No, no te alarmes, no te haré daño. Le decía un joven adulto a un niño que jugaba en el jardín de un bello pueblo del centro de Tequisquiapan, en el estado de Querétaro; el niño sorprendido, detuvo su juego y con un pequeño auto en su mano se le quedó viendo fijamente, y al mirarse ambos, quedan sin decir palabra. Era sorprendente el color de los ojos de ambos, azules casi transparentes. El adulto rompe el silencio y dice:

– Mira cualquiera diría que somos parientes.

El niño pregunta. -¿Qué son parientes?, yo no soy hombre, soy niño, además mi mami me dice que no hable con desconocidos. Diciendo esto el niño levanta otros dos pequeños autos y se echa a correr. El adulto alcanza a ver en qué casa se introduce el niño y también se retira; pero en su corazón lleva una sensación de angustia, su sorpresa es por pensar en los rasgos del niño, el color de sus ojos y como si fuera poco la mandíbula a angulada y partida al centro de la misma.

Aarón Shunsky Báez, mexicano por nacimiento, nacionalizado israelí, actualmente profesor en antropología en la Universidad de Israel. Ahora en viaje de visita en la República Mexicana, asesorando a un grupo de estudiantes de la preparación de su tesis sobre comunidades de los estados de Querétaro y Estado de México.

El resto del día, lo tomaron los estudiantes y el asesor para descansar del viaje y acomodarse en sus habitaciones y tomar un reconfortante baño. Aarón hundido en sus recuerdos. Hacía 10 años él vino a la zona, a realizar su tesis correspondiente. En aquel tiempo fue invitado a pasar la temporada en la casa de una familias de origen israelí de apellido Manklip, quienes tenían dos hijas llamadas Sara y Ruth, esta última era una bella joven, rubia de cabello dorado, ojos azules preciosos casi transparentes, motivo por el cual Ruth y Aarón quedaron impactados.

Durante el período de trabajo de Aarón, se desarrolló una amistad muy especial entre Ruth y Aarón que no era bien vista por los Sres. Manklip, por considerar al muchacho fruto de un amor impuro, debido a que era hijo de padre israelí y madre mexicana, y haberse efectuado el matrimonio religioso bajo la ley católica. Los muchachos se amaron con toda la intensidad del alma y la pasión que un sentimiento verdadero le ponía a su alcance.

La negativa de los señores Manklip, fue rotunda y definitiva, su argumento era que Aarón regresaba a Israel a terminar su carrera y Ruth en muy en breve tiempo terminaba la maestría en Lenguas Aborígenes de América y lo más fuerte era que Aarón era un hombre “impuro”, cuando se despidieron con lágrimas en los ojos, nunca supieron que ya existía una semilla de su gran amor.

Aarón Shumsky Báez, regresó a Israel para terminar su carrera y a dirigir su vida en compañía de sus padres. Aarón con ímpetu que rayaba en la locura, se dedicó al estudio de dieciocho a veinte horas al día, se enfermó, perdió peso y no se diga cuando los correos electrónicos dejaron de llegarle con la regularidad de antes, sin previa noticia se ausentaron los correos y el número de teléfono fue dado de baja, nunca supo nada y así pasó mucho tiempo. Aarón terminó su carrera, se gradúo con muy altos méritos. El Gobierno de Israel le ofreció un puesto muy elevado en el Gabinete Ministerial, pero declinó el honor, pidió que le dejaran simplemente como catedrático de la universidad, cosa que le fue concedido de inmediato.

La dedicación que prodigo a los estudiantes, la entrega a sus cátedras tuvo efecto entre sus alumnos, fue la razón de que lograra ser nominado como posible candidato a ser el Rector más joven de la historia en la universidad.

Los procedimientos de educación en la universidad siguen su desarrollo normal y se inició la convocatoria para la elaboración de las tesis para la presentación de exámenes profesionales en la carrera de Filosofía y Letras, en el tema de Lenguas Aborígenes de Meso-América, como en otras ocasiones se elige Querétaro en la República Mexicana, y como centro de operaciones, el recinto de la Universidad de Querétaro, en Tequisquiapan.

Por su ascendencia México-israelita el Prof. Shumsky fue designado por la rectoría como asesor del grupo que iría a México, seleccionados previamente por sus promedios en toda su carrera, sólo irían los mejores. El tiempo de preparación se fijó en 30 días para tener tiempo de conseguir los permisos correspondientes de los alumnos y tener la documentación correspondiente.

Llegado el día de la salida todos fueron pasando lista al serles entregado su pase de abordar, vigilados por su asesor Shumsky, veintiuno incluido él mismo. Cuando la nave aérea se desplazaba en medio de la nada, al frente sólo la curva del horizonte y hacia el poniente una línea oscura que minutos antes había sido el Continente Asiático, el Prof. Shumsky inmerso en esa imagen nebulosa, llega un período de tiempo muy significativo para él hacía diez años, que vivió esta misma realidad, y su pensamiento se concentró en solo una persona; Ruth Manklip, que habría sido de aquellos ojos, que no podía calificarlos de hermosos porque caería en un rasgo de soberbia, porque son iguales a los suyos, azules, casi tan claros como un cristal, mirada profunda y dominante y dulces a la vez. ¿Qué fue de ti mi adorada Ruth? Todo el vuelo se lo pasó pensando, en que habrá pasado con esa familia, por qué de repente se cortó toda comunicación con ellos, ni correos, ni teléfono, ni nada.

Fueron transportados a su base en Tequisquiapan en un autobús de la UNAM, por sistema de intercambio. El Prof. Aarón había solicitado ser alojados en La Posada San Francisco, cuyo dueño es amigo del profesor, estando está muy cerca de la Universidad de Querétaro, desde luego todos los gastos serán cubiertos por la embajada de Israel. Los trabajos se iban desarrollando de acuerdo a los programas establecidos, los muchachos eran atendidos por los profesores residentes y el Prof. Shumsky, desde luego. Todas estas labores se desarrollan durante el día de las 07 a las 15 horas.

Todas las tardes después de tomar un refrigerio, Aarón se dedicaba a visitar el rumbo donde vivía Ruth cuando la conoció, mismo domicilio donde él vivió su trabajo de entonces. Deseaba encontrar a alguien que le pudiera dar noticias del motivo de su búsqueda. Los días siguientes optó por visitar los lugares donde ellos llegaron a visita; la casa de la cultura, palacio municipal, La Trinidad, el Oasis, la Peña de Bernal, Ezequiel Montes, San Juan del Río. Hasta ese momento había sido una búsqueda infructuosa y todos los días era de llegar a la posada entre once y doce de la noche, motivo que ocasionó que el jefe de grupo hiciera un reporte a la rectoría directamente. Faltaban escasamente 4 días para terminar el programa y para el regreso Aarón tenía ya un citatorio en la rectoría.

Al día siguiente por la mañana fue a la oficina de migración a Querétaro para solicitar la autorización de salida de todos nosotros, ya que habíamos terminado nuestro trabajo en esta República. Al presentarse Aarón en la oficina de migración, lo recibe una guapa mujer pelirroja de ojos color almendra y muy bien maquillada; antes de recibirme los documentos se me quedó mirando y me dijo:

– ¿Eres Aarón, el que era novio de Ruth Manklip? El color de tus ojos es inconfundible, son idénticos a los de Ruth. Le hice otra pregunta:

– ¿La conoces?, ¿Es amiga tuya?

– Responde la pelirroja, sí; es quien te va a firmar la autorización de salida, no sé cómo va a reaccionar; regresa en una hora y al entregarte ella tus documentos, hablen, para verse fuera de aquí, porque el ministro la pretende y no lo acepta. Estoy segura que se van a aclarar todas tus dudas.

Treinta minutos antes de que terminaran las labores del día en el Ministerio de Migración, llegó Aarón Shumsky a recoger los documentos de sus muchachos. La chica pelirroja se apresuró a la mesa de recepción y después del saludo, le indica que ya están los documentos en poder de Ruth, que suba por ellos al piso siguiente en la oficina de la dirección administrativa; previo a tocar con el nudillo de los dedos la puerta, su corazón latía como si fuera un tambor africano, sus sentimientos se mostraban como vendaval, angustia por no saber si sería por recibido, miedo a ser rechazado, felicidad por haber encontrado a la persona amada. Con saludo tímido:

– Buenas tardes, vengo por… sin levantar la vista la persona sentada al escritorio contesta:

– Si pase, aquí están ya, da la vuelta, entrega una carpeta con documentos y cruza la mirada con Aarón.

Un silencio como de santuario se apoderó de la oficina, se le cayó la carpeta al suelo y los documentos se esparcieron por el suelo y ninguno de los dos acertaba a decir nada. La primera en articular palabra, fue Ruth exclamando sólo una palabra:

– “Tú…”

Ambos con lágrimas en los ojos, suavemente se acercaron y abrazándose con una comunión de almas indescriptible.

– Sí amor mío, han pasado muchas cosas. Ella dice:

– Espérame en una hora en el “Café Kapuchino´s”.

La cita se efectuó precisamente a los sesenta minutos del encuentro en la oficina de Ruth, la conversación se fue referida a partir del regreso de Aarón y el período en que tuvieron contacto por correo electrónico, que duró aproximadamente de ocho meses más o menos, después silencio absoluto, el número de teléfono fue dado de baja y Aarón no volvió a tener noticias de Ruth. A partir de entonces éste se convierte en una máquina de estudio y trabajo como pocos. La narración de Ruth, fue más dramática cuando sus padres se dieron cuenta que estaba esperando un niño de su becado, se enfureció tanto el padre que la corrió de su casa, a pesar de tener la religión judía, se refugió con las madre salesianas de María Auxiliadora en Querétaro, lugar en donde pasó todo su embarazo y recibió atención sicológica, que le fue otorgada por las madres salesianas. Durante su estancia hacía labores de administración en la casa y fungía de maestra con los niños y niñas que recogían de la calle las monjitas. Pasado el tiempo, el Rector Regional, Padre Oswaldo, le llamó la atención el apellido de Ruth y estudió su expediente y debido a sus conocimientos y grados universitarios la recomendó en el ministerio de migración estatal, ya que el actual ministro era un benefactor de la obra salesiana. Habiendo llegado a la dirección administrativa actualmente. Con sus padres dado la forma de su actitud, nunca los busco después de la desaparición de ellos, porque hasta la casa vendieron y no dejaron rastro alguno.

Habían pasado más o menos tres horas, cuando Ruth, apresurada dice:

– Me tengo que retirar porque tengo un compromiso.

 Él se ofrece a llevarla a su casa, no aceptando por no saber a donde ella iría, solo le comentó:

– Voy a la casa de la mamá de Miriam, mi asistente en la oficina para saludar a su mamá.

Quedaron de llamarse por teléfono.

Esa noche, al revisar los documentos recibidos se dio cuenta que faltaba un pasaporte, precisamente el suyo, posiblemente por la sorpresa al entregarlos y caerse al suelo, quedó fuera de la carpeta, ¿Fue casual o por alguna razón? Al primer minuto hábil del día siguiente, llamó por teléfono y le comentó la falta del pasaporte, ella, disculpándose le dijo que había caído a un lado del escritorio y ninguno de los dos se dio cuenta. Convinieron ir a comer al mismo sitio de su cita del día anterior a las quince horas y le llevaría el documento faltante. Se presentó Ruth Manklip puntual a las tres en punto. La impresión que causó su presencia se hizo notar por un momento de silencio y atrajo las miradas de los parroquianos que en esos momentos tomaban sus alimentos. Luciendo un traje de impecable corte empresarial de color azul rey y como complemento una delgada mascada azul cielo al cuello, elegantes zapatillas de la misma tela que el traje. Como joyas de la corona dos ojos azules muy claros casi transparentes y como para iluminar el cielo que Aarón contemplaba, dos pequeños diamantes que adornaban sus perfectos oídos, quien como dijimos petrificado, sostenía en sus manos una orquídea en una cajita de cristal, que palideció ante la belleza de Ruth Manklip.

Tímidamente con un ademán de la mano izquierda la invitó a sentarse y con la otra mano, le entregaba la flor radiante de lozanía; pero pálida de envidia al sentirse superada.

– A las diosas se les saluda con veneración y presentes.

– Eres el mismo de siempre, pero no exageres, somos mortales y ambos nos hemos fallado.

Al tomar asiento ella extiende su mano derecha y él corresponde al saludo con amoroso beso en las falanges de sus bien cuidados dedos y uñas perfectamente cuidadas, el saludo concluye con un cálido y prolongado apretón de manos. Ella se sonrojó tímidamente.

Una vez que ambos han revisado las circunstancias de su separación hace diez años y convencidos de que sus sentimientos en vez de desvanecerse, han incrementado su intensidad, deciden reanudar su relación; pero se repetía la circunstancia de que Aarón debería regresar a Israel en breve.

– Deseo decirte algo muy importante, sólo que antes quiero que me respondas una pregunta.

– ¿Qué trascendencia tiene tu relación con el hombre que mencionabas ayer? La respuesta fue contundente:

– Él es mi vida, la razón de mí existir, el motivo de mis desvelos.

Mientras Ruth decía esas frases, que para Aarón fueron latigazos en pleno rostro, derramaba dos enormes y cristalinas lágrimas de un hombre que sufría una decepción. Con una discreta y dulce mirada Ruth le dice:

– Vamos, te lo voy a presentar, ahí en casa tomaremos una taza de café artesanal que traje de Huatulco.

– No sé si debo, no quiero causar problemas.

– Anda acompáñame, añadió la bella rubia.

El trayecto del restaurant hasta su casa, aunque era muy cerca, transcurrió envuelto en un pesado e indescriptible silencio, con su mente llena de dudas Aarón pensaba, ¿A qué voy, no me entiendo? Al doblar la esquina, calle ya conocida por Aarón y de la puerta de la casa, que también reconoció, salió corriendo un hermoso niño, también ya conocido, de aproximadamente 9 años, de cabello castaño claro de armoniosas y cortas ondas naturales, y esos ojos que tanto le llamaron la atención, con delicado grito sin estridencias dice:

– ¡Mamita! Lanzándose a los brazos de la dueña de los ojos azules idénticos a los del niño. Ella lo recibe amorosa y lo cubre de besos

– Mi amor, ¿Cómo te fue en la escuela?, ¿Tomaste tu almuerzo completo o lo compartiste con tus amiguitos? Ven David, te voy a presentar con alguien, mira él es el profesor…

– Ya lo conozco, interrumpe David, me dijo que iban a pensar que somos parientes, ve, tenemos los ojos del mismo color. Mami, ¿Qué son parientes? Te fijas mi pelo y el de él son iguales.

Una nueva carga de silencio cae sobre los personajes. Los adultos se miraron fijamente, ambos en silencio, él perplejo y lleno de preguntas y ella orgullosa y satisfecha de haber llevado una vida digna y limpia, le dice al Prof. Shumsky:

– Si Aarón, David es tu hijo.

Cualquier comparación sería pálida contra lo que en realidad sintió, como si fuera la explosión del nacimiento de una nueva Vía Láctea, mudo, pálido, inmóvil, no acertaba a mover un dedo ni articular palabra alguna.

– Sabía que no me ibas a creer, exclama Ruth.

– No debí decirte nada.

– David, vámonos.

– No, por favor, al contrario, esto afirma lo que tengo que pedirte. Sin más preámbulo de dice a Ruth:

– Cásate conmigo, vámonos a Israel y junto con David construyamos una familia.

– Pasa, tomaremos el café que te ofrecí y hablemos.

Es una estancia modesta: pero delicadamente decorada, con buen gusto y sin aglomeración de accesorios, destacando al centro de la pared, un hermoso dibujo original representando una bellísima orquídea color lila, dibujada y obsequiada a Ruth por un antiguo estudiante que se enamoró perdidamente de ella, enmarcada por un bello cuadro hecho por artesanos de La Peña de Bernal en Ezequiel Montes, Querétaro.

El pequeño David, con toda cortesía le dijo a Aarón:

– Quédate a cenar con nosotros, a mi mami le va a dar mucho gusto.

– El niño es muy inteligente. Ya platiqué con él, no tenemos secretos entre ambos, ya sabe quién eres y toda nuestra historia. Siguió hablando Ruth.

– Ni tu ni yo somos culpables, cuando tu regresaste a la universidad, ni tú ni yo sabíamos que ya estaba esperando un bebé. Todo se agravó al morir mi padre.

Delicadamente Aarón interrumpe tomando la mano de Ruth y dándole un amoroso ósculo de amor, le repite muy suavemente:

– ¿Te casarías conmigo? Amor.

– Tú te regresas en dos días.

– Hoy hablo con el rector, pido licencia y hacemos lo que tú desees; vivimos aquí en la República Mexicana o en Israel, tú lo decides.

– Muy bien acepto.

Se escuchó un infantil, alegre e indiscreto grito:

– ¡Ya tengo papá, ya tengo papá!

El niño escuchaba tras de la puerta.

Jorge Enrique Rodríguez.

4 de junio de 2008.

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