En el antiguo sendero de subida al camino norte a los Pirineos, existe una comunidad de ancianos jubilados, italianos y de otros lugares de Europa y un mexicano de nombre Valente, quien fungía como guía o jefe del grupo. Valente logró del gobierno central, les cediera unos terrenos suficientes para que les construyeran cien cabañas dobles, las cuales podían vivir en una y rentar las otras a los excursionistas, de esa manera se podrían ayudar a sus gastos, ya que no todos tenían una pensión adecuada. La comunidad la llamaron: “Los Abuelos”.
La iniciación de la comunidad “Los Abuelos” tuvo sus problemas; pero ustedes juzgarán.
Cuando Valente Garcilaso Rodarte era muy joven, se forjó la idea de realizar un viaje a Italia; solo que su situación económica era precaria, estudiaba con una beca en un internado oficial dependiente del Ejército Nacional, así que el futuro era muy incierto, a pesar de la beca, ya que en ese año la perdería.
Los primeros cuatro años de su vida escolar los pasó en custodia de un familiar que lo cuidaba como a una niñita y agregamos que le dejaron crecer el pelo hasta los hombros, rematándole al hacerle caireles, que en esa época era propio de las niñas. Aumentaremos que es de tez blanca, ojos color almendra, barba partida y una sonrisa angelical, como corolario vivió entre mujeres, seis años, llegando al internado a los diez años, (sin caireles); de ademanes adecuados al círculo social en el que vivía, fue víctima de “bullying” (Aun no se conocía esta palabra). Esto duro hasta cuando cumplió once años. Brevemente voy a narrar el acontecimiento:
Era un viernes en la noche, estaban en la ropería cambiándose de uniforme, había en ese lugar unos veinte niños y dos encargados. Al entregar la ropa sucia se quedaban solo en calzoncillo, entregaban la ropa sucia y recibían la limpia, en ese momento un compañero le mete la mano por dentro de la prenda y le toca el trasero desnudo echándose a correr y burlándose a carcajadas. Valente recibió la ropa limpia y se vistió, por su rostro rodaban dos lágrimas de coraje; en ese momento llega el agresor, riéndose nuevamente diciéndole:
– Me tuve que lavar las manos porque me olían a…
No acaba de decir esto cuando recibe un puñetazo de Valente, enseguida se le fue encima y golpe derecho, golpe izquierdo, lo levanta del suelo solo para seguirlo golpeando, ya tenía roto un labio, escupía sangre, le faltaban ya dos dientes, con un nuevo puñetazo le sierra el otro ojo…
– Ya párale lo vas a matar, (Intervino el Profr. de Educación física, Pompilio Arteaga).
Valente, después de que lo detienen, las mangas de la camisola, la camiseta, la cara, el pantalón, parece que salía de un matadero, no lloraba, solo jadeaba como bestia de rapiña hambrienta. Al niño lastimado lo llevaron a un hospital, tenía una costilla rota, reportado como atropellado, a Valente lo encerraron en el almacén de muebles inútiles y a trabajar en la panadería.
Después de este desplante de cansancio por el mal trato de sus compañeros, ninguno de ellos lo volvió a molestar, algunos maestros le felicitaron por haber despertado de su aparente debilidad.
El profesor Arteaga lo invitó a formar parte del equipo de box escolar. En pocas palabras, resultó campeón en la zona 1, Ciudad de México, dándole derecho a participar en la competencia nacional, con record de 24 nocauts y tres decisiones. Llegó a la pelea final, fue en Hermosillo contra el campeón de la Zona Norte, un niñote que le sacaba diez centímetros de estatura y más ancho de hombros; pero de la misma edad, aguantaron cuatro round, en el cuarto episodio, Valente lo tiró a la lona dos veces; pero en el quinto, Valente recibió un derechazo en plena mandíbula y cayó.
– 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10; ¡Fuera!
Valente despertó en la enfermería diez minutos después. Esa noche invitaron a cenar a los dos muchachos en el “Restaurante Internacional”; les presentaron a Lola Beltrán y a Juan Gabriel, que formaban parte del espectáculo. Según el médico del Internado, Valente usó un collarín durante un mes para prevenir cualquier detalle por un extraño dolor en las cervicales.
Debido a los sueños de grandeza que le inculcaron, Valente era un adolescente muy vanidoso, cuerpo esbelto por el deporte, ancho de hombros por el box y piernas muy fuertes, para su edad, también había jugado futbol hasta la segunda división, ojos color almendra, cabello castaño claro; por todo esto, no cabía en sí mismo. “Bocatti di Cardenale” para varias adolescentes, situación que él aprovecharía.
Volvamos a los fantasmas, en la Vocacional 3 del I. P. N. de Ciencias Administrativas conoció a una chica, que cursaba la carrera de contador público, para abreviar se hicieron novios. Fue un noviazgo más o menos corto, él era muy irregular en sus asistencias, estaba trabajando, su situación económica no era satisfactoria y ella se mudó de casa a Ciudad Satélite. Con el tiempo Valente supo que trabajaba en una compañía de seguros, la busco muchas veces, nunca dio con ella, lo que supo fue que su hermano Reyes, era catedrático del UNAM, en Ciencias Matemáticas; pero tampoco lo localizó. María Teresa fue su amor de estudiante. Valente no se tituló.
El siguiente fantasma fue en su vida profesional, por su hambre de triunfos y auto preparación, se bebía los textos profesionales sobre finanzas y administración de empresas.
Existió un día que se había quedado sin trabajo, un vecino que vivía en la misma cuadra, y por las pláticas que había tenido, sobre impuestos y Seguro Social, le ofreció un empleo como Sub-Contador de su empresa, era una empresa transnacional llamada “Imperial Chemical International, Corp.” Se manejaban productos químicos y alimentos para aves, cerdos y ganado en pie. De inmediato le cayó un enemigo gratuito, el contador, su jefe inmediato, era un homosexual que presumía vestir a la última moda inglesa. Siempre imperó la ley del más fuerte, aunque existía una gran diferencia de conocimientos y siempre termina con la razón a favor de Valente. Su jefe Sergio García era titulado en la Universidad de Toluca. Valente fue ascendido al nivel de Sergio García, para tener contacto directo con la Dirección General, esto agrandó el odio de García contra Valente. En cualquier momento llegarían los nombramientos de la Matriz en EE. UU. García andaba propagando que a él le llegaría el ascenso a alguna dirección, que le había avisado un amigo suyo que trabaja en la matriz.
En esos días, llegó una joven morena, pelo obscuro, no negro, lacio hasta abajo de la cintura de 1.55 mts. de estatura más o menos, de cuerpo, no sabemos; vestía pantalón ancho, sweater de manga larga y playera de cuello redondo, todo de color negro, tenía cara de catedrática; pero de rasgos suaves, me entendiste? Valente me enredó.
Valente describió con los ojos brillantes y la voz entrecortada:
– Mi corazón dio un gran vuelco, fue instantáneo, penetró hasta la médula de mis huesos, el corazón me latía como cascos de corcel desbocado, fue indescriptible.
El día siguiente a primera hora hábil fue llamado a la Dirección General, al llegar ahí estaba la chica de nuevo ingreso y su jefe Jack Sanders, Director de Zona México, quien al llegar Valente Ríos, Mr. Sanders inicia la conversación:
– Sr. Ríos respecto al proyecto de mejoras continuas, el cual se envió directo a nuestra oficina matriz en Therre Haute, ha sido aprobado, sin hacer la más mínima observación. Menciona que necesita un segundo brazo para llevar a cabo el desempeño de la implantación del sistema. Tengo el placer de presentarle a la Lic. Clarissa López Cándido, actualmente estudiante de Filosofía y Letras, y le acompañará a las juntas de trabajo en la planta matriz.
– Srita López le presento al Sr. Valente Garcilozo Ríos, será su jefe inmediato. Espero que ambos se adapten al nuevo sistema.
Ambas personas se dan la mano y sin decir una sola palabra, clavan la mirada en los ojos del otro, un apretón de manos continuo sin moverse, solo se veían intensamente, les sudaban las manos a los dos; pero no se soltaban hasta que el Sr. Jack Sanders dijo:
– Ya, ya jóvenes, solo les recomiendo no mezclar cosas personales con el trabajo. (Pensando: “Es contra el reglamento de trabajo; pero no los puedo dejar ir”).
Con una cándida sonrisa y secándose las manos con su pañuelo, caminando hacia las oficinas asignadas. El primer día de trabajo, paso solo en comentarios sobre lo que se pretende con la implantación de un sistema desconocido para muchos, se pretende eliminar duplicidad de labores y eliminar los grandes vacíos ocasionados en las ausencias prolongadas por los períodos de vacaciones. Valente ya tenía probado el sistema, dos años se había ausentado por vacaciones, (Con permiso de su jefe) y los departamentos que eran relativos a sus ocupaciones, ni cuenta se daban de su ausencia, auxiliado por una secretaria bien preparada para el sistema.
Paso a paso el sistema iba tomando forma. Clarissa resulto muy hábil en construir un esquema de la situación del negocio, así fue más fácil localizar las debilidades y los múltiples puntos que se duplican y no fue extraño encontrar hasta acciones triples.
Es una labor titánica, entrevistarse con doscientas cincuenta empleados, de casi todos los niveles excepto mandos medios y gerenciales, para ellos, se preparaba un proceso diferente.
Este proceso se llevó a cabo en casi doce meses. Se estableció por áreas, los puntos de duplicidad se eliminaron, siendo lógico que varios puestos quedaran disminuidos y sobrantes de personal. No se despidió a nadie, solo se reubicaron. Hubo cuatro renuncias, además se les detectó una serie de gastos no autorizados repartiéndose entre ellos, renunciaron por su voluntad, no hubo presión alguna.
Llegaron a tener 12 auxiliares capturistas, quienes se encargaron de armar los instructivos para que Clarissa y Valente instruyeran a los empleados. Estos últimos ya pensaban como iniciarían sus pláticas y en qué lugar, las oficinas no tenían auditorio.
La convivencia diaria en las oficinas, en las horas de salir a tomar sus alimentos, les hizo sentir una amistad muy estrecha, cosa que Clarissa manejaba a la perfección; pero Valente no, él se había enamorado de ella, ya veremos hasta qué punto. Todo el mundo apostaría a que ya eran novios; pero también reflejaban un gran respeto.
Llegó la fecha del compromiso de entregar sus resultados y ambos se presentaron ante el Sr. Sanders con el oficio de entrega y cumplimiento del compromiso. El señor director se mostró eufórico y les comunicó lo siguiente:
– Magnífico muchachos, están demostrando que son capaces de manejar el proyecto de expansión en el extranjero, siendo ganadores del Grupo Directivo de la Empresa para operar en Italia. ¿Qué les parece? (Sorprendidos y emocionados contestan al unísono).
– ¿Qué…?
– Valente, ¿Tu qué dices?
– Claro que acepto. (Voltea ansioso a ver a Clarissa).
– Y tú Clarissa ¿Qué dices?
– Mr. Sanders, agradezco infinito el ofrecimiento; pero no puedo aceptar, en dos semanas me caso y me voy a vivir a New York y mi futuro esposo trabaja en Manhattan.
Valente visiblemente palidece, sus manos tiemblan, tímidamente baja la vista y dos lágrimas ruedan sobre sus mejillas, con la mano en la bolsa izquierda del pantalón apretaba un pequeño paquetito conteniendo un hermoso anillo con diamante solitario que le daría a Clarissa a la hora de la comida, le iba a pedir que fuera su esposa. Sanders le desea lo mejor:
– Qué seas muy feliz Clari.
Voltea Valente, de soslayo la mira con los ojos empapados en lágrimas y en silencio repite:
– ¡Adiós amor, hasta nunca!
Jorge Enrique Rodríguez.
15 de junio de 2015.