentales disminuidas, dio el golpe con la fuerza de un bisonte, rompiendo la columna vertebral y alcanzó a partir el corazón.
El panel de dagas, sin incluir la daga asesina, pasó a custodia de la policía mexicana como evidencia del caso.
– ¿Tenemos indicios de los hermanos Rossy?
– Sí mi comandante, inteligencia los tiene localizados en Kioto, Japón, ya salió un equipo con la documentación necesaria para su aprensión y traslado a este país.
En el vuelo de regreso se presentó un incidente que concluyó con la muerte de Miriam Rossy; solicitó ir al tocador, como no había mujeres en el grupo, le permitieron ir sola, como se dilataba en salir, se le instó a que saliera de inmediato, al no recibir respuesta, se pidió a una edecán que abriera, encontrando a la señorita Rossy, inerte con una mueca muy desagradable. En la mano derecha portaba un anillo hueco, con la joya colocada como pequeña puertecilla y la pieza estaba vacía, muestra inequívoca de un suicidio.
Los hermanos Rossy, reclamados por la policía de Scotland Yard, por fraude y tráfico de drogas. Con una condena pendiente en México por autoría intelectual del crimen del profesor Enrico Berlucci, sería cadena perpetua, para los Rossy, teniendo el juicio y la sentencia de Aldo nos contactaremos con Scotland Yard, para su ejecución. Aldo Rossy ya estaba en prisión preventiva, acusado de asesinato en grado de autoría intelectual, fraude cibernético y tráfico de drogas; están detenidos los tres involucrados en el crimen, Silvio, cómplice; Bruno actor material y Aldo Rossy; el grupo se completaba con Marian Rossy, quien se quitó la vida en el vuelo de regreso a la comandancia de policía. Al mismo tiempo que se realizaban en el departamento de policía se hacía cargo de trámites, incluyendo las fichas y confesiones de los involucrados.
– ¿Eso es todo?
– No mi comandante, el forense entregó los resultados de sus análisis y observaciones de todas las pertenencias personales que mostraba la occisa y se destaca una carta en la cual amenaza de muerte al profesor Berlucci; el texto es siguiente: “Enrico eres un estúpido, pudiste hacerte dueño de toda la familia, al rechazarme firmaste tu sentencia de muerte. Me la vas a pagar con tu sangre”
– Tenemos todo para llevar el caso a juicio, solo falta el arma homicida, daga que sigue perdida.
– No mi comandante, de acuerdo a un pequeño dibujo enmicado, que traía la señorita Rossy en su bolso de mano, tiene una serie de datos y señales con alusión a un espadín, se presume que sea el punto donde se localiza la citada pieza la Interpol de Italia, ya tiene la orden de dicha búsqueda, estamos en contacto las veinticuatro horas siguiéndoles la pista.
Llegó la fecha del juicio contra el grupo que habían cometido el crimen contra el profesor Berlucci; esa mañana se notaba en el juzgado mucho movimiento, entraban y salían auxiliares y abogados que seguían casi en fila al fiscal, se le conocía como un hombre duro, incorruptible. Todos los medios de comunicación habían hecho una profusión inusitada, se decía que el encargado de la defensa es Arnold Schneider, defensor de narcos a nivel mundial, famoso por no haber perdido un solo caso, corruptor hasta de gobernadores.
En la sala del juzgado se oía un sordo murmullo debido a los comentarios de los asistentes, en un momento se escuchó la voz imperativa del asistente del fiscal: Silencio en la Sala el señor juez inicia el “Juicio de La Ciudad de México contra Aldo Rossy, Marian Rossy, Silvio N. y Bruno N, acusados de tráfico de drogas, lavado de dinero y asesinato del profesor Enrico Berlucci”. En ese instante entra como era su estilo y costumbre el abogado Schneider con un potente:
– ¡Objeción! Presento una moción de cancelación del juicio, no hay arma homicida y las declaraciones fueron manipuladas por la policía mexicana a su discreción.
– Señor juez, exclama el fiscal, ¡Objeción!
– Sin acceder a ella señor juez, le comunico que no procede, “si hay arma homicida” y solicito se registre como evidencia.
– ¡Protesto señor juez!, no se me había informado de esa evidencia. ¿Puedo verla?
– Señores abogados acérquense un momento.
En el interior de la oficina del juez, se hicieron las revisiones y certificaciones con documentos del archivo y el perito joyero que devolvió la daga. Una vez analizada la daga por el abogado Schneider, pasó a formar parte de las pruebas, el alemán palidecía, se perfilaba su primera derrota.
– Señor Aldo Rossy, ante la vista del jurado hemos visto el arma homicida, quiere narrarnos los hechos o prefiere acortar el juicio y esperar la sentencia ya que la evidencia es contundente y todas la confesiones y pruebas nos llevan a la verdad; usted y su hermana planearon el crimen, por venganza, ambición, no podían aceptar que el profesor Berlucci fuera mucho más capacitado que ustedes, no contentos con llevar a cabo la venganza, sino tenían que arrastrar a dos pobres ignorantes y que ellos hicieran el trabajo sucio, motivo por el cual a usted y Bruno purgaran cadena perpetua inconmutable y Silvio por haber sido cómplice serán solo 50 años a perpetua.
El total de todas sus cuentas bancarias desde las de Rómulo Rossy, hasta la del profesor Berlucci pasarán a poder de los colegios de la beneficencia pública, y por su procedencia, cuentas de banco e inmuebles que quedan liberados del estigma de “Dinero lavado”.
– Señor juez, interrumpe Aldo…
– Cállate imbécil, grita Schneider.
– Señor juez, insiste Aldo, ya no prosiga, yo pague por cometer el crimen.
Esta declaración dio contundencia a la sentencia; el señor magistrado en tono solemne dijo:
– En vista de las circunstancias y pruebas en contra de los acusados Aldo R. y Bruno N, doy por ratificada la sentencia y declaro… “CASO CERRADO”.
Jorge Enrique Rodríguez.
20 de noviembre de 2010.