Un ser humano que ha pasado gran parte de su vida lanzando un pregón que ya se ha hecho famoso a través de películas que han trascendido las fronteras: “Tamales, oaxaqueños, calientitos” y que sin embargo ha ido desapareciendo, sustituido por los que compran desechos electrónicos; pero ¿qué sabemos de los pocos que subsisten?
Uno en particular que vive cerca del Bordo de Xochiaca, le dicen “El Mudo”, no habla aunque algunos dicen que lo han escuchado pronunciar algunas palabras cortas, es una persona muy desconcertante, aunque su vestimenta es la clásica de los habitantes de esta comunidad, sin embargo sus facciones son diferentes su rostro rasurado, sin bigote, ojos verdes, el color de piel morena; es evidente que usa una peluca un tanto alborotada de color negro con canas llegándole a los hombros; su cuerpo un tanto encorvado, que bien podría ser simulado, usa un bastón de aluminio de cuatro soportes dejándolo a un lado mientras hacia sus negocios.
Al otro lado del bordo, entre éste y la autopista a Pachuca, existe un centro comercial denominado “Garza Blanca”, atrás esta una mansión, había una alberca y una zona al aire libre con aparatos diversos para hacer ejercicios; la casa ni se diga, se veía amplísima, jardines preciosos, se ven también los miembros de la servidumbre uniformados, en fin mucho lujo. En la parte trasera del centro comercial y de la mansión, había una fracción de terreno muy bien escombrado, sin basura; había varias cajas de madera perfectamente flejadas; durante el día no se veía movimiento alguno, hasta las seis o siete de la tarde, llega “El Mudo” llevando un carrito semejante a los del centro comercial cargado con aparatos inútiles descompuestos, bolsas con discos “long play” y artículos varios que no son susceptibles de biodegradación.
El Mudo ya no sale de su casucha en toda la noche, solo como a las diez de la noche llega una vez al mes un camión “rabón” y se llevan todas las cajas flejadas; el habitante del predio no sale a hacer la entrega; al día siguiente muy temprano vemos salir a nuestro personaje con el carrito vacío, extraña actitud pero no molesta a nadie, ¿quién será este hombre?
En una ciudad con tan marcadas diferencias sociales y económicas existen un grupo de ciudadanos que son dueños de grandes fortunas, pero sus conocimientos a veces no son suficientes para moverse en un mundo en el cual pretenden incursionar; al hablar enseñan de que código postal proceden; este grupo se reúne una vez al año supuestamente para reafirmar amistades, sin embargo es más que nada ostentar “tengo más que tú”, ¡Terrible!
En esta ocasión se reunieron en el restaurante “El Emperador”, los miembros del grupo empezaron a llegar poco a poco, nos sorprendió que a un lado de la entrada está “El Mudo” pidiendo limosna en un mugroso sombrero rasgado de un lado, encorvado casi en ángulo recto, recargado en un bastón hecho de una rama gruesa de algún árbol.
– Un poco de lo que le sobra señora (habló el mudo pausadamente).
– ¿No sé por qué permiten acercarse a estos mendigos a nuestras reuniones? (comenta la mujer, dirigiéndose a su esposo).
– No te fijes mujer, (dándole un billete de $1,000.00 al indigente).
Los invitados siguen llegando y el menesteroso haciendo su agosto, debido a que las donaciones eran jugosas y los comentarios “muy sabrosos”.
– Señor Ruiz Valdivia, ¡Qué bueno que vino!
– No vine, me trajeron, ¿Verdad mi cielo?
– ¿Será cierto lo que se dice de nuestro presidente?
– Nadie ha podido encontrar algo que lo incrimine, solo son habladurías, con permiso.
– Señor Gómez Duarte, bienvenido, ¿Conoce usted al anfitrión?
– No pero dicen que tiene en la cara una cicatriz horrible, (el mudo solo escucha y agradece con una ligera inclinación de la cabeza).
– Señora Rivadeneira que bella luce esta noche.
– Muchas gracias señor Monterrubio.
– Don Antonio, ¿arreglo ya el problema sindical de la fábrica?
– ¡Claro sin problema! es normal, mi estimado amigo, en este país todo se arregla con dinero, (el mudo como siempre, escucha y agradece con ligero gesto).
Aumento el murmullo en el salón y todas las miradas se dirigían hacia la entrada principal, llegó un caballero vestido a la última moda masculina; su traje color verde jade magistralmente cortado, muy diferente a las normas pero muy elegante, a las damas les llamó la atención demasiado la varonil presencia, pelo rubio, corte antiguo pero su presencia era de llamar la atención.
El recién llegado presidente del “DolarClub” se va directamente a un grupo de algunas personas para saludarlas.
– Señores Ruiz Valdivia, buenas noches, ¿Cómo la están pasando?
– Muy bien señor Galarza, magnifica reunión.
– Muchas gracias, ¿Señora Ruiz Valdivia a usted no le parece bien que los menesterosos se acerquen a las puertas de los clubes de millonarios a pedir alguna ayuda? (Los aludidos se miran mutuamente como preguntándose ¿cómo nos escuchó? El caballero que hizo la pregunta se aleja sin esperar respuesta).
El señor Galarza sigue caminando mezclándose con los asistentes, llegando frente a una señora y su esposo, saludó muy cortésmente:
– Distinguida señora Gómez Duarte, usted bella como siempre, ¿no es verdad señor Gómez Duarte?; señora ¿conoce usted a nuestro presidente, será verdad lo de la cicatriz?
– Me lo comentó la señora Sinclair, dice que ya pasó un fin de semana con él en Cancún, ¡Qué desprestigio!
– ¿Para él o para ella? Se da cuenta usted señora ¿Si todo eso fuera mentira?
– ¡Ni lo diga, para morirse!
– Si, vaya escogiendo camposanto. (La señora se quedó muy intranquila).
– ¡Hola! Señor Rivadeneira, ¿qué dicen los problemas de su fábrica? No le recomiendo corromper líderes sindicales, siempre traen más problemas, bienvenido. (El sujeto se quedó helado pensando, ¿cómo supo?).
El rumor del salón momento a momento iba en aumento debido a que ha llegado más gente, cuando llegó la hora anunciada, se hizo un llamado por altavoz pidiendo amablemente pasaran a ocupar sus lugares ya que la sesión daría inicio; en menos de cinco minutos todos los asistentes están ocupando sus lugares, el salón a su máxima capacidad y empieza a escucharse la voz del presentador.
– Muy buenos días miembros de nuestra comunidad, nos hemos reunido en esta asamblea extraordinaria solamente para subsanar dos temas principales; el sensible fallecimiento de nuestro presidente Don Lucio Gómez Gonzáles y el nombramiento del nuevo presidente, quien fue discutido en el grupo directivo de acuerdo a los cánones establecidos, siendo el seleccionado el licenciado Gil Galarza Esparza, a quien tengo el gusto de presentarles y cederle el micrófono.
– Distinguidas damas y respetables caballeros; excelente día mi nombre es Gil Galarza Esparza, originario de Monterrey, Nuevo León; mi currículo personal ya lo deben haber consultado debido a que la dirección del Club la publicó en el portal de internet de nuestra agrupación.
Deseo agradecer a todos los miembros activos y honorarios el que me eligieran a mí y les aseguro que no los defraudaré; en breve recibirán una carpeta por grupos con el plan de trabajo y lista de candidatos para que ustedes y el consejo se sirvan designar al grupo que me auxiliará. No quiero cansarles y reitero mi agradecimiento, diviértanse y por favor traten de ser felices, buen provecho.
El señor Galarza convivió en la mesa principal con los miembros del consejo y algunas de sus esposas; en el curso de los comentarios una dama ya entrada en años le pregunta con cierta malicia:
– Don Gil, mi edad me autoriza a hablarle con más confianza, no te veo acompañado de dama alguna, ¿Eres gay?
– Distinguida dama, no sería ninguna vergüenza tener alguna preferencia sexual diferente, sin embargo señora, no soy gay; pregunte entre las jóvenes de su medio y encontrará la respuesta, (una gran carcajada se escuchó en el salón y todo quedó un una broma).
El señor Galarza y los miembros del consejo hablaron sobre los planes anteriores que se habían cumplido, haciéndole recomendaciones que de ser posible sean incluidas en el nuevo plan de trabajo.
En las colonias del sur de la ciudad; San Ángel, Pedregal, Lomas de Chapultepec y otras de los alrededores aparece un nuevo personaje que se dedica a comprar ropa usada que esté en buenas condiciones, pagaba precios muy bajos, pero decía que era para obras de caridad. En algo tenía razón este personaje, llamaba la atención, tiene el pelo a la afro, corto, intensamente negro, tez obscura como costeño y su léxico semejaba ese origen, contrastando con el verde de sus ojos su mirada era aguda y desafiante. Se retiraba de la zona con su camioneta llena de ropa y más cosas en su vehículo nadie sabe hacia dónde.
Que cosa tan rara, estamos a un lado del centro comercial “Garza Blanca”, hasta aquí seguimos al “Negro”, como le dicen en el Pedregal, penetra en el solar donde se supone vive “El Mudo”, que extraño ¿será que comparten la casucha? Se acerca una patrulla de Garza Blanca y le comenta con altavoz:
– Por favor identifíquese, ¿busca algo, requiere ayuda?
– No gracias, ya me retiro.
– Por favor diríjase al centro comercial para identificación, lo seguimos gracias.
– Se identificó y le permitieron salir con toda cortesía.
Llegaba el fin de semana y el domingo jugaban dos equipos de futbol de lo más populares, se decía que era un juego clásico, se dejó ver un tipo pidiendo limosna, solo que le falta una pierna y su letanía se escucha así:
– Una limosna para este pobre futbolista dañado por el deporte, (al caminar subía y bajaba el hombro izquierdo por la falta de su pierna).
El ambiente en los alrededores era muy animado, vendían banderines, playeras con los nombres de los equipos rivales, fotos y posters de los jugadores, los revendedores hacen su agosto vendiendo los boletos hasta por el triple del valor normal, ¿la policía? Bien gracias los manda saludar; entre el gentío apareció “El Borlas” conocido grafitero, al ver al limosnero cojo le gritó:
– ¡Quiubo mi dólar! ¿Qué tranza? Hace mucho que no te vigas, yo creiba que ya muéganos.
– Chale mi bro, no la chifles que es cantada; te invito a comer cuando termine el juego, ¿qué dices?
– ¿Tú?, pero si no tienes ni en que caerte cadáver.
– Oh Jazmín, ¿sí o no?
– Ya vas que chutas y metes gol mi cojinete.
Ambas personas caminaban al ritmo que les permitía el inconveniente de la pierna del “Dólar” quién inició la conversación.
– ¿Borlas?, ¡voytelas, que nombrecito!, ¿Cuál es tu verdadero nombre?
– Nunca supe, ni siquiera conocí a mis jefes, me recogió la “ñora” Rita de las quecas hasta los doce años, cuando un guey por robarle en su puesto la mató, ¡que lástima!
– ¿Seguiste estudiando?
El dólar mientras seguía interrogando, se iba despojando de su vestimenta, la peluca, los andrajos, una bolsa de lona con el logo de una compañía de seguridad, en la cual guardaba el resultado de las dádivas recibidas y demás).
– Después del agandalle de la ñora Rita, anduve de arrimado con Isaac “El Judas”, que se dedica al grafiti con una banda como de quince ñeros, solo me falta un semestre para terminar la prepa. (Con ojos desorbitados, se queda viendo hacia las pantorrillas del “Dólar”).
– ¿Te gustaría seguir estudiando una carrera profesional? (despojándose de un abrigo desgarrado; mostró y retiro de su pierna un añadido de madera y cuero).
– ¿Qué es esto? ¿Quién eres Dólar?
– ¿Aceptas o que tranza?
– ¡Aguigui! Pero dime ¿Quién eres?
– Mira, ahí está el baño; hay de todo a tu medida, báñate y vístete con la ropa que te dejaron en el vestidor. (Luego de cierto tiempo, sale de su recamara ya vestido el señor Gil Galarza Esparza).
– ¡Órales, estás completo, no manches!
– En la comida te cuento todo, apúrate también hay rastrillos; si necesitas algo más pídelo a Santi, él te ayudará mientras vuelvo.
El señor Gil Galarza Esparza, ingeniero industrial, de treinta y siete años de edad, soltero, inversionista, hijo único heredero universal del capital más grande en todo el estado de Nuevo León; la nómina mensual de todos sus negocios la entregaba personalmente a 15,000 empleados y aún le daba tiempo de hacer obras de caridad, haciéndolo en honor a sus padres que fueron miembros de la religión católica, hasta que perecieron en un accidente aéreo viajando en una aeronave de su propiedad. No le quedó otro camino que ponerse al frente de la cadena de supermercados “Garza Blanca” que en ese tiempo eran cuatro en el estado.
Gil y el Borlas se encuentran en el comedor de la tienda.
– Mira Borlas, espero que no te molestes por lo que te voy a decir.
– Ya, chale, no le hagas al ensarapado y suelta la sopa.
– Te he mandado seguir desde hace tiempo, más de un año; conozco muchas cosas de ti, desde que vivías con Doña Rita, tus estudios y tus dos visitas al MP; sé que no fue por delinquir sino por los grafitis.
– ¡Ya… párale no!
– ¿Quién crees que pagó tus multas?
– Por esta, (haciendo la cruz con sus dedos y besándola) le voy a pagar todo, neta que sí.
– Vamos por partes, ¿Te gustaría tener un hermano?
– Pos sí, ¿pero quién, cómo? ¡No entiendo!
– ¿Cómo te gustaría llamarte?
– En las clases de historia de Europa, me gustó mucho un pintor y escultor Miguel Ángel Buonarotti, quien se enamoró de Vittora Colonna.
– ¿Qué te parece que te llames Miguel Ángel Galarza Esparza? ¿Qué onda, te gusta?
– Chales, no te burles de los pobres.
– Mira Miguel Ángel, yo soy Gil Galarza Esparza y quiero que te vengas a vivir conmigo y me ayudes en la administración de las tiendas.
– ¡Ya salió el piojero! ¡A mí no se me hace agua la canoa!, “ay” nos vidrios.
– ¡Cálmate, cálmate, no malinterpretes, a mí tampoco!; quiero que seamos como hermanos; quiero que me ayudes en los negocios, empezando por el diseño de la publicidad, vas a poder seguir estudiando en la universidad; yo no tuve hermanos y mis padres ya partieron, ¡Quiero tener una familia!, ¡Ayúdame!, ¿Qué hay de malo en ello?
– Así derecha la flecha, ¡va!
– Termina de comer, dejaste la carne a medias.
– Entonces, ¿Te puedo decir hermano?
– ¡Claro que sí! Por favor brother.
En el transcurso de la comida, Gil le fue contando la historia de los personajes que ha representado. A partir de ese momento la vida de ambos dio un vuelco de 180 grados; en la vida de Gil, porque sentía que estaba muy cerca del objetivo que tenía trazado desde hace muchos años; “El Mudo” apareció a raíz del primer indicio que le habían dado los miembros de la servidumbre en la casa de los abuelos, quienes le vaticinaron “Tú corazón te lo demostrará” y así iniciaron esa conversación.
Agustina, la ama de llaves en casa de los abuelos, me informó que cuando murió mi padre, había nacido un bebe que en el hospital lo robaron de los cuneros; la madre al enterarse falleció, la señora no era mi madre, ¿entiendes?; cuando termine la universidad, desgraciadamente sucede el accidente de mis viejos y así, recién graduado tuve que entrar de lleno al negocio, con algunas dificultades con los empleados de muchos años, pero todo se resolvió con la ayuda del despacho de abogados; con los datos que me consiguió Agustina, me di a la tarea de buscar a ese bebe, pero tomando en cuenta su edad actual.
Primeramente acudí a la delegación de Iztapalapa, ahí nació “El Mudo” comprando aparatos electrónicos descompuestos, que luego se mandaban a Guanajuato donde existe una planta de reciclaje; tiempo después me encaminé hacia San Ángel, Polanco, Lomas, donde apareciendo “El Negro” con la compra de ropa solo “de marca”, tiempo en él te conocí; te tomé algunas fotos, sentí que el corazón me latía en forma inusual y pensé “puede ser él”; a partir de ahí, me tomé la libertad de buscar datos sobre ti quería estar seguro; fue cuando te conocí como pintor grafitero cosa que hacer excelente por cierto; también me informaron que te gustaba ir al futbol, fanático de los Tigres de Monterrey; entonces surgió “El Dólar” y bueno razón por la que ahora estamos aquí, ¿qué te parece?
– Mira Gil, tal parece que si somos algo, pero niguas, así nomás no; “porai” dicen los matasanos que hay una prueba para esas chácharas ¿no? No me gustaría que me achaques que soy abusivo; hay una prueba dicen se llama ADN; que te parece ver si somos o no parientes, ¿por qué no lo haces? y así salimos de dudas.
– ¡Magnifico! No quería decírtelo por temor a que te ofendieras; eso dice mucho de ti.
Se realizaron todas las investigaciones médicas y trámites legales para registrar a Miguel Ángel como un descendiente directo de la familia Galarza Esparza; obteniendo todos los documentos legales que lo acreditan incluyendo su pasaporte, necesario para los planes de Gil. Se contrataron especialistas en etiqueta social, imagen y dicción para ayudar a Miguel Ángel a comportarse, de acuerdo al nivel de vida que le fue arrebatado por circunstancias del pasado.
Cuando se presentó por cuenta propia a la universidad para realizar su registro, parecía otra persona; guapo, bien vestido de acuerdo a su edad, hablando con perfecta dicción; cualquiera pensaría que siempre se ha desenvuelto en los altos niveles sin caer en el “fresismo”; muy sonriente y ojo alegre; se inscribió en la carrera de actuario, especialista en finanzas internacionales; sus estudios se desarrollaban sin acontecimientos extraordinarios, llegando el tiempo de realizar su servicio social necesario para la obtención del título profesional de la “licenciatura en administración de mercados múltiples” especialidad en tiendas de autoservicio y tiendas de conveniencia; se trasladó a Estados Unidos un año para la especialización.
Regresó a México dos meses antes de navidad; justo para realizar los viajes correspondientes para la revisión de los preparativos de las fiestas de diciembre y año nuevo a todas las sucursales de la República Mexicana; quedando muy satisfecho con los previos en las sucursales, regresó a la tienda madre.
El día 1 de diciembre se convocó a una comida para los empleados de todos los niveles; contrataron a una animadora de televisión, un mariachi y un conjunto grupero; en la mesa principal están los hermanos Galarza, el secretario de hacienda y el jefe de la policía federal dejando un espacio al centro en forma de círculo; alrededor un mil quinientos empleados de todas las tiendas; el licenciado Gil Galarza toma la palabra dirigiéndose a los comensales:
“Amigos y compañeros de trabajo; agradezco que nos acompañen en esta ocasión espero que para todos, ustedes y nosotros sea inolvidable; en primer lugar avisarles que esta reunión se repetirá cada año a finales de noviembre o principios de diciembre, se les avisará oportunamente; como segundo punto, presentarles oficialmente a mi hermano Miguel Ángel Galarza, quien ocupará mi lugar, debido a que nuestras negociaciones nos requieren en la sucursal de Miami, Florida Estados Unidos; solicitándoles que cooperen con él como lo han hecho conmigo. Por último y porque ya veo sus caritas como que ya quieren comer; a la entrada les fue entregada una ficha numerada, cuando terminen de tomar sus alimentos; pasen al departamento de paquetería para recibir un obsequio a cambio de su tiquete”. (Se escucharon aplausos, vivas y voces aisladas dando las gracias).
– Por favor amigos guardemos silencio, señores meseros por favor nos pueden deleitar con sus manjares, los invitados tenemos hambres.
Se escucharon nuevamente las expresiones de júbilo y agradecimiento acompañados de aplausos. ¡Buen provecho a todos!
Jorge Enrique Rodríguez.
20 de agosto de 2014