Sentían los lugareños un frío que calaba los huesos, no querían salir de sus casas; la neblina era densa y se podría cortar con un cuchillo, sólo que tenían Sam y Fredy la obligación de llegar a relevar a los enfermeros del turno nocturno en el hospital del Condado de “Orange”. El nosocomio se encuentra a una milla del albergue en donde están viviendo Fredy y Sam. Tomando el camino de todos los días, muy lejos alcanzaron a ver dos pequeñas luces, presumiblemente de un auto, con la neblina no se distinguen más detalles, ni color o número de la placa o marca del automotor.
Ambos jóvenes ven a lo lejos que el auto se detiene, apagan la luz de los faros delanteros quedando encendidas las luces del estacionamiento parpadeando. Baja un hombre corpulento del lado del chofer, otro con bata de médico, baja del lado derecho y ambos van hacia atrás a la cajuela, la abren y entre ambos sacan un envoltorio negro, arrastrándolo hasta unas veinte yardas y lo depositan entre la yerba y los árboles. El hombre de la bata blanca, se la quita y la bota entre los matorrales, regresan al auto, encienden las luces, dan la vuelta y regresan por donde venían. Fredy le dice a Sam:
– ¡Mira no tiene la luz trasera del lado derecho!
– ¡Corre, se nos hace tarde!
Entran en forma precipitada ambos compañeros, jadeando checan la tarjeta en el último minuto, el jefe de piso los ve llegar y les dice:
– Por poco y no entran, ¿Qué les pasó? siempre llegan muy temprano.
– Es que vim… (Balbucea Fredy).
– Se me olvidaba la llave de mi locker.
A ver, a ver, ¿Por qué me mienten? Saben que en vigilancia hay duplicados de todo, ¿Qué pasa? Quiero la verdad.
Le vamos a decir la verdad jefe Brawer (Fredy rompió el silencio y Sam palideció).
Los jóvenes hicieron una narración muy puntual de lo que habían presenciado. El jefe Brawer escuchó con atención y sin hacer preguntas, tomó su equipo móvil, dando una orden:
– Preparen ambulancia para atender emergencia en la carretera estatal, espero en puerta dos. Los asistentes Fredy y Sam, van conmigo. Urgente. Fuera.
– ¡Vámonos! (Señalando a los dos muchachos).
El protocolo de emergencias inició de inmediato, se hizo el reporte a la policía de caminos, al llegar al lugar señalado por los paramédicos ya habían arribado al lugar donde encontraron el bulto reportado. Estaban recorriendo, a diferentes distancias, cuatro investigadores, uno tomaba fotos del bulto y de las pisadas que se apreciaban alrededor del mismo, otro interrogaba a los curiosos que salieron de quien sabe dónde, encontró el jefe del grupo una cartera, sin dinero; pero con varias credenciales con identificación de un posible difunto a nombre de Alfonso Bravo Elías, la cartera lleva manchas de sangre y señales de que había sido abierta y extraído el dinero que pudo haber contenido.
En ese momento llegó el agente del ministerio público el Lic. Martín Sterling, procediendo a realizar su trabajo. Se llevó a cabo la apertura de la bolsa negra y fue una terrible visión, Sam se desmayó y Fredy volvió el estómago estrepitosamente. Lo que se vió fue increíble; un torso desnudo sin el brazo derecho, sin piernas, sin cabeza; el cráneo, en una bolsa más pequeña, con las cuencas de los ojos vacías, el resto del cuerpo hecho pedazos. Viejos paramédicos con mucha experiencia, vaciando sus estómagos en forma por demás dolorosa. Un horror en grado máximo. Nadie se atrevía a iniciar el levantamiento de aquella escena dantesca, hasta que Brawer grita a sus dos acompañantes, ya repuesto les dio una tronante orden:
– ¡Señores!, ¿de qué estamos hechos? A trabajar o nos van a ganar las bestias de la montaña, la brisa matinal ya está esparciendo el olor a sangre humana, vamos, vamos, después vamos al desayuno.
El operativo duró poco más de dos horas, quedando una guardia de seis elementos en un área de aproximadamente diez mil metros cuadrados, buscando pistas y tomando fotos e interrogando a todos los vecinos del rumbo, en ambos lados de la carretera.
La investigación se hizo a través de la oficina de migración, debido a los datos que se mencionan en la credencial encontrada en el lugar de los hechos, se veía que era un hombre de pelo blanco totalmente, solo que era de 35 años de edad, con domicilio en Puebla, México, no venía fecha de entrada al país, ningún otro dato del cuerpo encontrado, nada que los oriente. En esas condiciones se pasó una semana, inclusive se hicieron publicaciones en twitter; pero nada, hasta 48 horas más tarde, alguien que dijo llamarse “Atila” solo indicó:
– Tweet/: Alfonso Bravo trabajaba para “IMC Imperial Chemical, Co”. Atila (No dijeron más datos).
La policía cibernética desplegó su red para localizar a “Atila” en busca de más datos.
Personalmente el comandante Sterlin junto con el detective Bill Barnes se impusieron la tarea de resolver este caso.
VEINTE AÑOS ANTES.
Alfonso Bravo Elías, próspero comerciante en alimentos para ganado bobino, cerdos y aves de corral, de familia originaria de la España Franquista; pero él nacido ya en la República Mexicana, en Puebla de los Ángeles, Puebla. Tenía una residencia en el sur de la ciudad y un terreno de tres mil metros cuadrados, teniendo en ese lugar su negocio de compra y venta de alimentos y fórmulas alimenticias para lo cual lo asesoraban en IMC México. Los viajes a EE. UU., eran muy frecuentes, lo mismo que a Veracrúz, Oaxaca y al interior del estado de Puebla.
Nunca se le vió entrevistarse con gente que no fuera con los dueños o gerentes de producción o médicos veterinarios. Siempre fue catalogado como un gran colaborador de IMC México.
Una noche de luna en cuarto creciente, en los portales del centro de la ciudad, tranquilo, cenaba en una de las mesas que ofrecen servicio en los portales frente al recinto religioso ya mencionado, un joven delgado, ancho de hombros, alto, pelo totalmene blanco por naturaleza. Degustaba un platillo de chiles rellenos en nogada, es la temporada, acompañado de una jarra de clericot con vino linto, jugo de limón, fruta variada cortada en trozos pequeños, el hielo se presenta aparte, ya que puede variar en gustos. Terminando el primer platillo “humm” ¡Qué sabroso!, se acercó un hombre y sin pedir permiso toma una silla y se sienta frente a el:
– ¡Hola! ¿Cómo estas? Has de cuenta que me conoces, sonríe.
– Hola, ¿Qué desea?
– Sabemos quien eres, Alfonso Bravo Elias, 20 años, vendedor de IMC, y quieres crecer; pero no tienes dinero suficiente para expandirte, ¿Es cierto?
– No sé qué decirte, (se pone nervioso). ¿Quién eres y como sabes esas cosas?
– Me conocen como “El Tejón”, soy el contador del grupo “Kura-Kan” y nuestro guía es el “Popol Vuh”.
– Si son tan grandes y tienen todo resuelto ¿A mí para qué me necesitan?
– Queremos gente nueva en los cargos importantes, te hemos investigado desde hace un año y eres el tipo ideal para ésto. Eres soltero, no tienes familiares, ni amistades cercana, no eres drogadicto, tu carro te lo vamos a cambiar por uno nuevo, arreglado para la chamba y con el dinero que ganes con el nuevo trabajo, te va a alcanzar para establecerte por tu cuenta sin dejar de trabajar para “Popol Vuh” ¿Qué? ¿Ya estas adentro?
– Pero es que…
– Es que nada…(se hace un poco hacia adelante, se levanta el chaleco y deja ver la cacha de una pistola automática de nueve milímetros) ¿Convencido?
– Quiero conocer a “Hura-Kan”.
– A su tiempo, él te mandó buscar.
A partir de ese día, Alfonso Bravo Elías reinició sus labores visitando a sus clientes; pero se notaba muy nervioso, inquiero, desconfiaba de todo y de todos. Su amigo, Emilio Cid, le hizo notar que era evidente su estado de nervios, le pregunta:
– ¿Qué te pasa amigo?, ¿A qué se debe que no has visitado a los de Rancho Romero?
– ¡Emilio amigo mío! (Se deja caer pesadamente sobre el sillón de su oficina).
– Te invito a comer en la fonda Santa Ana, y ahí platicamos. Tienes una cita a las diez y media, no es bueno que dejes el trabajo a un lado.
En ese momento tocan a la puerta de la oficina y sin esperar respuesta, entra un sujeto muy mal encarado, Flor la secretaria le dice:
– Don Alfonso, se metió sin avisar.
– Esta bien Flor, ya déjalo.
– Te lo manda”Popol Vuh”, esta en la calle. (Se escucha el ruido de un llavero caer sobre el cristal del escritorio, Emilio se queda boquiabierto).
– ¿Qué significa esto? (Se sienta frente a su amigo, el llavero permanece sobre el cristal, ambos guardan un pesado silencio).
Flor interrumpe a su jefe preguntándo si va a salir a comer, en este momento, Emilio había salido sin despedirse.
– No Flor no voy a salir.
– Lo felicito por su auto nuevo, esta lindo. Provechito.
La vida de Alfonso Bravo empezó a cambiar en forma muy bien planeada.
En pocos meses se notaron cambios radicales, se contruyó una nueva bodega, se contrataron elementos nuevos como vendedores, el equipo de contadores llegaron de Yucatán, quedando como director general el Lic. Alfonso Bravo Elías.
Un día, al llegar a su oficina, Cyntia, la nueva secretaria, le pasó una llamada de alguien que llamaba de Mérida.
– Diga…
– Digo que sales a las tres am. mañana, via Guadalajara. En el auto están las instrucciones y contactos. El dinero lo guardas en el carro ya sabes como. Demuéstrame de que estas hecho. Si fallas como dijo el chino “cuello”.
– ¿Qué es lo que llevo? ¿A quién debe hacer la entrega?
– No seas imbécil.
– Vamos respetándonos, (levantando la voz). Si quiere respeto, respéteme usted, no me trate como a sus esclavos. ¿Escucho?
– A que muchachito tan alzado; pero me agrada tu reacción. Cumple esta ocasión y a tu regreso, hablamos respecto a tu futuro.
El primer punto de su recorrido fue en Guadalajara en Av. Vallarta y en una tienda departamental, en el departamento de guardapaquetes, entregó una contraseña y le entregaron un portafolio de piel color negro, que contenía pasaportes con su foto; pero con tres nombres diferentes: René Suarez Rossi, Angel Rojas Tanul y José Suárez Rojas, tres credenciales del INE con tres nombres direrentes. Hasta este momento comprendió la magnitud del problema en que estaba metido, pensando:
– No me voy a conformar con ser un segundón, voy a llegar hasta la cúspide. No seré un simple “PIPOPE”.
Siguió su ruta hacia la frontera, en Culiacán, invitó a comer en un restaurante de lujo al célebre Juez de la Sala de Audiencias. Durante la comida le entregó al juez, un envoltorio de tela con una cantidad de dinero “muy considerable” diciéndole:
– Dile a tu jefe que la próxima semana salen todos.
El siguiente contacto fue en el Hotel Internacional, en el bar del hotel, preguntar al mesero “el Gringo”, por “el Güijo”, éste fulano, exconvicto, estaba en la mesa de conocido cantautor, era necesario buscar varios contactos para poder entrevistarlo. Pasaron tres horas y ese fulano no aparecía, entonces Alfonso dirigiéndose al “el Gringo” le reclama:
– Mira Gringo, dile al Güijo, que si cree que tengo su tiempo, que me reciba o le hablo a mi jefe que no me quiere recibir ¿entiendes?
– Aquí el único que grita soy yo… ¿Quién te has creido? (Saca una escuadra y apunta a Alfonso, quien a una velocidad de relámpago dispara su arma, hiriendo al Güijo en la mano que sostenía la fusca, haciéndole tirar su arma.
– Ahora no me salgas con que no me puedes recibir. Te lo ordena “Popol Vuh” (Los ojos del maleante brillan de impotencia, dolor y sumisión).
– Ta güeno… Así por la buena. Eres muy güerquillo para andar en estas danzas… ¿Qué, no?
– Apúrate, que ya me hiciste perder mucho tiempo.
– Agüigüi… aguanta un…
– No. Voy contigo. (Sin guardar el arma lo sigue).
– ¿No me tienes confianza?
– Tienes tu historia. (Recibe un portafolios de aluminio).
– Ya sabes, es para el comanche de la aduana.
– ¿Está cerrado? (Revisa que la clave esté corrida).
– Adios güerito, me debes una. ¿Sabes que estas cargado?
– Claro güey.
El Poncho, como de aquí en adelante lo vamos a conocer, no toma la carretera hacia Tijuana, que era la ruta marcada, sino que desvió al puerto de Topolobanco, en donde alquila una barcaza pesquera que lo lleve por el Mar de Cortes hasta cerca de Tijuana, ahí retoma la carretera a la frontera. En la aduana localiza al objetivo, hacen intercambio del portafolios, llevan el auto a un hangar y trasladan la carga del auto a una avioneta Cesma que esta ahí. Llenando el espacio del auto con una cantidad de dólares inimaginable. El Poncho se retiró hacia la avioneta y partió con rumbo a Colorado.
Esa noche y el día siguiente los paso en Tijuana, mientras revisaban el auto, cargaban combustible, se cambiaron las cuatro llantas, afinación, etc. etc. Unos minutos antes de partir, llamó a Mérida:
– Señor misión cumplida, salgo para el nido en media hora.
– Cambio de planes, regresarás en avión, llévate el auto al aeropuerto, ahí busca al Capitan Ruíz, te lo recibirá, lo traerá en un aerocarguero, el Güijo te está esperando en San Carlos, te quiere eliminar, tu hazaña con él ya la conoce todo el grupo, te quiere desaparecer. Te felicito.
El Poncho fue designado como Jefe de Operaciones en la zona Puebla, Tlaxcala y sur de Veracruz, en virtud de que el Granillo, jefe anterior, fue ejecutado por una banda enemiga. El Poncho absorbía con suma facilidad todo lo relativo al traciego de sus productos. Antes de cumplir dos años de andar en esta nueva actividad, ya se había apoderado del lado oriente de la sierra norte, logró los mercados del total de la cima de la sierra y parte del mercado de los barcos europeos.
El aumento de sus operaciones crecía en forma exponencial y los concejales de “Popol Vuh” y él mismo, empezaron a pensar que si no sería posible que el Poncho quisiera independizarse, lo planearon en la siguiente forma: (Popol Vuh, no habla directamente sino usa un modulador de voz para evitar sea identificado por ese medio).
– Que Alfonso Bravo venga de inmediato y hablará conmigo. ( La orden fue transmitida por radio).
– En cuanto embarque el envío llegaré. (Fue la respuesta).
Dos días después llega Alfono. El Popol Vuh va la presencia de Poncho, con su acostumbrada indumentaria de maya de los tiempos del origen de la leyenda auténtica de “POPOL VUH”, además una máscara de jade que no deja ver las facciones del rostro, con el tono de voz modificado por medios electrónicos. Los primeros momentos de la entrevista, fueron borrascosos, llenos de reproches reglas rotas y falta de autorización para ampliar el mercado hasta Europa.
Fueron diez días con sus noches, los últimos tres días fueron muy silenciosos, no regaños, no planes, nada, parecían noches de terror. Al atardecer del décimo día, el jefe pide unas bolsas grandes negras y dá las siguientes órdenes:
– Que venga el Güido de Sinaloa y le entregan el paquete que le dejo aquí. Ya sabe lo que tiene que hacer. ¡Es urgente! ¡Es urgente!
– Si jefe a sus órdenes.
– Voy a Portugal, tenemos problemas, cualquier problema véanlo con el Poncho, lo que él diga es una orden mía… ¿Entendido?, ¿Entendido?
Esta emisión de voz sonaba distinta, como si se tratara de un relámpago del abuelo Kura-Kan ante quien se doblegaban todas las tribus de la zona en el tiempo del esplendor Maya.
El verdadero nombre del “Güido” era Lencho Pérez Jolote, su padrastro era un borracho consuetudinário, en una de sus francachelas abusó sexualmente del joven ya adolescente, cuando este hombre estaba durmiendo la mona, lo mató de una pedrada, su propia madre lo denunció y fue enviado a prisión en Culiacán. Fue compañero de celda de un italiano homosexual, quien lo bautizó con el nombre del Güido, le recordaba a su expareja, duró esta convivencia cinco años, hasta que en una ocasión el Popol Vuh, sacó a una ronda de sus bandas, ya se imaginan, con muchos millones, entre ellos se colaron el italiano y el Güido, éste, era muy sanguinario, despiadado. Al poco tiempo fue nombrado jefe de zona en Culiacán y Nayarit. En un encuentro con la Marina, Güido mató a traición a su pareja, el italiano, según dijo que ya le caía “gorda”.
Llegando Güido a Mérida, le transmitieron las órdenes y recibió el paquete, en el mismo transporte en que regresó El Poncho, volaron a Terre Haute a cumplir su mandato. La madrugada en que arribaron a su destino, decidieron terminar con el trabajito que para el Güido significaba muchos dólares. Usaron el auto y un guarura de la base, trasladan el paquete y parten hacia el siguiente condado; el auto se empieza a tironear y deciden acabar ya, paran a un lado de la carretera, bajan su envío, lo botan unos metros de la cinta asfáltica, se dan la vuelta y regresan, sin darse cuenta que a lo lejos se veían dos hombres vestidos de blanco, al huir el auto pasa frente al Hospital de la Cruz, sin darse cuenta que fueron vistos por aquellos hombres de blanco. Las cámaras de vigilancia del frente del hospital captaron el paso del automóvil por ambos costados, por lo cual fueron captados los rostros de ambos maleantes.
El comandante de la policía y Mr. Sterling del MP seguían la investigación sobre el macabro hallazgo, con la credencial del INE a nombre de Alfonso Bravo Elías, se encontró que ya hacía tiempo se había mudado a un hotel del centro de Puebla; pero en el garage estaba abandonado un auto de modelo atrazado y en las últimas semanas traía un auto deportivo último modelo, solo que no había vuelto ni a rescatar el viejo auto y sus pertenencias, desde luego no pagó su última estancia.
En los archivos de la SEIDO, se localizaron antecedentes del Güido, José Perez, el Pepe; luego el Güido, tiene tres ingresos a un penal, formó parte del cartel de Sonora y últimamente del cartel Kura-Kan, se le busca por trata, cinco crímenes, posesión de drogas y portar armas de uso exclusivo del ejército, del acompañante no se encontró nada; se difundieron sus rostros en todas las ciudades de la República Mexicana y de EE. UU. Esta línea de investigación no se abandonó, se seguiría hasta su última consecuencia, sin embargo el caso del cadáver desmembrado, no había avances, no existían antecedentes del supuesto dueño de la credencial de ABE, ni poder hacer estudios de ADN, Se dio carpetazo al caso, Mr. Sterling pensó en investigar por su cuenta.
Los amigos y conocidos en Puebla compañeros de trabajo de Alfonso se extrañaron por la ausencia de él; pero como vieron que empezó a cambiar de vida, no les interesó demasiado por su modo tan particular y solitario. El administrador del depa, esperó al témino del depósito que tenía, optó por mandar a la bodega del edificio, las pocas pertenencias que dejó Alfonso Bravo Elías.
Popol Vuh, sereno como dijimos antes, inició negocios con España, Francia e Italia con el mismísimo Gino Trenti. Éste último, dado la importancia de la negociación, exigió una video entrevista. No fue aceptada por la razón de estar en su despacho con el gobernador de Yucatan, insistió en verse personalmente; en dos semanas va a Italia y entonces ahí concluirán la negociación. Trenti vociferó, pateó, y sentenció:
– A mí, Gino Trenti, ningún “mejicanete” me va a dar órdenes. (Dando un puñetazo en el escritorio).
– Lo sentimos mucho, el jefe ya habló y así se hará.
– ¡Caronte! Portero del infierno, ¡Llévatelo al último de tus círculos!
La SEIDO había ya aceptado en colaborar en la investigación del supuesto narcotraficante Alfonso Bravo Elias, ya sabían quién era, donde vivía y están interrogando a los profesores y amigos, todos decían que era un buen chico, respetuoso, nadie le conoció novias. Daba por hecho que el cadáver encontrado frente al Hospital de la Cruz, era del sujeto investigado. CASO CERRADO.
Ahora la prioridad de la SEIDO era ir tras de Popol Vuh; pero no tenían idea de por donde empezar. El juez Marin Sterling, ya había insinuado que tal vez había un rasgo de posibilidad si se atacaba por Yucatán, Chiapas o Tabasco, por aquello de algún regionalismo, no prosperó la idea; pero él la mantuvo en mente.
El largo brazo del narco de Yucatán se extendía hacia Europa y como punto de entrada, Portugal; punto previo a la cita con el Don Trenti, según se había pactado con el mismísimo Padrino. Cinco días después llegó un jet de última generación con una comitiva de diez guarda espaldas fueremente armados, con la misión de resguardar a Popol Vuh, acompañarlo para efectuar la entrevista de negocios con Gino Trenti.
Disfrazando el gran deseo de desaparecer al visitante, a quien ya odia, aún sin conocerlo, por no haberse dejado manipular, obligándolo a realizar la entrevista como era su costumbre, y se realizaría donde y cuando el visitante lo deseaba, estaba furioso Gino Trenti. El problema en sí, era muy complejo, América del Sur tenía comprometida toda su producción durante veinticinco años, no queriendo echar a perder este negocio, no querían negociar con Italia, por eso Gino quería comprar a Popol Vuh, que éste aceptaría; pero a otro precio, y en un territorio neutral, Portugal.
El supuesto carpetazo del caso del cadáver despedazado y que la policia de EE.UU. había dado por finalizado; el MP Martin Sterling, que no había estado de acuerdo con ese resultado, seguía investigando por su cuenta. Realizó un viaje a Puebla en donde encontró datos de inscripción de Alfonso Bravo, en la solicitud de ingreso al Servicio Militar, los análisis de sangre y el ADN no coinciden con la investigación del Hospital de la Cruz. Una nueva incógnita se presentaba: ¿Quién es el asesinado?, ¿En dónde está Alfonso Bravo Elías? Se hace una investigación exaustiva, en unas funerarias y las cremaciones, en el SEMEFO local, se hicieron análisis de ADN, entrevistas con alumnos que fueron compañeros de Alfonso. Con estos avances y reportes a sus jueces americanos, ya contaba con ayuda económica de la policía americana. Fue un reporte muy amplio; pero negativo. Martin Sterlin no se cruzó de brazos. Estaba obsesionado con el caso y pensaba:
– Existe algo que no me cuadra y voy a dar con la clave que me haga aclarar este caso, como dicen mis paisas, “A güevo”
Al mismo tiempo se desarrolla una escena muy peligrosa entre ambos capos, Popol Vhu y Gino Trenti. El punto final era la cláusula en la cual se menciona que a la muerte de alguno de los dos, quien quiera que fuese pagaría un seguro a la familia del muerto por mil millones de Euros.
La discusión llegó a tal tono de violencia entre el vocero de Popol Vhu y el mismísimo Trenri, que éste vocífero:
– No juegues al P…ierrot, quítate la máscara y hablemos cara a cara, como hombres…
– Al Gran Jefe nadie le grita. (Saca una pistola alemana y dispara).
Casi de inmediato se generalizó una balacera de ambos lados, y en menos de dos minutos quedó todo en silencio y aparentemente diez cadáveres. Todo estaba en absóluto silencio de muerte.
Aproximadamente en quince minutos, la máscara de Popol Vuh, se mueve hacia ambos lados como tratando de reconocer el lugar en donde estaba, empezó a moverse fijándose que en la mano derecha tenía manchas de sangre. Se palpó el pecho y sintió un fuerte dolor en el pecho, efecto del tiro que fue detenido por el chaleco blindado. Con alguna dificultad se levantó y caminó lentamente hacia algún lugar seguro. Al estar de espaldas se quita la máscara, quedando solo cubierto la mitad del rostro y lentamente camina hacia la entrada del estacioinamiento, en donde le espera el resto de sus guardias. Al retirarse del hotel se cruzan con tres autos patrullas de la policía portuguesa.
– ¡Rápido al aeropuerto!
– Si jefe vámonos.
– ¡Escuchen bien! (Ordena Popol Vuh). Nosotros no estuvimos en ninguna reunión con Trenti y su gente, no sabemos nada, ¿Me entienden? No sabemos nada.
– Entendido jefe.
– Rómulo, Helio y Chito, sean mis guardaespaldas de este momento en adelante, ya conocen mis rutas y deseos, no me fallen, ¿Me entendieron? Ambos a la reunión de Sicilia.
– ¿ *** ?
En pocos minutos llegan al aeropuerto, sitio en que los esperaban el piloto personal de Popol Vuh y un jet de conocida línea comercial para transladarlos a “Campo Berlucci” propiedad del Jr. del destacado financiero Enrico Berlucci, el hombre más productivo y discreto que haya existido en las historias de las mafias europeas.
El tiempo pasaba, ya era una hora de la mencionada para el inicio de la reunión y no comenzaban las pláticas, especulando sobre la impuntualidad de la gente de Italia.
En ese momento se escuchó lo siguiente en el alta voz del salón:
– ¡Atención caballeros! Se nos indica pasen al salón comedor a tomar un ligero refrigerio, nos han dado una noticia que vamos a comprobar y posteriormente iniciaremos la convención. Gracias.
El guardaespaldas de Popol Vuh, al oído, le pregunta:
– ¿Los habrán encontrado?
– Cállate imbécil. (A paso pausado se dirigen al elegante salón comedor).
Una hora después, se escucha en Italiano, repitiendo en español, el aviso siguiente:
– Les suplicamos regresen a sus asientos en el salón de plenos, daremos inicio a nuestra convención y se informará del acontecimiento ya comprobado.
Algunos segundos previos a la reunión transcurrieron muy tensos, los asistentes se miraban unos a otros tal vez pensando “¿Qué esta pasando?”, enseguida se escucha:
– Señores… sean bienvenidos a esta reunión extraordinaria, solo lamentamos mucho tener que informar a todos ustedes el lamentable fallecimiento de nuestro Lider Máximo, Don Gino Trenti. Nuestro equipo se está encargando de hacer la investigación pertinente, hay indicios de que fue ejecutado en compañía de su cuerpo de seguridad.
El licenciado del MP Martin Sterling encontró en la documentación facilitada por la Universidad de las Américas, el análisis de ADN no coincide con el resultado del cuerpo destazado encontrado en frente del Hospital de la Cruz, lo que asegura que no era Alfonso Bravo Elías; pero entonces ¿Dónde está?, la gran pregunta. Le faltaba investigar la compra del auto y el departamento.
De inmediato de dar aviso del fallecimiento de Trenti, el vocero del acto se dirigió a Popol Vuh:
– Distinguido jefe representante de Mérida, México le suplicamos se descubra el rostro, es la costumbre en estas negociaciones. Gracias por su atención.
– Caballero moderador (Habla el vocero de Popol Vuh). Fue aceptada por el Sr. Trenti, que el Gran Jefe Popol Vuh asistiera cubierto del rostro y aceptaron, aquí está el convenio. (Presentando el citado convenio, con firma autógrafa de Gino Trenti).
Se llevó a efecto un receso de diez minutos para que el documento fuese analizado, siendo agregado a la minuta del cónclave, formalmente se inició la irregular reunión.
Mientras tanto, en New York, condado de Orange, la búsqueda de Alfonso Bravo se había intensificado desde el Estado de México hasta Yucatán en donde se sospechaba que existía un grupo de traficantes que negociaban con América del Sur; desde la tierra del fuego hasta la Ciudad de México.
La principal automotriz del estado, reconoció la foto de Alfonso, es muy difícil olvidar a quien paga en efectivo una cantidad tan alta y pagar un auto blindado. Facturado a nombre de Carlos Barredo Escamilla, Mr. Sterling caviló unos instantes, saboreando una estupenda León Negro:
– ¡Ese nombre me es conocido! ¿Dónde lo escuché?, ¡Ah sí!, New York… la mafia de Yucatán.
El MP Martin Sterling, solicitó el número de caso de Yucatán; una vez obtenido se dirige al centro de archivos de casos cerrados y empieza a investigar. Pasan aproximadamente treinta y seis horas y de improviso se escucha en la soledad del recinto:
– ¡Eureka! (Sigue leyendo). Carlos Barredo Escamilla, nacido en Mérida y residente en Puebla los últimos veinte años, recluido por fraude, venta de drogas, se le vincula con el cartel de Popol Vuh, condenado a treinta años por complicidad en secuestro, evadido a los diez meses de su aprensión. Aquí esta la clave.
– “Estoy pisándote los talones Ponchito”.
Se dio a la tarea de prepararse a seguir su investigación, sin avisarle a nadie y en vuelos comerciales, se agregó barba y bigotes falsos, el se había dado cuenta de que era vigilado. Trazó su ruta: México, Puebla, Tlaxcala, Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Campeche, Yucatán, Guatemala y Colombia. Sí, es demasiado para un solo elemento; pero pensemos que es un elemento que tiene una amplísima experiencia y cuenta con la ayuda de la policia internacional, por lo tanto existe la posibilidad de su triunfo.
Después de haberse ventilado todos los puntos del orden del día, solo quedan dos, los más importantes, la substitución de Gino Trenti y el contrato de la compra de la mercancia de Colombia a través de Popol Vuh, quien la había obtenido en exclusiva por muchos años. El conductor de la asamblea se dirige a Popol Vuh:
– Gran Jefe Popol Vuh, referente a los puntos expuestos, usted que nos podrá decir, ¿Hay posibilidad de mejor precio y entrega por regiones?, ¿A quén propone para el lugar del finado Gino Trenti?
– Respetables miembros de la asamblea (Habla el vocero de Popol Vuh). Respecto a la primera pregunta, si nosotos enviamos a cada destino la mercancía, subiría mucho en su costo, además el riesgo de pérdida sería muy alto, vean los riesgos de cada translado además de la posible alteración, ustedes ya tienen experiencia sobre ese trasiego. Respecto a la otra pregunta, es obvio que firmaría mi sentencia de muerte, daría un nombre y el resto pondría precio a mi cabeza, por lo tanto les propongo, si me firman el contrato tal como esta, ustedes hagan su elección de la mejor manera posible, de acuerdo a sus usos y costumbres. Recuerden lo que dijo Alejandro El Grande cuando casi al morir le pregunta uno de sus generales: “Alejandro, ¿A quién le heredas tu reino?, su respuesta fue lapidaria… ¡Al más fuerte! Se los dejo de tarea.
– Cuando lleguen a su país encontrarán la respuesta, siendo afirmativa tendrás el traspaso según lo convenido.
El Lic. Sterling, investigador del MP de New York, sus pesquisas lo habían llevado a las afueras de Puebla, en el Rancho Romero, actualmente abandonado encontrando ahí al exsicario Angel Rojas Tanul, exmiembro del Cartel de Mérida al comando de Popol Vuh, cuyo nombre real nadie lo sabía, operaba enmascarado y hablaba solo su acompañante. Ángel fue interrogado por el MP, resultando que:
– ¿Cómo te llamas?
– Angel Rojas Tanul.
– ¿Qué edad tienes y dónde naciste?
– Nací en Mérida y tengo treinta y cinco años, mi padre era de Culiacán y mi madre yucateca.
– ¿Tienes algunos estudios?
– Si, me titulé como licenciado en finanzas.
– ¿Por qué caiste tan bajo? Mira nada más en que condiciones. ¿Qué te pasó en las piernas?
– Todo sucedió cuando conocí al muchachito poblano que era su asistente personal en esa época.
– ¿Qué pasó?
– En esos días me había enterado que Popol Vuh, había ordenado quemar la siembra de heneken de mis padres y los mandó asesinar, yo tenía poco de haber hablado con ellos, me comentaban que querían comprarles los terrenos, solo que no aceptaron, ya que les ofrecía muy por debajo del valor comercial y la cosecha que ya estaba próxima y ya vendida. No aceptaron, fueron amenazados de muerte, todo eso pasó.
– ¿Tienes pruebas de lo que dices?
– No; pero ahí estaba el Güerito, era su asistente personal.
– ¿Güerito dices? ¿Será éste? (Le muestra una foto de Alfonso Bravo Elías).
– Si, si es ese el Ponchito. ¿Lo conoce?
– ¿Hablaste con él? ¿Qué te dijo?
– Me propuso que eliminara al tan jefe, a cambio me regresaría los terrenos de mis viejos y me pagaría la cosecha completa. (En este momento se le nublan los ojos y derrama dos gruesas lágrimas de arrepentimiento).
– ¿Aceptaste? ¿Qué pasó?
– Sí, ¡Cómo me he arrepentido! Nos fuimos a Mérida y visitamos al Gran Jefe. Me presentó como candidato para encargarme de las finanzas del cartel. Me dijo:
– ¡Ah!, ¡Eres el hijo de los Rojas Tanul?
– Si jefe, acabo de llegar del otro lado, y no se nada de mis viejos.
– ¿Sabes que el que entra a este negocio no sale nunca?
– Si solo con los pies por delante.
– Bien Ponchito, tu respondes por éste, llévalo a “la pecera” nos vemos ahí en cuarenta y ocho horas.
– Seguro que sí.
– Angel no recibirás órdenes de nadie más, solo de mí y de Ponchito. ¿Me entiendes?
– Si señor.
“La pecera” era la guarida de Popol Vuh. Era un bunker acuático construido en el fondo del cenote “Piedra del Arcoiris” Hermético, era un complejo administrativo de primer órden y con los adelantos ciberméticos de última generación, anexa una bóveda blindada de 15 mts. x 20 mts. y 20 cms. de grueso el blindaje. Solo tenía acceso por un elevador acuático y la clave solo la conocen Popol Vuh y Ponchito.
Una vez en el interior de la pecera, Alfonso hace un recorrido del área en que se va a mover Carlos, que en adelante le llamarán “El Tanul”. Recibe un manual con los números de cuenta y porcentajes que debe de registrar y nada se va a bancos. Ponchito le advierte muy claro:
– Mira Tanul, aquí no hay amistades, vas a estar estréchamente vigilado, pórtate bien, que ganarás más de lo que puedas clavarte, de aquí solo sales encuerado.
– ¿Qué no hay diversión?
– Según te comportes, pero si, si la hay.
El interrogatorio se prolongó por más de diez horas.
Una semana después, Tanul, estaba cuadrando sus registros, cuando escucha que le hablan casi a la oreja:
– ¿Qué estas pensando como tranzar?
– Como le haces al cuento, esa cifra ya checó.
– ¿Buscas cómo robarme?
– ¡No, claro que nó! No lo sentí llegar. ¿Por dónde entró?
– Entro y salgo por donde me dá la gana. ¿Qué, tengo que avisarte?
– Desde luego que no, Gran Jefe. (En ese momento entra Ponchito a la bóveda y reprende al Tanul).
– Te he repetido varias veces, que al Gran Jefe se le habla solo por mi conducto. Que no te lo repita. ¿Entendiste?
– Si Ponchito.
– Don Alfonso para todos ustedes. (Popol Vuh se aleja con el ceño fruncido).
– ¿Qué pasó cuando quedaron solos?
– Revisó que la puerta blindada estuviera bien cerrada, apagó el sistema de comunicación, esto duró como cinco o seis minutos.
Me repitió la oferta de los terrenos de mis padres y el pago de la cosecha si mataba a Popol Vuh, acepté y de inmediato conectó de nuevo el sistema de intercomunicación. Un momento después se escuchó la voz del jefe gritando:
– ¡Alfonso! Mientras les mienta la madre a los ingenieros, me quedé incomunicado, el culpable que lo tiren al cenote. Ven a mi oficina de inmediato.
– Enseguida. (Al oído le murmura al Tanul “Este es el momento, espera mi llamado”).
– Sigue… sigue,
– Se tardó cerca de una hora, nunca supe exactamente qué pasó, me llamó el jefe, que fuera a su oficina, no vi a Alfonso, estaba el jefe junto a su escritorio y pegado a la pared una bolsa negra grande cerrada con cinta canela, (se quedó callado).
– ¿Qué más viste?
– En el bote de papeles, vi unos guantes de enfernero embarrados con algo que parecía pintura o sangre una billetera vacía en el suelo y me dijo:
– Llévalo al muelle verde, le dices que se lo entregue al Güido, que él ya sabe lo que tiene que hacer.
– ¿En dónde está Don Alfonso?
– Que yo sepa, solo me puedes hablar por conducto de Don Alfonso.
– Disculpe jefe.
– ¿Algo más?
– Al salir alcancé a escuchar: “Va el Tamul, ya sabes lo que tienes que hacer”.
– ¿Supiste lo que tenían que hacer?
– Sí por desgracia, sacarme del complejo y enviarme a entregar un paquete de 100 kg. de coca a Progreso, en un mirador nos detuvimos y cambiaron el auto, obligándome a seguir solo, como a veinte kilómetros el auto explotó, caí a una ondonada y el carro en la ultima maroma cayó sobre mis piernas, perdí el sentido y no recuerdo más, cuando desperté estaba en un hospital, unos granjeros de Tehuacán que vieron el accidente me ayudaron trayéndome al hospital.
– ¿Cómo le hiciste para llegar al rancho?
– Afortunadamente el accidente lo vieron desde una camioneta del rancho Los Zeferinos, que es de Los Romero, fueron quienes me llevan al hospital y luego aquí. No saben quien soy, solo les he dicho que me dicen Chinto.
– ¿Serías testigo en caso necesario?, desde hoy cuentas con protección policiaca, alimentación, para que les avises a tus protectores. ¿Qué dices, aceptas?
– Bueno… No sé ¡Acepto!, ¿Ya hablaron con el Ponchito?
– Aún no lo encuentran.
Aldo Brunelli, al frente de las operaciones en La Toscana, quien no había simpatizado con Popol Vuh y Carlos, su asistente, y mediante una generosa dádiva consiguió la ruta de regreso a Mérida del capo mexicano. Avisó directamente a la Policia Internacional en New York y por consecuencia al MP Sterling, de inmediato, una vez ratificada la procedencia, se apresuró a planear la captura. Se estableció una red de vigilancia, solicita en todas las rutas posibles, con órdenes de investigar cualquier tipo de nave aérea no comercial, era imposible que se colara alguna nave sin ser detectada; pero Sterlin pensó:
– ¿Si se le ocurre regresar por Japón? No va a servir de nada la red de Asia Pacífico. Mi equipo y yo, vamos a Japón. No fue difícil localizar una nave Boing 747, con el nombre “Kura-Kan”, se estableció su vigilancia por satélite hasta su arribo a Tokio. Al descender pidieron ayuda mecánica y combustible. Un equipo de “mecánicos” se acercaron a la nave y por los cuatro puntos cardinales aparecieron elementos de la policía japonesa y miembros del ejército, al sentirse acorralados, se escuchó que los motores eran nuevamente activados pretendiendo despegar; pero Sterling ordenó el único disparo que se hizo, haciendo blanco el misil en el motor de la izquierda, deteniendo bruscamente el jet “Kura-Kan”. Se rindió la tripulación, bajando uno a uno los miembros de la tripulación, cuando supuestamente descendieron todos Sterling preguntó con voz fuerte:
-¿Quién esrá a cargo?, (Todos guardan silencio, menos un jovencito que estaba derramando dos gruesas lágrimas).
– Escucha tú, llorón ven aquí.
– No me vaya a lastimar. Me secuestraron en Italia, si me han de matar, no lo se, mejor busque arriba, falta el jefe, trae antifaz. (Por su voz delataba su preferencia sexual).
– Me imagino lo que te pasó; pero no temas, aquí estarás a salvo.
– ¡Atención! (Dio la orden por radio), comandante, vuelva a la nave y busquen al jefe, hagan lo necesario, hasta desbaratar el avión si es necesario, ni un solo disparo. ¡Escucharon?
Una hora y media ocupó la gente de la búsqueda; pero fue bien empleada, traían a un individuo con la faz cubierta, estaba sacando espuma por la boca y ordenó:
– De inmediato, llévenlo al hospital, se envenenó, ¡Lo necesito vivo!
Siendo atendido en forma muy eficaz, los médicos japoneces lograron estabilizar al enmascarado, solo que no estaba presente dentro del quirófano el MP Sterling, solo alcanzó a ver que la máscara estaba en la charolilla quirúrgica, una sonrisa triunfal se dibujó en su rostro, exclamando:
– ¡Al fin Popol Vuh, sabré quién eres!
Al filo de las 20 horas de esa noche, pudo ver al recién operado, aún con los efectos de la anestecia, la enfermera que acompañaba a Sterling fue testigo de la exclamación del mencionado agente del MP de New York, mientras el paciente abría los ojos:
– ¡Tú, Popol Vuh! Alfonso Bravo Elias, ¿Entonces de quién era el cadáver que encontramos en New York?
La captura del capo de Mérida obligaba a la policia internacional a solicitar la extradición del sujeto; pero no era posible, porque ellos buscaban a Popol Vuh, y éste es Alfonso Bravo, esto era la versión de Sterling. Quince días duró la situación del coma, el primero en ver al sujeto fue el agente del MP, fue revisado por el médico de guardia autorizando la entrevista:
– ¡Hola Ponchito! ¿Tal vez te tendré que llamar Popol Vuh?
– ¿Qué… te sorprende?
– ¿ ? (Se le nota en el rostro una mezcla de dolor y angustia por saberse detenido).
– ¿Te acuerdas de Carlos, El Tamul?, ¡Claro que si! Está vivo y ya confesó todo, hasta quien fue el muerto que destazaste tu mismo y lo mandaste a abandorar. ¿No sentiste asco o remordimiento?, ¿Te imaginas el resto de tu vida, ahí en un camastro, cuadrapléjico por el resto de tu miserable vida?
– … (Ni un solo movimiento de ojos, solo un extraño brillo en esos ojos que había mantenido cerrados).
– Señores, por favor llévenselo en una ambulancia aérea.
Una vez en manos del juez, el expediente correspondiente, la sentencia sería la pena máxima, que sería aplicada después del juicio. Varios años después, apareció una lápida en el cementerio de Puebla con la siguiente leyenda:
“PONCHITO: LA AMBICIÓN TE ROMPIÓ EL CORAZÓN”
Carlos.
(Rancho Romero)
Jorge Enrique Rodríguez.
26 de octubre de 2015.