En el libro divino, existe una narración en la cual se habla de la llegada de dos seres humanos que diseñarían una historia muy particular; no son Adán y Eva, ¿Quiénes son? Ya veremos, ya veremos. La frase más famosa de la creación sin lugar a dudas fue “Hágase la luz”. Hubo sol, luna, estrellas y todos los luceros del firmamento, iniciándose todos los cambios y los elementos posteriores de la creación; maravilla de maravillas.

Como lo he dicho antes, el paso del tiempo es importante detenerlo; pasaron muchas épocas, siglos, historias y detalles, sucedió lo increíble. Ubiquémonos en la segunda mitad del siglo veinte, en el centro de un complejo habitacional en el cuarto piso de uno de los edificios de apartamentos; habitado por una joven, siempre con una pañoleta cubriendo su pelo, no se le ve el color del mismo; debía dejar limpia la casa antes de que todas se fueran a trabajar ella, las primas y la tía. (No se trata de la cenicienta, aclaro).

En otro lado de la ciudad, muy al norte, trabajaba un ejecutivo joven, no le conozco pero tiene una cara de enojón o depresivo, o ¿Tal vez? No lo sé ustedes adivinen. Este joven es el gerente de la fábrica donde trabaja una de las primas de la joven que ya conocimos.

Las actividades de operación y administración se desarrollaban sin ningún problema; en una ocasión que se necesitaron quedar más tiempo del normal, se hizo tarde y Eloy se ofreció a llevar a su asistente a su domicilio. Al llegar a su apartamento llamar con el timbre, fueron recibidos por Nuria, quién al ver a Eloy quedaron ambos inmóviles, con la vista fija uno en los ojos del otro, sin hablar.

– ¡Hey!, dijo Gladis, despierten, Nuria te presento a Eloy, mi jefe. (Se dieron la mano, ambos temblaban).

– Mucho gusto. (Dijo Nuria).

– El gusto es para mí, ¡Que hermosos ojos!

– Sorprendida suelta la mano de Eloy, rápidamente Nuria regresa al interior.

– Pásate, no te fijes, así es esta india, enseguida llamo a mi mamá; siéntate.

– Doña Paulina, buenas noches; me tomé la libertad de acompañar a su hijita Gladis, ya es tarde y podría tener problemas en el transporte.

– ¿Verdad que es buena onda mi jefecito? (Digo Gladis tomándolo del brazo y pegando su mejilla a su hombro).

– Muchas gracias licenciado García.

– No hay problema señora, solo es un rasgo de caballerosidad. (Soltando un tanto con brusquedad el antebrazo de la joven).

– ¿Desea una taza de café?

– No señora deje el auto abierto, me retiro buenas noches, me despiden de Nuria.

– Ya vez mamá, ¡Me quita todos los novios! ¡Siempre, siempre, es una ofrecida! Yo lo vi primero, es una india patarrajada.

– Mira niñita, tu eres la que se le anda arrimando a Eloy, él ni te pela.

– Si manita, andas de resbalosa; no dejas nada para nosotras. (Comento su hermana).

– Recuerden que Nuria es la heredera de mi tío, que no se les olvide.

– Por la cara que puso, igual y te despide, te pasaste de buza hermanita.

– Ese va a ser mío o de nadie.

– ¡Estás loca muchacha! (Dijo Doña Paulina).

– ¡Estas chiflada Gladiola! (Le grito Lupe su hermana).

– ¡Es mío, es mío! (Dijo delirante Gladis).

Eloy García Ruíz, joven de 26 años, licenciado en finanzas internacionales, daba sus recorridos en las plantas de producción, ya sea la de Gustavo A. Madero, la de Vallejo, lo mismo que en Guanajuato y Guadalajara; pero su pensamiento estaba en otro lugar, pensaba:

– Nuria que ojos tan lindos tienes, solo que los noté muy tristes, me agradaría saber por qué; espero que un día me lo quieras compartir.

El licenciado Eloy García, viajaba muy seguido, sin embargo cuando coincidía un fin de semana en la cuidad; se presentaba en la casa de Nuria y las primas, llevando un hermoso y abundante ramo de rosas rojas, ocasionando un problema entre las primas y Nuria; al igual que ser regañada por la tía, esto hacia a Nubia sentir desprecio por Eloy. En el lapso de dos meses, el obsequio se repitió tres veces causando los mismos resultados, discusiones y regaños. Unos días después del último detalle, Eloy recibe una llamada de un número desconocido para el:

– ¿Licenciado García?

– Si, ¿Quién habla?

– Soy Nuria, gracias por sus atenciones, pero necesito pedirle de favor que ya no envíe flores; esto me está causando problemas con mi familia y las pobres flores han sido tiradas a la basura; no saben apreciar la belleza; por favor ya no lo haga, sea paciente. (Cuelga sin esperar respuesta).

– ¿Qué pasó? ¡Nuria, Nuria!

A pesar de tener el corazón y la mente pletórica del recuerdo de los bellos ojos de Nuria. El licenciado García Ruíz llevó la empresa a la cúspide de utilidades para los empleados y un lugar envidiable dentro del ramo en todo el país; fue invitado a participar en la convención anual como expositor, sería muy interesante exponer el sistema que lo llevó a obtener los índices más altos en ventas y utilidades haciéndose acreedor al título del mejor ejecutivo latinoamericano en los últimos diez años; estuvo un mes en los Estados Unidos visitando las filiales que él iba a supervisar de ese momento en adelante.

El licenciado Eloy García Ruíz solicitó una reunión nacional para informar a todos los ejecutivos del consorcio; se les avisaría del cambio a las oficinas de EEUU. Al primer minuto de la hora señalada para el inicio de la reunión, el licenciado García menciona:

– Muy buenos días, sean bienvenidos a nuestra reunión extraordinaria y los felicito por no olvidar que en esta empresa la puntualidad es el valor más importante en nuestra política administrativa; tengo la satisfacción de informarles que nuestra empresa ha sido seleccionada para representar a México en la Unión Americana, por lo siguiente. Con lujo de detalles el licenciado Eloy García narró a la barra de ejecutivos las actividades y resultados, anunciando la visita del presidente mundial; vendrá a seleccionar al nuevo gerente general en México.

La operación de las empresas siguió su curso, ahora ya elaborando manuales de operación con las nuevas indicaciones para que se unifiquen con los sistemas globales y alcanzar niveles de éxitos constantes.

El hombre no podía olvidar lo que llevaba en la mente y el corazón, los tristes, profundos y bellos ojos de Nuria; quien se había convertido en un sentimiento inolvidable e inalcanzable. Sumergido en sus pensamientos, recibió una llamada en su celular proveniente de un número desconocido.

– Perdone, ¿Quién es usted?

– ¡Hola! Habla Olga la prima de Nuria cuñado.

– ¿Cuñado?

– Te invitamos Nuria y yo a la misa del domingo a las diez horas en la iglesia de María Auxiliadora; vamos solas, las brujillas de mi madre y mis hermanas se van a Puebla a ver a su futuro papito, “No lleves flores, ¿He? ja, ja, ja, ja.

– ¡Olga, Olga!

Eloy es un ejecutivo muy responsable en sus actividades y a pesar del compromiso que el destino le puso en su camino, no distrajo su atención al proyecto que traía entre manos, solo en sus momentos de paz interior, pensaba en su Nuria. Así pasaba los momentos en que tomaba sus alimentos, ya fuera en el comedor de la empresa o en algún restaurante tratando algún negocio.

Ansioso veía con frecuencia la hora en su reloj, 09:58 horas y no llegan, él se desespera; 10:03 horas frente a la puerta principal de la iglesia se detiene un taxi y descienden Olga sonriente y Nuria bellísima, con sus hermosos ojos buscaba algo o a alguien, encontrándose con la mirada de Eloy, ambos quedaron impresos en la retina del otro.

– Nuria, prima, ¡Despierta! (Exclama Olga).

– Nuria, que bueno que no traje flores, hubieran palidecido ante tus ojos, (Nuria se sonrojó).

– ¡Hola! Soy Olga yo también vine, ¿Qué no se nota?

– Perdona Olguita, buenos días.

– Primita, Eloy, pasemos la misa ya empezó.

Desde que los ojos de Nuria se cruzaron con la mirada de Eloy, la tristeza que había notado la primera vez que se encontraron en su casa desapareció totalmente; solo se veían los dos muy nerviosos; entraron al recinto religioso y con sus peticiones personales. Al término de la celebración salieron y Eloy la invita a tomar un helado en la nevería que se encuentra frente a la iglesia, Olga les dice:

– Vallan ustedes, yo tengo un pendiente con el padre Soler; nos vemos aquí mismo en una hora, ¿Les parece?

– Por mí no hay problema, ¿Qué dices tú Nuria?

– No sé, bueno, está bien.

Al cruzar la calle Eloy toma del brazo a la joven pero es rechazado, se concreta a caminar junto a ella hasta entrar a la nevería; les asignan una mesa junto a una pequeña fuente y les presentan el menú.

– ¿Qué se te antoja?

– Nada.

– ¿Cómo, ni un refresco?

– Solo nieve de limón.

– Nos sirve dos refrescos flotantes, pero no los mezcle por favor. (Dice Eloy).

– Pedí solo nieve de limón.

– Eso va a ser, lo demás si lo deseas, si no, pues no lo tomas.

– ¿Qué, va a ser lo que usted diga?

– Mira Nuria, ha nacido en mí un sentimiento muy especial por ti, quisiera saber si me aceptarías como tu novio.

– No porque mi tía quiere que sea usted novio de Gladis y si se entera que vino a misa con nosotras nos va a matar.

– Gladis no me interesa para nada, por quien empecé a sentir amor es por ti.

– Por favor Eloy, no me cause más problemas con mi tía y con Gladis.

– Te equivocas, fresca rosa de castilla, no me importa lo que quiera el mundo.

– Por favor que nadie se entere que salimos hoy.

– Te doy mi palabra de enamorado, seré una cripta que solo se abrirá cuando tú lo decidas.

– Muchachos, ¿Nos vamos? (Dijo Olga).

– ¿Te gusto el refresco flotante? ¿Te parece si volvemos a otra misa?

– Le marco en la semana.

– ¡Eres un ángel!

El licenciado García Ruíz realizó un viaje a todas las sucursales, anunciando los cambios que se efectuarían en la empresa, al mismo tiempo que se nombraran las comisiones que se encargarían de homologar los sistemas operativos en todo el consorcio. Este viaje se prolongó por tres semanas, durante este tiempo, los cómplices, Nuria, Olga y Eloy estuvieron incomunicados; un día antes de su regreso Eloy llamó a su secretaria en la capital enterándose que la había llamado varias veces la señorita Montes; sin dejar mensaje alguno. Esa misma semana, se presentó en las oficinas del licenciado García Ruíz la señora Paulina viuda de Montes exigiendo hablar con él.

– Quiero hablar con Eloy.

– ¿Perdón? ¿Con el licenciado García Ruíz? El licenciado no ha llegado.

– ¡Qué clase de jefe es, que llega a la hora que se le da la gana!

– Señora, por favor compórtese.

– A mí no me va a decir cómo actuar asalariada.

– ¿Qué pasa aquí?

– Quiero hablar contigo Eloy.

– Señora Montes, licenciado García Ruíz a sus órdenes.

– Cómo sea, quiero advertirte que no te metas con “Mis hijas”.

– Señora, con todo respeto a mí no me interesa ninguna de sus hijas, ni Gladis, ni Lupe, ni Olga; así que no entiendo el escándalo indigno de una dama como usted.

– Rosita, que seguridad acompañe a la señora Montes a la salida; saludos a “sus” hijas y también a Nuria.

Este acontecimiento fue motivo suficiente para iniciar la guerra contra el joven y prometedor ejecutivo.

Al salir a su trabajo la tía le dice a Nuria:

– Quiero hablar contigo.

– Si tía, dime ¿De qué?

– Mira niña, por si acaso no te has dado cuenta que el jefe de Gladis, ese Eloy es un sinvergüenza mentiroso; me ha dicho tu prima que es un volado con las chicas de su trabajo; inclusive que tiene un hijo con una de ellas y le puso casa en la calle de Rubí número 120 en la colonia Estrella; imagínate y todavía pretende a tu prima Gladis, ¡Dios mío de que los hay, los hay y a montones! Así que no se te ocurra ni siquiera mirarlo, ¿De acuerdo?

– No tengo nada que ver con ese señor.

– Más te vale, tu padre me mataría.

– ¡Eso no es cierto! (Dijeron a coro Lupe y Olga).

– ¡Ustedes se callan, no saben nada! Me lo dijo Gladis.

– Entonces ¿Por qué le coquetea en la oficina? Me lo contó Doña Pelancho, la señora de la limpieza.

– Gladis, es un mujer sería, (Replica la madre).

– Sería bueno que fuera sería; acuérdate lo que dijo la otra noche: “¡Tiene que ser mío a como dé lugar y contra quien sea!”.

– ¡Bueno se callan, estás advertida Nuria!

– Si tía lo que tú me digas. (Derramando dos gruesas y transparentes lágrimas, como dos bellos diamantes).

A pesar de todas las agravias palabras de la tía y los comentarios mal intencionados de Gladis, Lupita decidió optar por dejarlos vivir su momento no interviniendo ni para bien ni para mal. Los cómplices, con todas las precauciones del caso pudieron salir a misa; Olga cariñosamente les deja un tiempo para que platiquen solos; ella lo hizo porque tenía un amiguito en la iglesia el sacristán Edgar, es un buen hombre.

Nuria y Eloy decidieron contratar un apartado postal, así que ambos se decían todo lo que deseaban sin testigos ni comentarios hirientes; Eloy le dijo a la dueña de su corazón que le diera el número de teléfono de su padre para hacer una cita y hablar de ellos. La entrevista tuvo éxito y quedaron que pediría la mano de Nuria, pero delante de Doña Paulina; quedaron de verse en la casa de la viuda Montes, así fue como se realizó la petición de mano.

Se fijó la fecha cuando Don Román estuviera en casa de Nuria, se reunirían él, la señora Paulina, sus tres hijas y por supuesto Nuria; Eloy y alguien de su familia. Llegó el ansiado día, se presentó a las cuatro de la tarde en punto, Eloy y monseñor Ruíz Lombardi; tío de Eloy; por la otra familia todas las mujeres y Don Román. Después de las presentaciones de cortesía e intercambio de frases de alago para las primitas presentes; la señora Paulina abrió la conversación.

– Bueno señores, ¿A qué se debe su visita? Román, ¿Qué significa esto?

– Señor Román, señora Paulina; tenemos el placer de pedir la mano de su hija. (En esos momentos, la señora Paulina abre mucho sus ojos y una gran sonrisa aparece en su rostro); pedir la mano de su hija Nuria para contraer matrimonio con mi sobrino Eloy García Ruíz.

– ¿Cómo? Ni siquiera son novios ¿Román, qué es esto? (Desapareciendo su gran sonrisa).

– Mira Pau, yo doy mi bendición y es todo.

– Como siempre yo valgo nada, no soy nadie, ¡Dios mío, Dios mío!

– Don Román, muchas gracias para sellar mi compromiso Nuria, recibe esta prenda como símbolo de mi amor y compromiso contigo. (Le presenta un hermoso anillo con un diamante solitario montado en platino).

– ¡Ah! (Doña Paulina, arrebatando la prenda antes que Nubia la recibiera). ¿Cuánto cuesta, eh? ¿Cómo le hicieron para hacerse novios? ¿Quién les ayudó? (Grita sin devolver el anillo, hasta que Román se lo pidió).

– ¡Esto es de Nuria! Toma hija, toma tu anillo, ¿Te gusta? (Nuria lo toma y no contesta, solo llora en silencio).

Utilizando el apartado postal diciéndose palabras de amor, sus penas, sus alegrías, angustias, planes para ir a misa con Olga y Edgar su novio el sacristán; iniciaban ya los planes y detalles de la boda; a regañadientes Doña Paulina, accedió para acompañar a la señora López, madrina de Eloy para mandar a hacer el vestido para Nuria; el cual fue ordenado en la mejor tienda de la ciudad en ese momento.

Faltaban quince días para que se efectuará la celebración nupcial, todo era carreras por parte de la familia Montes, no faltaron regaños y discusiones muy agrias entre Nuria y Gladis; Eloy le avisó a Don Román y le sugirió que pusiera remedio, de otro modo el mismo lo haría llevándose a Nuria y cancelando la boda, al menos para la familia Montes; la calma llegó en automático.

El domingo día de Pascual Bailón, se llevó a efecto la ceremonia religiosa; un grupo de amigos de Eloy, compañeros de la universidad, ayudaron al celebrante; uno de ellos cantó el “Ave María”; así término del acto, salieron al atrio estando éste pletórico de personas, familiares, amigos, invitados y la gente que se mezclaba de las otras misas; parecía una romería, todo el mundo tomando fotos, dando abrazos, felicitaciones, lágrimas y berrinches de las jóvenes y la señora Montes; solo Don Román departía con el grupo de amigos del licenciado García Ruíz.

Todos los invitados siguieron al cortejo nupcial hasta el restaurante en donde se llevaría a efecto la recepción y acto social. La salvedad era que los novios solo los acompañarían durante el brindis debido a que el vuelo que los llevaría a su destino nupcial saldría en dos horas, ya sus maletas y documentos se encontraban en las oficinas del Canadian jet; siguieron el brindis, las porras, la despedida del señor Montes, el clásico ¡Beso, beso, beso! y por supuesto la bendición de la tía:

– Eloy los bendigo y le estoy entregando a una…

– ¡Adiós señora! Se nos va el avión.

Jorge Enrique Rodríguez.

30 de abril de 2014.

https://www.facebook.com/enriquegarzaescritor/