Los huracanes han sido devastadores en todo el mundo y en el Atlántico se registraron 21, en el  Golfo de México fueron tres, “Miami Braun”, “Cuba Braun” y “Tampico Braun”, éste fue el que más daño causó en la costa de Tamaulipas. Se desbordó el Río Pánuco, causando graves daños en las riberas del rio, en el lado norte y el centro turístico de Tampico; de la Ribera Sur desapareció gran parte de Pueblo Viejo, los sembradíos de caña, el rastro municipal desapareció totalmente, cientos de desaparecidos, la comunicación entre el norte de Veracruz y el sur de Tamaulipas quedó interrumpida, el Rancho “Los Mangos”, principal exportador de fruta a Estados Unidos y Europa fue arrasado.

En la Revista “Vidas Interesantes”, especializada en la investigación de comunidades o las acciones que beneficiaron a sus comunas, envían a un periodista a realizar una minuciosa investigación.

Un joven escritor Jorge E. Rodríguez, preparaba su tesis profesional, lo envían a entrevistar a los sobrevivientes de los Huracanes Brownsville, en particular el Tampico Braun.

El día 8 de mayo de 2019 a las 14:00 horas llega el vuelo 477 de INTERJET procedente de la Ciudad de México, desciende el joven licenciado Rodríguez, bajando por la escalerilla, faltando cuatro escalones escucha un grito de mujer, siente un golpe en la espalda y caen tres personas al piso de la pista, a la joven se le rompió el tacón de su zapato izquierdo, no hubo nada que lamentar, la joven se retiró cojeando y levantó su laptop limpiándola.

El joven aspirante a licenciado siente el deseo de tomar algún alimento y se dirige al restaurante del aeropuerto, viendo que estaban ocupadas todas las mesas, excepto una en la que se encuentra un anciano de unos 85 años, se acerca y cortésmente le dice:

– Respetable caballero, ¿Me permite acompañarlo a degustar sus alimentos? (El comensal le responde señalando con la mano izquierda que tome asiento).

– ¡Humm! La jaiba esta deliciosa, siéntate. (El joven toma asiento).

– Mi nombre es Jorge E. Rodríguez, escribo en la revista “Vidas Interesantes” mi meta es entrevistar a las personas que vivieron el huracán Tampico Braun.

– Mira que coincidencia, caíste en el lugar exacto, soy la última persona que sobrevivió del monstro; correspondo, mi nombre es Bruno Rodríguez Méndez, el único sobreviviente de la familia.

– ¡Qué suerte! Con su permiso.

– ¿Qué deseas? Mira el menú.

– La jaiba se ve deliciosa.

– No te vas a arrepentir Carmenchu, mira, Jorge es amigo de mi familia, sírvele una jaiba como si fuera para mí, que sea de las que acaba de traer Nicho el pescador. También dos de ya sabes qué.

– Claro Brunito, (Mirando a Jorge) ¡Qué chulos ojos! Guapo.

– No le hagas caso, es igual con todos.

En ese momento la chica del tacón roto le hace una seña de saludo y le envía un beso, (Jorge regresa el saludo).

Se acerca un mesero con una charola con dos bebidas verdes y un agitador con una jaibita en el extremo, el mesero porta un gafete con su nombre, Miko Tanaka.

– Disfruten caballeros. (Con voz melodiosa, alejándose con pasos cortos, y elegante contoneo).

– Salud Jorge, considérame tu amigo.

– Salud Don Bruno. (Levanta su bebida y prueba) Bruno, esto es carbón encendido. (Tose varias veces).

– Don Bruno, no se ría; no acostumbro este tipo de bebidas. (Cajum, cajum).

– Dispénsame, quítame el don me siento más viejo.

– De acuerdo; ésta bebida ¿Cómo se llama y de dónde viene?

– Le llaman “Lagartija” viene de Pueblo Viejo, del alambique de los Rodríguez Méndez.

– Qué bien, ¿Es de tu familia?

– Así es; de la revista que mencionas ¿Cuál es el nombre y cuál es su línea?

– El nombre es “Vidas Interesantes”; el contenido es sobre individuos o familias que por cualquier circunstancia sobresalen en su comunidad.

– ¿Cómo fue que te interesaste en esa carrera?

– Desde adolescente me gustó la lectura de “Los Clásicos”; así fue como me incliné por la literatura, autores de temas diversos. (La mirada de Don Bruno es casi como si quisiera penetrar el corazón de Jorge, aquel le dice):

– Nos vamos, te voy a conseguir una magnífica habitación.

Salen del restaurante, al cruzar la bocacalle encontrándose con el señor Rojo Palma, presidente municipal en tiempo del Tampico Braun:

– ¡Hola Bruno que gusto verte! (Con mueca burlona).

– Lástima, no puedo decir lo mismo.

– Habrás mal informado a tu amigo.

– Solo la verdad, nada más.

– ¿Quién es ese anciano?

– Nadie, mucha gente lo odia, después te cuento la historia, vámonos mijo al hotel y seguiremos platicando.

Abordan una camioneta Chevrolet Cautiva, que ostenta en las portezuelas HOTEL BÚHO BLANCO Teléfono 833 2160 6212 Tampico, Tamaulipas México.

En el trayecto del aeropuerto al hotel, Don Bruno va describiendo las características de los cambios de la arquitectura y los cambios de actividades después del fenómeno.

Al llegar al centro de Tampico, se estacionan frente a un majestuoso edificio de ocho pisos, ostenta un letrero desde el piso ocho hasta la entrada principal del Hotel Búho Blanco. En el trayecto a la oficina de Don Bruno, son interrumpidos por el contador Pepe:

– Don Bruno, me hace el favor de firmar este depósito.

– Desde luego amigo ¡Veo el depósito de los petroleros!

– Si señor, el evento es en seis meses, solo falta que envíen el orden de sus actividades.

– Ponte las pilas; avisa a la chef Sylvia que tengo un invitado, rapidito y con una sonrisa, córrele mijo.

– Enseguida Don Bruno.

Cruzan el lobby dirigiéndose a la oficina del director general, a la derecha está la oficina de contabilidad, la siguiente es el control de personal, vinos, licores y lo relativo a la compras en general; lo relativo a las cocinas está a la derecha de la dirección general. En la parte trasera del edificio existe un terreno de cuatro mil metros cuadrados, que alberga las casetas de vigilancia y locales de limpieza y sanitarios para todo el personal de operaciones; el resto del terreno es un estacionamiento amplísimo con vigilancia veinticuatro horas. Al lado izquierdo de la fachada está el edificio de juegos de mesa y mesas de billar, atrás de éste, se encuentra la piscina. Los nuevos amigos toman asiento y continúan su conversación:

– Bueno, bueno muchacho, suelta tu metralla.

– ¿Me permite grabar nuestra conversación?

– Claro, claro que sí.

– Me comenta que usted fue el único sobreviviente de su familia del monstro Tampico Braun como usted lo llama.

– Así es. (Responde Don Bruno con cierto dejo de tristeza).

– ¿Me podría narrar algunos de los acontecimientos que más impactaron a los residentes?

– Todos los habitantes de la costa desde Tamaulipas hasta Yucatán, estaban acostumbrados a las tormentas tropicales; pero ese año de 1933 el día 24 del mes de septiembre, se empezó a sentir una tormenta con vientos y velocidades como era costumbre cada temporada, un viento que aumentaba su velocidad minuto a minuto; la gente gritaba buscando a los niños que andaban fuera de casa, el viento tropical pasaba de huracán categoría uno a dos, rápidamente alcanzó la 3, la 4, la población corría desesperada, gritaba, corrían de un lado a otro sin saber qué rumbo tomar, inminente llegó a categoría cinco ante el horror, llanto y desesperación de la población, llegó el monstro. Las mujeres con bebés en brazos caían y tal vez con un cadáver en su regazo, gallinas volando, árboles desencajados del suelo, los techos de las casuchas y barracas destrozadas, techos de cartón, de lámina y esto que digo es absolutamente cierto, un techo de lámina volaba y partió en dos a un hombre, al frente calló el torso y de la cintura a los pies, dando unos ocho a diez pasos calló, desangrándose horriblemente.

– ¡Qué horrible! Don Bruno.

– Hubo más, muchacho, mucho más.

– ¿Qué pasó con el rancho Los Mangos?

– Fue terrible para la familia García Méndez, perdieron todo murió el señor Cesar García, no encontraron el cuerpo.

– Enorme tragedia (Menciona Jorge), fue terrible.

– Aquí empezó la historia del Rojo Palma.

– Escucho. (Asevera el periodista).

– A partir de ese momento, el Rojo Palma empezó a tejer su telaraña esa alimaña y habló con las tres mujeres Myriam, Sol y Esther.

– Escucha Myriam, ya está en trámite la entrega del valor de tus propiedades en cuenta bancaria, solo necesito me firmes estos documentos para poder terminar los trámites.

– No los firmes mamá sin revisarlos. (Exclama Esther).

– Niña por Dios ¿Cuál es la desconfianza? Es amigo de tu papá. (La reprende Myriam, Sol guarda silencio).

– Como esto es tardado, se van a Michoacán con tus parientes, cuando terminen todos los trámites, las regreso a Tampico.

– ¿Qué les parece? (Las tres mujeres se quedan pensativas). Myriam responde:

– Estoy de acuerdo.

– Mamá ojalá no te arrepientas.

Myriam y sus dos hijas preparaban su limitado equipaje, cuando llega el Rojo Palma, dirigiéndose a Esther:

– ¿Dónde está tu mamá güera?

– Me llamo Esther García.

– Perdón, señorita García Méndez ¿Me podría informar dónde se encuentra la señora García?

– Fue a la administración, le están cobrando la ocupación. Muchas gracias señor Rojo Palma. (En ese momento entra Myriam).

– Muchísimas gracias (Con cierto gesto de desagrado) usted sabe que no tenemos dinero, tuve que firmar un pagaré a la vista.

– ¡No, no, eso no debe ser! (Toma su celular y marca) escucha imbécil, le dije a tu jefe que la cuenta de la señora García era a cargo del municipio. ¡Trae el pagaré de inmediato!

– Señor Palma no maldiga, está usted frente a tres damas.

– Perdón Myriam me dejé llevar por la cólera, a lo que venía es a otra cosa.

Mientras la familia García termina de prepararse para dejar el hotel el Rojo Palma solícito les dice:

– Como te dije hace unos días, el asunto del pago va a tardar un tiempo, aquí tienes los boletos para un viaje directo Tampico-Michoacán, ahí las estarán esperando en la camioneta número 010 de Tur Zamora, con la orden de llevarlas a donde ustedes le indiquen.

– A nombre de mis hijas y mío le agradecemos su gentileza; pero quiero advertirle que es como préstamo.

– No te preocupes Myriam, así será. (Hace una mueca de maldad).

Se efectúa el vuelo en un mini jet de Aerolíneas Ejecutivas, el vuelo fue muy cómodo y rápido, al salir a la sala de llegada se encuentran con un joven muy guapo con un gafete con el nombre de Rodolfo Fermoso.

– Perdone ¿La familia García Méndez?

– Sí, a sus órdenes.

– Soy Rodolfo Fermoso, estoy a su disposición; me acompañan a la camioneta, suban por favor.

– Muchas gracias joven, estamos agradecidas.

– No hay nada que agradecer señora García; quisiera hacerle una observación, en la dirección que me dieron ya no vive la familia Rodríguez, las voy a llevar al nuevo domicilio ¿Le parece bien señora? (Por el espejo retrovisor Esther y Rodolfo cruzan la mirada).

– Esta bien joven Rodolfo; pero mantenga su mirada al frente, no vallamos a chocar.

– Si señora disculpe mi distracción.

El viaje se efectuaba en un silencio muy pesado, Rodolfo abrió la conversación:

– Señora García, ¿Conocían ustedes Zamora?

– Si joven, nací aquí.

– ¿Adónde las llevo señora García?

– Por favor avenida Membrillo y Los Pirules al rancho Rodríguez.

– Disculpe Señora, ahí ya no está el rancho de Don Ignacio, como le dije antes ¿Quiere que las lleve a su nuevo domicilio?

– Si Rodo, si nos haces el favor. (Interrumpe Esther).

– Muchacha respeta al joven, lo acabamos de conocer.

– No se preocupe señora, estoy para servirles. (Mirando a Esther por el retrovisor).

– Mire al frente señor, no vallamos a tener un accidente.

– Perdone Doña Myriam. (A Esthercita se le encienden las mejillas).

– Señora Myriam ahí donde está saliendo aquella camioneta es la casa de los Rodríguez, el taller esta un kilómetro adelante. ¿Las llevo a la casa?

– Si nos hace favor señor Fermoso, muchísimas gracias.

– No hay de que, si me necesitan en los boletos está el número de mi teléfono, el día y hora que necesiten.

– Muchas gracias nuevamente. (La señora García le contesta).

Salen un mozo y dos personas al encuentro de la familia García y con gran entusiasmo, María casi grita:

– ¡Myriam!

– ¡Qué alegría! ¡Delfina mira quienes llegaron, apúrate!

– ¡Muchachas que alegría!

– ¡Jacinto! (Grita María). ¡Avísale a Don Ignacio que llegó la familia García! Vete en camioneta: pero “Cuchilimacoy”.

– Si patroncita. (Responde Jacinto).

Las señoritas Rodríguez, Sol, Esther y su mamá se abrazan, besos en las mejillas, lágrimas, pañuelos limpiándose los ojos, etc.

-Tacho, lleva las maletas a la casita del jardín y le dices a Lupe que sirva el almuerzo para seis personas en el jardín, ya no tarda el señor Don Nacho.

Las cinco mujeres pasan a la salita de visitas y mientras charlan entra Don Ignacio y con gran alegría exclama:

– ¡Dios nos ha favorecido con tu presencia Myriam! ¡Bendito el cielo!

– ¡Estás loco papá! (Exclama María).

– ¡Papacito! ¿Qué te pasa? (Dice Delfina).

– Nada niñas, nada, solo me alegra la llegada de tan bella familia. (Sus dos hijas se miran una a otra).

– Bienvenida Myriam, Sol y Esthercita a su casa ¡Bienvenidas!

– Pasen todos vamos a almorzar.  

Se dirige el grupo al kiosco en el jardín en donde está el servicio para seis personas, coctel de frutas y jugo de naranja; toman asiento todas las visitas; Ignacio se acomide a ofrecer a Myriam una silla; caballerosamente acerca el respaldo para su comodidad, María frunce el ceño mostrando disgusto.

– Siéntanse en su casa. (Exclama Don Ignacio, sentándose a la derecha de Myriam).

– Nos da mucho gusto que hayas pensado en venir a tu tierra, (Dirigiéndose a Myriam).

– Muchachas sean bienvenidas. (Habla Delfina). ¿Sol cuándo llega tu bebé?

– Dentro de tres meses.

Al terminar el almuerzo, María le dice a su papá:

– Papacito, acompaña a Myriam, enséñale la casa mientras nosotras ayudamos a las muchachas a instalarse en la casita del jardín.

Don Ignacio, como hombre decente y maduro toma del brazo a Myriam y recorren el jardín, cruzan los gallineros de postura, la empacadora, al final la caballeriza, llegando al kiosco en donde almorzaron. Se acordaron de su adolescencia y de la juventud, antes del matrimonio de Myriam con el gachupin; Nacho le confesó ahora que aún está enamorado de ella, Myriam quedó perpleja, la dama solo bajó la vista. En ese momento suena el celular de Don Ignacio; era Sol y él le contesta:

– Si, enseguida vamos.

– Como pasa el tiempo. (Comenta la señora García).

– Esta plática debemos continuarla. (Insiste Don Nacho). 

De regreso iban recordando la fugaz amistad de su juventud, se detuvieron un momento y tomados de las manos tuvo el intento de abrazarla, Myriam lo detuvo.

– No Nacho, aún no.

– ¿Por qué Myriam?

– No sabemos si Cesar vive o no. (Siguieron su camino tomados del brazo y en silencio).

– Pasen, solo a ustedes los esperábamos.

– Es maravillosa la casa y sobre todo la cría de gallinas búlicas son muy bonitas, nunca las había visto.

– ¡Qué bueno! ¿No tenías aves de postura en Los Mangos?

– No, Cesar solo se dedicaba a la fruta de importación, pero todo eso se acabó.

– Qué barbaridad, ¿No sabes si les van a restituir algo?

– No lo sé, Cesar está desaparecido, el señor Palma se está encargando de todo.

– ¿El Rojo Palma?

– Sí, también los seguros, ¿Por qué?

– Tiene muy mala fama en Tamaulipas.

– Voy a localizar a Nico Méndez tu primo. (Dice Nacho a Myriam tomándole la mano derecha), te voy a poner en contacto con Nico, él te va a ayudar, tiene contactos en Tampico.

– Muchas gracias. (Dice Myriam, sin retirar su mano).

Las dos familias continuaron su conversación, principalmente sobre el huracán y los estragos en el rancho Los Mangos, la dificultad de asilo, la falta de alimentos y de la limpieza; sobre todo la sospecha contra el Rojo Palma. (Aquí interviene Nacho).

– Mientras ustedes platicaban, hable con Nico; le dio mucho gusto que estés con nosotros, viene en dos o tres días, está en Culiacán, él te va a ayudar. Bueno muchachas, me retiro, nos vemos a la hora de la cena).

– Que Dios te bendiga papito. (Delfina le hace la bendición).

Las cinco mujeres se retiran dirigiéndose al centro del jardín, adornado con una fuente con un angelito orinando, además de los diez surtidores alrededor del mismo. Myriam les platica que tiene estudios de corte y confección y alta costura.

– ¡Qué bueno! (Exclama María) ¿Te animas a diseñarnos dos vestidos para nosotras? Tenemos una boda en tres semanas, ¿Siii?

– Díganme que idea tienen denme material y con mucho gusto se los confecciono.  

Los diseños de la viuda fueron la sensación con las amistades de las señoritas Rodríguez, no faltó quien les preguntara quien era su diseñador. Lolis, la hija del presidente municipal, quien le dice a Delfina:

– Delfi, ¡Preséntame a tu diseñador a mi primerito! ¿Si manita?

– ¡Claro Chulis! Ve a mi casa el día que gustes.

Chulis fue la primer clienta de Myriam, así poco a poco se fue haciendo de clientela en Zamora.

Justo a los cien días de haber llegado a la casa de los Rodríguez nació el bebé de Sol; un niño precioso, con ojos color almendra, escaso pelo pero se veía güerito, un bebé precioso.

Tenía unos diez días de nacido el niñito, cuando se presentó el papá; nunca supo la familia cómo se enteró el papá del nacimiento del bebé. Después de una larga plática de Sol con José Luis, éste compró un restaurante en Tamazunchale, pidiéndole que se fuera a vivir con él; no se supo más de ellos.

Pasó un año y no se sabía nada de Sol y José Luis; la relación de Myriam y Nacho se hacía cada día más notoria, sorpresivamente María le pregunta a su papá:

– Papacito, ¿Qué hay entre tú y Myriam?

– Nada malo hija, ¿Por qué?

– Los veo todas las tardes que llegas del taller se van juntos al kiosco y regresan hasta la cena.

– ¡Qué hijitas tan curiosas! Mañana a la hora de la comida sabrán de qué se trata.   

No se tenía noticia de Sol y el bebé no se había bautizado esperando a los padres; debido a esto la familia Rodríguez, incluyendo a Myriam y a Esther, deciden que el niño se bautice con los apellidos de la mamá, Rodríguez Méndez y como el obispo que lo bautizaría el Padre Bruno y así fue, Bruno Rodríguez Méndez.

La fama de Myriam como diseñadora se extendía por todo Zamora, lo cual le producía una gran alegría; pero la falta de noticias sobre la desaparición de Don Cesar la tenía muy inquieta por la relación que tenía con Don Ignacio.

La anunciada reunión en el comedor del jardín no se iniciaba Nacho no llegaba y Myriam tampoco, Delfina exclama en voz alta:

– ¿Dónde andará este par de tórtolos? (En ese momento entra Don Nacho).

– ¿Qué piensa mi diablilla?

– ¡Papito me espantas!

– No pienses lo que no. ¿Dónde está Myriam?

– En la casita con el doctor Salas, el bebé tiene temperatura ¡Míralos! ahí vienen.

– Buenas tardes a todos, (Saluda el doctor Salas) Myriam, ten esta receta y si hay algún cambio avísame.

– Doctor Salas acompáñenos a comer.

– Gracias Nacho no puedo, tengo una cirugía urgente, muchas gracias.

– Muchas gracias doctor, así lo haré.

Todos sentados a la mesa, comentan sobre la salud del bebé y algunos comentarios familiares. Inesperadamente Delfina pregunta:

– Papacito, ¿Qué es lo que nosotras tenemos que saber? (Nacho y Myriam se miran de soslayo como pensando ¿Les decimos?).

– Bueno muchachas el asunto es que; Esther, con todo respeto te pido la mano de tu mamá para hacerla mi esposa.

– ¿Yo que puedo decir? (Se queda estática) Mamita, si lo ama de todo corazón la apoyo.

– ¡Hasta que te decidiste papacito! (Exclama Delfina).

Un júbilo inusitado se dejó sentir en toda la casa, se dejaron venir todos los trabajadores del rancho, fue una algarabía inusitada desde el fallecimiento de la esposa de Don Ignacio.

Al día siguiente llegó el licenciado Nicolás Méndez que fue recibido por su prima Myriam y Nacho, expresándose de la siguiente manera:

– ¡Primita querida! ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¿Qué te has hecho? Ya me enteró Nacho de tu problema. ¿Así que no tienes ningún documento?

– Mira Nico, la oficina de Cesar estaba dos metros abajo del piso de la sala, ahí hay una caja fuerte en la que se guardan los documentos importantes.

Myriam y el licenciado Méndez se dirigen a la oficina de Ignacio, Nicolás tomaba nota de todos los comentarios que le daba su prima, después de hablar más de dos horas Nico le dice:

– Mira prima, primero me vas a firmar una carta poder y como testigo a Nacho para así poder representarte. Al mismo tiempo ver lo de Cesar ¿Qué te parece?

– Me parece muy bien, voy a llamar a Nacho. (En ese momento entra el aludido).

– Aquí estoy mi amor.

En forma concreta el licenciado Méndez informa a Don Ignacio lo comentado con su prometida, Myriam asienta con un ligero movimiento de cabeza, Nacho le indica al licenciado:

– Me parece muy bien, no pares por gastos, vamos al banco y te abro una cuenta por la cantidad que me indiques.

– Muy bien, sirve que mañana mismo salgo para Tampico y empezaremos de inmediato.

– Bueno vámonos, (Dirigiéndose a Myriam), acompáñanos mi amor.

– Si Nacho, (Y dirigiéndose a Esther), dile a las muchachas que vamos al banco, por favor.

Al día siguiente el licenciado Méndez parte a la Ciudad de México y dos días después aborda un vuelo comercial rumbo a Tampico.

Interrumpiendo la narración Jorge pregunta, Don Bruno, entonces ¿Myriam y Nacho se casaron?

– ¡No comas ansias, muchacho preguntón! Dos meses después, el licenciado Méndez se puso en contacto con Don Ignacio y le comenta sus avances; el hallazgo de ropa presumiblemente de Cesar, ya que encontré en la bolsa de la chamarra, un pasaporte y otros documentos a nombre de Cesar García Iturralde, por lo cual me entregaron el certificado de defunción; respecto a lo del señor Palma, ganamos la retribución de las pérdidas de los valores y propiedades de Myriam, fue muy complicado pero positivo; al regresar les platicaré todos los detalles.

Con las copias que envió el licenciado Méndez, iniciaron los trámites de la boda, a nivel social de la pareja Rodríguez Méndez, matrimonio religioso, civil, banquete, etc. La ceremonia religiosa se llevó a efecto en la Catedral de Zamora, oficiando Monseñor Bruno Berlucci; el banquete se efectuó en los jardines del rancho Rodríguez, fue un acontecimiento sonado en todo el estado de Michoacán. No salieron de luna de miel debido a compromisos de ambos, él en el taller mecánico y ella en el taller de costuras; quien ya tenía tres costureras y muchos trabajos pendientes. Ambos negocios crecían de forma increíble y eran administrados por el licenciado Méndez.

Cuando las actividades salen tan bien, nunca falta algo que las desfigura; desgraciadamente pasó una caravana de migrantes y esto fue aprovechado por la banda Jalisco Nueva Generación y mezclados ambos grupos asaltan el taller mecánico, en las oficinas estaban las dos señoritas Rodríguez y lamentablemente las dos fueron lastimadas, Don Ignacio fue asesinado, los vándalos incendian el taller, los automóviles en servicio quedaron totalmente calcinados. La Boutique Myriam, también sufrió las mismas consecuencias dado lo cerca que estaba, el fuego lo alcanzó.

La enorme desgracia acaecida a la ahora familia Rodríguez Méndez y como el rancho fue invadido, toda la familia quedó en la miseria más espantosa, sin embargo Nicolás Méndez les tendió la mano, aconsejándoles que se ausentaran de Michoacán mientras que se calmaban los acontecimientos en la zona. Les consiguió un departamento en México con uno de sus clientes sin pago de renta, proporcionándoles dinero en efectivo para la instalación de un taller de costura y gastos personales.

Pasadas tres semanas el licenciado Méndez, que en calidad de su representante legal y albacea, había solicitado la lectura del testamento y recepción de la herencia en cuenta de banco a nombre de cada una de las beneficiarias, por partes iguales a María Rodríguez, Delfina Rodríguez y a Myriam Méndez viuda de Rodríguez, todas aceptaron de común acuerdo. 

Las hermanas Rodríguez deciden trasladarse a Guadalajara a la casa de su tía Inés hermana del difunto Don Ignacio.

Myriam decide quedarse en el departamento, habla con el dueño avisándole a Nico Méndez del asunto. Pasaron tres años, ya tiene establecido un pequeño taller de costura, la primera trabajadora que llega a colaborar es una señora costurera yucateca llamada Luisa, quien tenía una niña con el nombre de Marilú de la misma edad de Brunito.

– Fue una tragedia muy fuerte ¡Qué barbaridad! (Expresó el escritor).

– Sí, fue terrible.

– Ahora quisiera preguntar. ¿Cómo salió el nombre de Búho Blanco?

– El niño tenía un problema en la vista, lo llevó a un oftalmólogo, el resultado fue que tenía astigmatismo y era necesario el uso de lentes; no tenían armazón del tamaño para niños, tuvieron la necesidad de usar un armazón de la abuela, ya sabrás como se veía, los compañeritos le empezaron a decir búho y como el uniforme era totalmente blanco se le quedó “Búho Blanco” y ese apodo se le quedó en toda su escolaridad hasta la prepa.

– Después de todo no fue tan desagradable; bueno Bruno y que pasó con el taller de costura. (Preguntó el escritor)

– El taller a través de los años creció al igual que los niños; Brunito fue internado en un colegio militar “Hijos del Ejercito” y Marilú en un colegio católico de monjitas y sólo se veían los fines de semana, imagínate. (Puntualizó Don Bruno).

– ¡Que contraste! y ¿Qué pasó con los críos?

– Lo más normal, jugaban, platicaban cosas de niños, iban al catecismo o iban al jardín a jugar con los niños del barrio

– Que agradable en esos tiempos, sin ninguna malicia. (Menciona Jorge).

– Hasta cierto punto, los adultos nos encargamos de abrirles los ojos. (Comenta Don Bruno).

– No entiendo ¿Cómo?

– Mira, un fin de semana los niños jugaban en el corredor de la vivienda y Marilú le pregunta al niño:

– Brunito, ¿Es cierto que los niños y las niñas no somos iguales?

– Pos (El niño se sonroja). No sé, ¿Por qué me preguntas eso?

– Es que escuché a mi mami y a la tuya que nos deben cuidar por que las niñas tenemos una palomita entre las piernitas y ustedes tienen un pajarito, ¿Es cierto?

– Pos (El niño se sonroja) No sé ¿Tú sabes?

– Yo tampoco. (Con sonrisita inocente le pregunta). ¿Me lo enseñas?

– ¿SI nos ven?

– No, se fueron a comprar tortillas. (Entran a la cocina).

– ¿Me lo enseñas?

– Tú primero, ¿Sí?

– No tú. (Dice Brunito).

La niña se baja la pantaletita.

– ¡Híjole! (Dice el niño).

– A ver ahora tú Brunito.

El niño se abre el pantaloncito y enseña lo suyo.

-¡Ay! (Con cierto suspiro angelical), la niña se sube la pantaletita: pero no se da cuenta que su vestidito queda atorado al resorte del calzoncito, sale corriendo hacia el corredor, el niño solo dice en voz baja:

– ¡Boinas y ahora que! (Subiéndose el pantalón) sin dejar de ver que la niña se aleja.

Al día siguiente, el jovencito regresó a la escuela, no tuvieron ocasión de despedirse como era su costumbre. Pasadas dos semanas de no ver a Marilú, Brunito le pregunta a su mamá:

– ¿Mami, la señora Luisa ya no trabaja contigo?

– ¿Me preguntas por Luisa o por que no ves a la niña? Mira, Luisa va a estudiar alta costura, además se cambiaron de domicilio y a la niña la inscribió en un colegio de monjitas ¿Por qué me preguntas?

– La seño del catecismo me pregunta por qué no va Marilú conmigo.

– Dile a la seño que se cambiaron de domicilio.

El tiempo siguió su marcha y de Marilú ya no se tuvo noticia alguna, Brunito concursó por una beca para cursar la preparatoria, entró al Instituto Politécnico Nacional, en esta Institución pudo matricularse por el promedio alcanzado en la secundaria. Aprendió varios oficios, mecánica de banco, carpintería, electricidad; en este taller tuvo un accidente que casi le cuesta la vida, olvidó los trabajos manuales y se dedicó a los deportes como natación, llegando a ser la mascota en el equipo olímpico en la olimpiada de Helsinki, jugó frontón, tenis y carreras de cien metros, por la edad estatura y peso, llegando a ser un mocetón de anchas espaldas, cintura reducida.

Don Bruno limpió dos gruesas lágrimas, cerró los ojos dejándose caer sentado en silencio.

– ¡Todo un ejemplar de adolescente! ¿No es verdad Don Bruno?

– Sí es cierto, pero vanidoso en alto grado. (Hace una pausa y suspira muy hondo).

– Caracoles Don Bruno, ¡Qué recuerdos!

– Bueno muchacho (Dice Don Bruno), ya estuvo suave de algodón, vámonos, es muy tarde. (Suena su celular).

– ¡Excelente! Prepárame el portafolio con todo lo necesario, estaré a tiempo gracias.

– ¿Algo bueno Don Bruno? (Pregunta el escritor).

– Muy bueno, mañana a las nueve en la puerta uno, te espera una camioneta y te llevará a Pueblo Viejo para que conozcas a los Tinos, ellos saben mucho sobre el monstro, allá te alcanzo.

El día siguiente Jorge, a las nueve en punto abordaba la camioneta número uno, el conductor lo recibe con un saludo:

– Muy buenos días Don Jorge, bienvenido. (Le abre la portezuela).

– Muchas gracias Chinto.

– ¿Sabe usted Don Jorge que vamos a Pueblo Viejo?

– Sí, con los Tinos; quítame el Don, soy más joven que tú, ¿Si?

Salen rumbo al cruce del Río Pánuco, suben a la chalana, dejando atrás el sur de Tamaulipas, desembarcaron en el norte de Veracruz, se dirigen al sur y a 52 Km. Pasaron algunos caseríos y algunos pueblos más organizados, pasaron un rancho llamado “El Tiritito” propiedad de un narrador de futbol.

Llegando al centro del pueblo ven un letrero que parece haber sido hecho por un aprendiz de dibujante, anunciando la “Mezcalería Los Tinos”. En la puerta de la izquierda encuentran a un anciano vestido de blanco a la usanza del lugar leyendo un periódico, auxiliado por unos espejuelos muy antiguos. Al llegar la camioneta, el anciano se pone de pie y grita:

– ¡Tina! ¡Tina, llegó Chinto!

Sale la señora secándose las manos en un impecable delantal tan blanco como el resto de su vestimenta; al estar próxima, ¡No jorobes!

– No doñita, solo vine a traer a Don Jorge, Don Bruno viene a comer con ustedes y presentarles a Don Jorge. (Tina voltea y con ojos acusadores le pregunta).

– ¿Güerco, tú quién eres? (Con voz de generala se dirige a Jorge).

– Soy Jorge E. Rodríguez, escribo para la revista “Vidas Interesantes”.

– ¿Rodríguez? ¡Hijuelula! Entonces vienes a que te encajen en el testamento.

– No señora, nada de eso, (Lo interrumpen).

– No soy señora, soy Doña Tina, pos éste.

– Tina no seas pelada. (Chinto solo sonríe).

– Vine a platicar con ustedes por indicación de Don Bruno.

– Ah “Ta’güeno y cuál es el bisne” que te trajo por aquí.

– Don Bruno me comentó que ustedes me darían más datos sobre el huracán Tampico de 1933.

– Hay muchacho, no te imaginas; Chinto ve a ver si ya puso la marrana.

– Si ya sé, estorbo, ¡Me lleva!

– No le hagas caso, ¿Cómo dices que te llamas?

– Jorge E. Rodríguez, para servirles.

– Poco antes de que llegaras me hablo Bruno y me dijo el motivo de tu visita, ¿Empezamos?

– Voy a grabar nuestra conversación, ¿Le parece?

– ¿Qué te parece si me acompañas al pueblo? Voy a comprar moscabado para la producción del mezcal.

– Chinto ¿Nos das un empujón?

– Claro Don Tino, móntense.

– Mira güerco, (Dirigiéndose a Jorge). No hay mucho que agregar a lo que te contó Bruno, tardó mucho tiempo en dar ayuda el gobierno estatal, solo la iniciativa privada fue la que ayudó mucho a los damnificados y a la reconstrucción de la zona comercial, los hoteles fueron certificados, el gobierno federal ayudó a la reconstrucción de las colonias dañadas. (Suena el celular de Don Tino).

– Carajo Tino ¿Dónde andas?, (Se escucha la voz de Don Bruno).

– Estoy con Jorge venimos por moscabado y otras cosas que me encargó tu abuela.

– Me dice que no sabe dónde andabas. (Dijo Don Bruno).

– ¡Ta’loca!, ya estamos de regreso.

Llega la camioneta de Chinto, éste ayuda a bajar la mercancía y saluda a Don Bruno.

– ¿No tuvo problemas en la chalana?

– Si está pasando mucha gente parece que hay fandango en “El Tiritito”.

– Me regreso patrón, la señorita Sylvia me necesita.

– Ándele con cuidado.

– Si Patrón.

Tina preparó una parrillada de costillares de cabrito y unas papas rellenas, ¡Todo de rechupete! Acompañado el momento de caña brava tiernita. Durante el convivio Don Bruno pregunta a Jorge:

– Bueno güerco, dinos, ¿Quiénes son tus padres, dónde naciste?

– Mis madres son María y Delfina Rodríguez, hijas de Ignacio Rodríguez, casado con Myriam Méndez.

– ¿Queeé? (Interrumpe Tina) entonces, éste ¿Es tu sobrino? ¡Santa Petra la callosa!

– ¡Entonces eres mi hermano menor!

– Así es Brunito.

– ¡Hijuelula! Me va a tocar menos.

– ¡Tina! Por Dios ve a bañar a los cuchis. (Grita Tino).

Don Bruno recibe una llamada.

– ¡Magnífico! Supongo que tu pasaporte está vigente.

– Sí, desde luego.

– Bueno primo, me vas a acompañar a Miami el próximo domingo.

– Usted aguante. (Saca su celular marcando) Lucy, reserva dos boletos a Miami y reservaciones en el Hotel Sol del Golfo para el lunes próximo, primera hora, el pasaporte del licenciado Jorge te lo da a nuestro regreso, me avisas, por favor.

– ¿De qué se trata Don Bruno?

– Mira primo, es una sorpresa.

Después de una tarde muy agradable con Los Tinos, recopilando datos muy interesantes sobre el monstro, conversan en el camino de regreso:

– Muy bien primo Bruno, ¿De qué se trata el misterio?

– Vamos a comprar el Hotel Sol del Golfo.

– ¿Vamos? Es mucha gente ¿No? Ese Inmueble lo quieren tratar mis madres.

– Sé que solo hay dos interesados, nosotros y un licenciado de Guadalajara, Javier Barba Anaya.

– Es el abogado de mis jefas.

Don Bruno guarda un pesado silencio, expresando.

– Bueno, bueno, bueno; déjame pensar.

Don Bruno mientras conduce, algo le da vueltas en el cerebro de repente le pregunta a su primo:

– Me comentaste que tus mamás tienen un hotel en Guadalajara y que pretenden comprar el Sol del Golfo, ¿Verdad?

– Si, es verdad, aún está en proyecto.

– Correcto, una vez que regresemos, planteamos el asunto y después hablamos con mis tías, ¿Te parece?

Una vez en el Hotel Búho Blanco, los recién identificados parientes, charlan en el despacho de Don Bruno abre la conversación:

– Mira Jorge, ya está pagado el anticipo de parte de nosotros y vamos a liquidar el resto; firmaremos los contratos.

– Ha de ser mucho dinero.

– SÍ, y en dólares. (Interrumpe la plática para contestar su celular). No llegamos, cámbialo para mañana a primera hora.

– ¿Qué pasó? (Pregunta el escritor).

– No hay vuelos para hoy salimos mañana a las 05:00 horas llegaremos a tiempo, la cita es a las 13:00 horas.

– Bueno ¿Y?

– No corras sobrino; qué te parece si les proponemos a mis hermanas una sociedad del Hotel Sol de Guadalajara, Hotel Búho Blanco y el Hotel del Golfo; pero esperamos a tener el negocio en las manos.

Al llegar a la ribera del Río Pánuco, la chalana estaba en el lado norte, la espera fue como de media hora. Llegando a la oficina de Don Bruno, éste llama a la cocina y ordena:

– ¿Quién está de guardia? Hola guapo, por favor envía a mi despacho dos ensaladas del chef con aderezo de aguacate, gracias guapo.

– Por lo visto tú no haces distinción alguna.

– Claro que no, lo interesante es el correcto desempeño y respeto al lugar.

– Me agrada que pienses así. (En ese momento llega el servicio solicitado).

– Al grano primo, o sobrino, ¿Tú qué piensas?, (Jorge levanta los hombros en señal de duda y exclama).

– Ambas me agradan.

– Esta es la rutina para mañana, llegaremos a la oficina del licenciado Shumsky, después recorreremos el hotel para que lo conozcas y tendremos veinticuatro horas para revisar los estados financieros, ¿Qué te parece?

– Me parece perfecto.

– Muy bien, vámonos a descansar, mañana tendremos mucho trabajo.

A las cuatro horas del día siguiente salieron rumbo al aeropuerto, acompañados de Chinto en la camioneta número 01. El vuelo se efectúa placenteramente, en pleno vuelo los nuevos parientes hacen planes a futuro Don Bruno inicia la conversación:

– Mira Jorge, te voy a proponer un plan a ver qué te parece; tengo la idea de formar una sociedad.

– De acuerdo, escucho.

– En cuanto tengamos firmado el contrato, hablamos con tus mamás. (Bruno se queda pensando un momento). Escucha Jorge, si Delfina o María son tus jefas y son hijas de Ignacio; éste y Myriam son mis padres; tú y yo no somos primos, eres mi sobrino.

– Cierto, sigue con tu plan tío.

– Bien, sigamos; les propondremos a mis hermanas la fusión de su Hotel con el Búho y el del Golfo ¿Qué te parece?

– Me parece muy bien, a ver como lo toman porque son muy especiales, Delfina es la contadora.

El vuelo se realizó sin ningún contratiempo; al llegar solicitan un taxi dando la dirección del Hotel del Golfo; en el mostrador de recepción se anuncian:

– Mister Shumsky office please.

– Good morning mister Rodríguez, bienvenidos a su hotel.

Después del protocolo de presentación y en quince minutos de espera fueron recibidos por mister Shumsky, posterior al cortés saludo de inmediato al punto principal.

– Señor Rodríguez (El diálogo se efectúa en idioma español), la transacción se efectúa en dólares al tipo de cambio de la fecha de la operación.

– Eso dice el precontrato y estamos de acuerdo. Mister Aarón Shumsky le presento a mi socio el licenciado Jorge E. Rodríguez, mi sobrino.

– Mucho gusto mister Rodríguez.

– Mucho gusto en conocerlo señor Don Aarón.

– Señores time is money; conforme al contrato original totalmente requisitado y ésta carpeta contiene los estados financieros hasta el día de ayer; incluimos el contrato colectivo, si desean hacer algún cambio; el sindicato ya tiene conocimiento de la venta.

El licenciado Rodríguez, revisa toda la documentación presentada y comenta:

– Que te parece si lo firmas bajo protesta. (Dirigiéndose a Don Bruno). Tenemos cuarenta y ocho horas para firmarlo.

– ¿Alguna duda licenciado?

– No mister Aarón, necesitamos consultar al directivo.

Realizaron un recorrido minucioso a todas las instalaciones; solo a dos o tres habitaciones de cada piso, el pent house, la suite presidencial; bajaron al sótano en donde se encuentran todos los servicios. En ese momento suena el celular del señor Shumsky, quien responde:

– Si enseguida vamos, señores Rodríguez, pasamos al restaurante por favor.

– Muchas gracias señor Aarón. (Contesta Jorge).

El resto del día y el siguiente, se dedicaron a checar el contrato colectivo de los trabajadores, los estados financieros, los cuales los encontraron con una utilidad neta de sesenta por ciento, lo que les pareció algo irreal, por lo cual al despedirse les hicieron la siguiente solicitud:

– Don Aarón, le suplicamos nos envíe un concentrado de gastos de los últimos doce meses, aprovechamos para agradecerle su hospitalidad y nos volveremos a ver muy pronto.

– Mister Shumsky (Agrega Don Bruno), en cuanto lleguemos al Búho Blanco le haremos la transferencia; agradecemos su gentileza, Be happy.

Una vez en la oficina, Don Bruno llama al contador y le ordena:

– Mira, efectúa la transferencia que marqué ahí, al tipo de cambio de hoy.

– De inmediato a Don Bruno, lo haré en dólares.

Una vez instalados en su despacho, le recordó a su sobrino llamar a sus mamás; Jorge les marca por videoconferencia.

– ¿Cómo están mis querubines? ¡Hola Delfi!

– ¡Muchacho de porra, nos tenías con soponcios! ¿En dónde andas? (Pregunta Delfina).

– ¡Tesoro! ¿Estás bien?

– Calma mujeres, calma, que les tengo una sorpresa; miren quien está conmigo.

– ¡Brunito! (Al unísono se sorprenden las hermanas). ¿Qué ha sido de ti? ¡Tantos años sin saber de tu vida!

– ¡Hermanitas queridas! (Exclama Don Bruno). ¡Bendito sea Dios por volver a vernos!

– Bueno niñas ustedes me enseñaron que los negocios son primero y los abrazos al último, Bruno les tiene una propuesta, escúchenlo; te toca tío.

– Sé que tenían interés en adquirir el Hotel del Golfo; pero no concretaron nada; desde hace años empecé a mover el asunto y hace diez meses pagué el anticipo; ayer me acompañó Jorge y pagamos el resto, espero no existan resabios.

– No hermanito, de ninguna manera, nosotras lo habíamos dejado pendiente.

– ¡Qué bueno! Ahora les propongo lo siguiente.

– ¡María! (grita Delfina) ¡Vamos a hablar de negocios!

– ¡Voy corriendo!

– ¿Listas mi bouquet de orquídeas? Les parecería en consolidar el Hotel Sol de Guadalajara, el Hotel Búho Blanco y el Sol del Golfo, ¿Les cuadra la idea?

– ¿Qué piensas hermana? (Pregunta María).

– Sería cuestión de hablarlo con calma, vénganse unos días y lo platicamos con calma. Sirve que vemos a ese escuincle que nos tiene arrumbadas.

– No exageres mamita, ¿Qué dices tío?

– En dos semanas vamos; vas a tener un curso de capacitación en la “Semana de Hoteleros en Miami”. Hermanas, nos vemos en cuanto mi sobrino regrese.

– ¿Sobrino?

– De eso hablaremos también.

El licenciado Jorge E. Rodríguez a los dos días, partió a Miami hospedándose en el Hotel del Golfo en donde se efectuaría el curso aludido impartido por miembros del grupo “Michelin” lo mejor del mundo en gastronomía y administración de hoteles; a su regreso a Tampico, de inmediato se comunican con las hermanas Rodríguez, quedando de verse al día siguiente en el vuelo de las 09:30 horas.

Durante el vuelo, tío y sobrino ultimaban los detalles de la propuesta, pasaron al restaurante del aeropuerto a desayunar; al salir se dirigen al Hotel Sol de Guadalajara. Después de saludos, abrazos, besos y bienvenidas, bienhalladas, se dirigen a la oficina de la dirección general e inician sus pláticas.

– ¡Hijo de mi corazón! ¿Por qué no nos habías llamado ingrato? (Le reclama Delfina a Jorge). Nos tenías con pendiente.

– Enseguida Bruno les va a contar.

– Verán, después de la muerte de Doña Myriam.

– ¡Hijo de mi vida! (Lo interrumpe María) ¿Por qué no nos habías llamado? Nos tenías con pendiente.

– Mucho trabajo, mi tío les va contar.

– Brunito, ¿Qué ha sido de tu vida?

– Me case a los 31 años y Doña Myriam falleció 17 años después; a mi esposa la secuestraron, se pagó el rescate y los desgraciados la asesinaron.

– ¡Qué barbaridad! (Se angustiaron las hermanas).

– Nada de tristeza, eso fue hace muchos años.

– A lo que te truje Chencha, negocios, negocios.                                                                                                                                                                                  – No se impacienten mamitas. (Jorge interrumpe).

– Haber manito cuenta, cuenta.

– Acabo de liquidar el saldo por la compra del Hotel Sol del Golfo, en Miami; lamento mucho haber anulado su intención.

– No te preocupes, nosotras ya habíamos abandonado esa idea. (Interrumpe María).

– Cállate mamá.

– ¡Vaya, vaya! ¿Desde cuándo le tiran los patos a las escopetas mijito? (Replica María).

– Ya niños, ya. (Reprende Delfina).

– Seguimos, (Habla Bruno) La propuesta es la siguiente; concentrar en un solo grupo los tres hoteles, Sol de Guadalajara, Búho Blanco y Sol del Golfo, al grupo denominaría “Consorcio Rodríguez”.

– ¿Cómo sería la administración? ¿Única? (María dice), no acepto.

– No, no, desde luego que no. Ustedes administrarían el Sol de Guadalajara, Jorge El Sol de México, así se llamará el nuevo y yo El Búho Blanco.

– ¿Cuál sería la ventaja? (Pregunta Delfina).

– ¡Ahí está lo mejor! Las adquisiciones se pueden hacer conjuntas, conseguiríamos mejores precios en consumos tanto en alimentos como en mobiliarios, hablamos con la chef y competiremos por las estrellas Michelin, ¿Qué les parece?

– ¡Magnífico! (Jorge casi grita).

– ¿Has hecho investigaciones muy sesudas?

– Todo lo tengo documentado. (Bruno entrega una carpeta de piel a cada uno de los futuros socios, con todo lo expresado a cada uno de los asistentes).

Los cuatros integrantes del grupo, leen cuidadosamente los datos expuestos; Delfina la contadora pregunta:

– Esto sería una labor monumental para un solo contador ¿Se consolidarían los estados financieros?

– Para eso haremos una reunión de sus contadores, los míos y otro grupo que fueron compañeros del IPN para que ustedes los califiquen, invitamos a Nico Méndez y que él arme el equipo legal.

– Eso lo aprendiste de papá Nacho, ¿Verdad Brunito? (Lo expresa María).

– De papá y mamá aprendí ser ordenado y del poli el título de contador.

La reunión duró más o menos cinco horas, durante las cuales abordaron varios temas y planearon la visita a Miami los cuatro interesados; en treinta días las hermanas volarían a Tampico y de ahí juntos a Miami, el día siguiente lo pasaron recordando desde la llegada de Myriam, Sol y Esther; la boda, la muerte de Nacho. De repente María pregunta:

– Brunito, ¿Qué pasó con Terecita?

– Murió a los diecisiete años de mi matrimonio, y después el secuestro y asesinato de mi mujer.

Durante el mes de espera, Jorge convoca a reunión a todo el personal para comunicarles su nombramiento como presidente adjunto del Hotel Búho Blanco y en un mes sería trasladado a Miami al Hotel Sol de México en Estados Unidos, los empleados que deseen acompañarlo. Los requisitos serían: hablar inglés, no tener antecedentes penales y tener pasaporte vigente; aquel que no tenga la visa debe acercarse al departamento de personal, ahí les darán más detalles, por favor fuera de sus horas de trabajo. Voy a visitar a todas las áreas para platicar con ustedes para tomar algunos datos y para recabar al personal que desee acompañar. ¿Alguien pregunta?

– ¿Van a reconocer la antigüedad?

– Quienes deseen irse, se les liquidará conforme a la ley, aclararé.

Una vez enterado todo el personal de lo informado por el presidente adjunto todos regresan a sus actividades, incluido Jorge, el primero en ser visitado fue contabilidad, después compras, personal y así sucesivamente todos los restantes, recabando datos impresos. El resto del día se dedicó a revisar dato por dato haciendo anotaciones y observaciones varias; al día siguiente, empezó a realizar visitas personales, les explicaba que era con el fin de lograr el registro ISO 9000 de excelencia administrativa.

La entrevista con la chef Sylvia Esparza, graduada a nivel internacional, muy joven y guapa, quedándose ambos estáticos al saludarse de mano, ella es la que abre la conversación.

– Mucho gusto Jorge, a tus órdenes.

– ¡Qué guapa eres! (Se miran fijamente y no sueltan sus manos). Perdón discúlpame. (Ambos sonríen).

– ¡Válgame! ¿En qué puedo servirte? (Pregunta la chef).

– Como sabes estoy visitando todas las áreas tomando algunos datos para solicitar y lograr el registro ISO, tú sabes de tal registro ¿Verdad? contigo es distinto. Leí tu expediente y lograste las mejores notas de tu generación y desearía que hiciéramos equipo para lograr Estrellas Michelin para los tres Hoteles.

– ¿Tres, cuáles? (Sylvia se sorprende y pregunta).

– El Búho Blanco, el Sol de Guadalajara y el Sol de México en Miami.

– Pasa, ¿Gustas un agua de frutas, o un café?

– No gracias, estoy bien, toma asiento por favor.

– Gracias eres un ángel.

La conversación se alargó, coincidieron en haber estudiado en la misma universidad; pero en diferente carrera, Sylvia le comenta:

– Fíjate que te recuerdo cuando te peleaste con el “Alacrán” que por poco y lo matas. ¡Qué bárbaro!

– Bueno el apodo que me puso no fue para menos, su padre me demandó.

– ¡Qué tiempos! (Suspira, muy hondo). Me enamoré de ti, que tonta ¿Verdad? (Suspira Sylvia).

– Todavía es tiempo, ¿No? Intentémoslo.

– Qué pena, al tiempo; a lo que vine. Dentro de dos semanas vamos a tener una reunión en Miami, con los ejecutivos y los chefs de los tres hoteles y consolidar todas las áreas. ¿Qué te parece?

– Sí, pero (Sylvia duda).

– ¡No, no! Tú serás la chef en jefe, así que prepárate. ¿Tienes tu pasaporte vigente?

– No (Exclama Sylvia).

– Manda a personal lo necesario. (Ordena Jorge por su celular) por favor recibe los documentos de Sylvia y lo tramitan de inmediato por favor, gracias.

– Gracias jefe. (Con una sonrisita coquetona).

Jorge sigue su plan, pasa al salón de juegos, el bar, por último al estacionamiento y habitaciones del personal de operaciones.

El licenciado Jorge E. Rodríguez dedicó todo su tiempo y talento a desarrollar el plan preconcebido para el desarrollo del Consorcio Rodríguez, se hizo la solicitud para obtener el registro ISO-9000 y la solicitud de aspirante a “Estrella Michelin”.  

Una semana antes del viaje previsto, en el almuerzo del domingo con Don Bruno, Jorge le presenta los adelantos de sus preparativos del plan de negocios proyectado a cinco años; solo faltaba el balance inicial consolidado, eso sería después de la junta de los contadores de cada grupo. ¿Qué te parece Bruno?

– ¡Magnífico chamaco! ¿Eres contador o licenciado en letras? (Pregunta Bruno).

– Ambas, con la historia de Búho Blanco, me titulo en letras.

– Estupendo, (Bruno aplaude) algo más que celebrar.

El mismo día lo envía por mensajería aérea DHL y antes de cuarenta y ocho horas por la misma vía, recibe su Título Profesional en marco dorado acompañado de una recomendación muy amplia a sus posibles contratantes.

En momentos de descanso en la terraza de la habitación de Bruno, donde solo escuchaba el graznido de las gaviotas, el ir y volver de las olas, sintiendo las caricias de la brisa marina, Jorge rompe el silencio:

– Tío Bruno, después de que Marilú y tú se dejaron de ver, ¿Qué pasó?

– Curioso el chamaco, ¿Eh? Pasaron muchos años; un día encontré a la sobrina de Doña Luisa, Lilia y me dijo:

– Vamos a casa de mi tía, tienen fiesta.

– Sale, vamos. (Contesta).

– Ahí conocí al esposo de Marilú; al abrasarla se me rodaron las de San Pedro, solo dijo:

– Chillón llegaste tarde. ¿Dónde andabas?

– No me regañes Marilú, te perdí para siempre. Ese día perdí la ilusión de mi adolescencia.

Guardan un silencio lleno de recuerdos dolorosos para Bruno.

Los preparativos del viaje en grupo empiezan a funcionar, en dos días vuela a Miami y recibir la propiedad. Esa noche Jorge recibe videoconferencia de Doña Delfina quien le informa que salen en el vuelo de las doce horas, las dos hermanas, el chef Santini y el contador Tortolero; de inmediato avisa a Don Bruno, a la chef Sylvia y al contador José López y así todo el equipo listo. El día siguiente a primera hora, en la sala de juntas se lleva a cabo la explicación del motivo de dicha junta. Don Bruno es el encargado de tal junta. El equipo Búho Blanco, propiedad del Consorcio Rodríguez, partió puntualmente rumbo a Miami.

El Grupo Rodríguez, instalados a bordo del mini jet Búho Blanco, comentaban el proyecto de los puntos que contendría la fusión de los tres hoteles, redactado por el licenciado Nicolás Méndez, hubo dos observaciones por parte de Delfina, la cual consultarían con el licenciado en su oportunidad.

Al llegar al hotel todavía llamado Sol del Golfo, los conducen a la suite presidencial, son conducidos por un botones mexicano, quien les indica:

– Bienvenidos a su hotel, estoy a sus órdenes, mi nombre es Luis Torres para servirles.

– Muchas gracias (Le extiende un billete de diez dólares).

– No Jorge, estoy para servirlos, ¿No te acuerdas de mí? Nos conocimos en la prepa, en Guadalajara, te decíamos Coque.

– ¡Luisito! (Sorprendido) ¿Qué pasó? ¿Por qué no terminaste tu carrera?

– En otra ocasión platicamos tengo varios huéspedes que atender, si necesitan algo, llámame.  

Instalados en sus habitaciones, media hora después, bajan al restaurante y reencuentran con Luis al salir del elevador, los conduce a su mesa y les comunica:

– Señores debo entregarles este mensaje, los esperan mañana a las diez horas en la sala de juntas de la presidencia, les presentarán a todo el cuerpo administrativo.

– Muchas gracias Luisillo, ahí estaremos.

– ¿Lo conoces? (Pregunta Bruno).

– Si desde la prepa.

El día siguiente faltando un minuto para las diez entran a la sala de conferencias la familia Rodríguez, María, Delfina, Bruno y Jorge, quienes son recibidos por mister Shumsky:

– Welcome to your home, please sit down.

– Than’s to all of you. (Responde Jorge).

El señor Shumsky, presenta al personal de administración y servicios, incluyendo al jefe de seguridad, capitán Garza, de Monterrey.

– Contesta tú, de acuerdo a nuestro plan. (Le dice Bruno a Jorge).

– Señores presidente, gerentes y personal operativo ausente; en primer lugar en nombre de nuestro cuerpo ejecutivo por la excelente bienvenida que nos han obsequiado, lo agradecemos de todo corazón. Bien, ahora señores ejecutivos de área, deseamos sugerir les comuniquen a su personal lo siguiente:

– ¿Habrá recorte de personal? (Pregunta el jefe de personal).

– Excelente pregunta, ¿Cuál es su nombre?

– Carlos Días.

– Mira Carlos, a partir de la semana próxima todos ustedes van a informar a sus equipos que nadie será despedido, si su labor no es eficiente se le cambiará de área, más tarde ustedes tendrán más información.

Esta reunión duró más o menos tres horas, durante las cuales se aclararon todas las dudas planteadas por los gerentes de área, llevándose las instrucciones necesarias para preparar a su personal al nuevo cuerpo directivo.

La entrega oficial se efectuó en presencia del oficial del departamento del tesoro y del licenciado Nicolás Méndez, quedando el nuevo nombre “Hotel Sol de México”. El presidente del ahora “Hotel Sol de México” agradece la presencia del personal de la oficina del tesoro, sus asistentes, el personal de la embajada de México. Después de un nutrido aplauso, abrazos y deseos de triunfo, la contadora Delfina Rodríguez, sugiere a todos los asistentes a pasar al salón “Citlalli” a degustar el menú especialmente preparado por la chef en jefe del Consorcio Rodríguez Sylvia Esparza. El salón “Citlalli” está decorado con artesanías mexicanas, en el centro del salón destaca un “Árbol de la vida” aproximadamente de tres metros de diámetro procedente de Metepec, Estado de México. Media hora después servían aperitivos “Nelda”: licor de limón, rompope y licor de cereza, hermoso aspecto tricolor, en seguida sirvieron el menú.

1.- Aguacate relleno de ceviche de atún con cítricos y tostada de chía.

2.- Sopa de jitomate rostizado con queso de cabra y una lámina de tocino en pasta philo.

3.- Ravioles rellenos de pasta de chícharo con una salsa Bechamel.

4.- Pulpo al cajún con ensalada caliente y verduras a la mantequilla con romero.

5.- Mirror café con esponja de pistache y un geli de maracuyá con base de galleta tablee.                         

Durante el banquete y discurso del encuentro de los tres hoteles se escuchan halagos y felicitaciones a la chef Sylvia y su equipo junto con el chef Santini; D’malí, chef árabe mundialmente conocido toma la palabra:

– En nombre del grupo Michelin me complace en comunicar al Consorcio Rodríguez, (En su idioma, con traducciones en inglés, francés y español) me complace en otorgar la primera “Estrella Michelin” a cada uno de los establecimientos a su cargo, felicitaciones a todo el personal de todos los niveles. Les felicitamos.

Dicho esto, se escuchó un aplauso generalizado, que duró más de diez minutos. Así se ve coronado el esfuerzo de una familia que había sufrido los embates de la naturaleza y de la maldad humana. Al final de la celebración, los hermanos Bruno, María y Delfina ven caminar tomados de la mano rumbo a la pérgola del Hotel Sol del México, a Sylvia y Jorge platicando animadamente.

Jorge E. Rodríguez.

31 de diciembre de 2019.  

El Búho Blanco

(Reflexión del Autor)

La bóveda que se mira azul, azul transparente, azul profundo, infinito, sin final, no hay ojos humanos ni catalejos capaces de lograr al menos adivinar donde se asienta el principio del final, de tan maravillosa visión.

La inmovilidad total es la característica del horizonte, parece aquí el centro de nada. No podría adivinar que sería lo que sienta un ser humano detenido en este punto. Paz interior, comunicación íntima celestial con un Ser Superior, amplitud de espíritu para comprender esa sensación. Solo sentir el monótono latido de un corazón vivo.

¿La muerte? No, de ninguna manera, es vida, vida plena. Ahí, al frente de los ojos, aparece tenue y silenciosa, una pequeña nube, tras de ésta, viene otra más grande y algunas otras más, que en formas caprichosas alimentando nuestra imaginación; viendo aves, peces, y otras más con figuras múltiples. A estas alturas ya invaden el horizonte las doradas tonalidades del amanecer. Es algo maravilloso el espectáculo del eterno movimiento del mar y los tonos oro, que aquello parece un perol enorme conteniendo un caldo de oro hirviendo al fuego del poderoso dios Sol.

Observando que los pescadores comienzan a zarpar en sus frágiles embarcaciones, que parecen incendiarse con el fuego que emana de los reflejos en el oleaje; hombres que se entregan a la pesca del sustento para subsistir o para expender en el mercado y alimentar a sus congéneres.

Al ascender el Sol hacia el cenit, el agua pierde su dorado tono, tornándose azul por su transparencia y profundidad, y blanca espuma al chocar con las barcas y su llegada a la playa. El sol, al filo del cenit, aumenta su calor como si quisiera abrazarnos y llevarnos hacia él. La piel curtida de los pescadores sirve de repelente al calor. La brisa ya sopla con insistencia, las pequeñas banderas de las barcas empiezan a ondear con fuerza, algunos pescadores ya regresan con cargas llenas o medio llenar, escuchándose cientos de historias, quejas, alegrías y gritos de triunfo; la pesca se cumplió.

Parece que no estoy solo, la visión de mi espíritu es cada vez menos amplia, me detuve en la playa; pero ahora veo una verja, color amarillo, muy bien cuidada y sembrado el patio de tulipanes en múltiples colores, que son de semillas holandesas; las trajo un marino holandés que se quedó a vivir en el puerto y formó una familia en esta tierra, a los pocos años desafortunadamente para su esposa falleció.

En el patio una preciosa niña trigueña, de vivos ojos verdes, corría y cantaba feliz jugando con su pelota grande y de colores. La niñita, de nombre Xóchitl, fue llamada por su madre para que entrara en la casa y ella de inmediato, obediente entró con una gran sonrisa.

Al entrar en la casa, en la cual se respira un ambiente de limpieza y orden, con una gran foto del difunto padre de Xóchitl; los muebles adecuados al lugar se ven preciosos, los cojines bordados a mano por la señora de la casa, las carpetas del aparador, el espejo de la sala, limpísimo. Cuando la niña entra en su alcoba a dejar sus juguetes, se ve el mismo orden, colchas bordadas, juguetes en orden, su ropita en su lugar, nada regado por aquí o por allá.

Tanto me he metido en analizar lo que yo veo, que no sé cómo me ven a mí y vaya que me he llevado una sorpresa con la expresión de Xóchitl al llegar a su casa:                      

-“¿Mami, mi tecolotito está triste? ¿Qué le pasa? No ha comido desde ayer.”

En este momento me hace sentir pequeño y llenan mis pupilas las imágenes que tengo aquí a unos centímetros, las líneas rectas de una reja dorada; pero reja al fin; tengo la sensación de que se me quiebra algo dentro de mí, siento que salgo volando hacia no sé dónde, al infinito tal vez, a la bóveda celeste que vi antes y ahí va volando un búho blanco. ¿Volando? ¿Acaso no soy yo el Búho Blanco? ¿Aquel quién es? ¿Y yo quién soy? Un cuerpo sin vida mirando al futuro deseado; ser un espíritu libre, anhelando volar hacia su creador, hacia el infinito, en donde me pueda guardar y descansar en el regazo de mi Creador.

Jorge E. Rodríguez. Pseudónimo de Enrique Garza Rodríguez.

21 de enero de 2020.

https://www.facebook.com/enriquegarzaescritor/