Todo parecido con la realidad o personajes, es pura coincidencia.

Muy complicado resulta el tránsito citadino hacia el sur de la Ciudad de México rumbo al sur del Distrito Federal, justo al llegar a la altura del Poliforum Siqueiros, en el No. 753, en el primero y segundo pisos, se encuentran operando las oficinas de una fábrica de alimentos para aves, cerdos y ganado vacuno, denominada “Global Foods Mexicana”, S. A. de C. V. Cierto día del mes de marzo de 1980 a las 08:10 horas, que era la hora de tolerancia para no registrar un retardo, sin embargo no habían llegado todos los empleados; en el área de máquinas de contabilidad estaban platicando Sergio García, presumiendo el traje nuevo que estaba estrenando, color verde pistache, cuello Napoleón, camisa amarillo canario y corbata color de rosa con bolitas negras. “Todo un figurín”, dicho por el mismo. Ya habían llegado Clarita López y el mensajero.

Se escuchó la voz grave de Don John Archer, con tono serio y adecuado a su posición, “Buenos días, señores, ¿Qué tal? ¿Empezamos ya?

– Clarita por favor que suba el señor Galarza con los estados financieros del mes pasado, y comuníqueme con el gerente del banco, gracias Clarita.

De inmediato Clarita se comunicó a la sub-dirección, marcó el número de extensión y…

– Señor Galarza, quiere Mister Archer que subas, te espera con los estados financieros del mes pasado.

– Gracias, Clarita, enseguida subo, ya me están entregando las carpetas. ¿Ya estás lista para la junta de auditoría con los americanos?, te voy a necesitar.

– Sí, antes de pasar a la sala de juntas, pasas a mi cubículo. Tengo un recado de mis papás para ti.

Antes de cinco minutos, el señor Jorge Galarza, quien tenía fama de vestir muy bien lucía una combinación de pantalón recto color azul cobalto, y saco gris claro de dos botones a cuadros pequeños de dos hilos, azul y guinda: camisa blanca impecablemente planchada y la indumentaria quedaba completa con una corbata del color igual al pantalón y calcetines del mismo azul cobalto; unos zapatos de marca y perfectamente limpios y brillantes. Se presentó frente al escritorio de Clarita López, quien le dijo de inmediato:

– Toma, te lo manda mi papá. Entregándole un sobre conteniendo varios documentos.

– ¿Qué es? Te invito a comer y platicamos, para ver qué es esto.

– Te espero en el estacionamiento. No tardes.

– Puntual ahí estaré. Mi reina.

Clarita sonrojándose, le indicó con la mano, que podía pasar, toco con los nudillos y giró el picaporte y sin esperar respuesta entró al despacho del señor director.

– Buenos días Mister Archer.

– ¿Me trajo lo que le pedí?

– Sí señor, también los anexos, y los análisis, el proyecto de pagos y las ventas, ahí también le presento el estado de pérdidas y ganancias. Como ve, la utilidad neta es la más alta de este ejercicio. Todo listo para la junta del consejo de accionistas.

– ¡Galarza!, ¿Usted quiere que me liquiden, no? Todo lo hizo usted.

– Claro que no, nunca lo he pensado, solo le falta firmarlo, ya tiene mi firma de revisión.

– Avisa en tu casa que vas a la convención conmigo, tú vas a presentar los estados financieros, prepara el discurso que voy a leer, te vas a llevar una sorpresa.

– ¿Dónde va a realizarse?

– En New York, ¿Tienes tu pasaporte en regla?

– Saliendo de su oficina se lo entrego a Mina para que lo envíe a la embajada, en dos días salimos en el avión de la empresa, ¿OK?

– Como siempre, estoy listo desde ayer.

– Escucha Jorge, ¿Tienes esmoquin? Cómprate uno.

– ¿Me autoriza la factura?

– Sí, cuenta con ello. Haces un vale por US$10,000.00, y al regreso hacemos cuentas.

Jorge Galarza salió del despacho con paso apresurado, y solo le hizo un giño y una sonrisa tímida y esperanzada en una respuesta a Clarita, quien correspondió igualmente.

Sergio García, estaba en el despacho de Mina Cobián siguiendo una conversación muy tendenciosa.

– Fíjate Mina, me contaron que vieron ayer salir del Teatro Insurgentes a Galarza con Clarita, ¿Tú no sabes si andan de romance?

– Sí, son novios, y parece que piensan casarse.

– ¡Ay! qué lástima, tan chulo que está Jorge, Clara no lo merece.

– ¿Qué pretendes Sergio? Ni creas que Don Jorge se fije en ti; tiene su sexualidad bien definida, te lo digo yo.

– ¡Mina! ¿Qué me quieres decir?

– ¿Te acuerdas de la última comida en el restaurante Arroyo? Piénsale.

– ¡Ay manita!

En ese momento pasaba Jorge Galarza, asomándose medio cuerpo al interior y les dice:

– ¿No tienen nada que hacer? Mina baje a mi despacho si es tan amable.

Entrando Mina al despacho del señor Galarza le entrega el pasaporte y la visa diciéndole:

– De favor, envíe mis documentos a la embajada; que la entreguen a la señora Thompson, ella ya tiene instrucciones de lo que debe hacerse. Por favor, pídale a Clara López la documentación para la expedición de su pasaporte. Ah, que la escenita con el señor García, que no se repita, gracias. Si me hace el favor al pasar por ventas, diga a la señora Inés que venga con sus resultados del mes; nuevamente gracias.

Del conmutador comunicaron al señor Galarza con la señora Thompson, indicándole ésta, que sus documentos estarían de inmediato, ya que ella misma haría el trámite y se los devolvería con el mismo mensajero; aprovechó la comunicación para hacerle la invitación, que entregaría el mensajero a la cena de fin de año, que se efectuaría el 22 de diciembre que se llevaría a cabo en la mansión “Global Foods International”, situada en Tepoztlán, Morelos; la invitación incluye una habitación doble en el Hotel Villa Vejar en Cuernavaca.

En ese momento, tocaron tímidamente la puerta de entrada y entraba la señora Inés con una carpeta de cartoncillo común y unas hojas de trabajo mal acomodadas, dando una pésima impresión, además de venir masticando algún alimento. Haga el favor de sentarse.

El señor Galarza, evidentemente molesto, le pide a la señora Torres el análisis de las ventas, ella con torpeza, deja media torta que traía en la mano izquierda, sobre la silla que estaba junto a ella, empezó a buscar entre los papeles que tenía sobre las piernas. Don Jorge molesto ya, toma el teléfono y dice a quién toma la llamada: – Mina, ¿Qué los empleados no tienen el reglamento interior de trabajo? Creo que no por lo que estoy viendo. – Haga un reporte a la señora Inés y me lo trae para firmarlo y turnarlo a la dirección. Gracias.

– Señora Torres, hágame el favor de salir, y no vuelva aquí hasta que termine de comer y de ordenar sus papeles. Mándeme a su asistente; pero ya.

Don Jorge, el “Don” era por su jerarquía; pero era muy joven; terminó de firmar algunos cheques y documentos y a través del interfono dio la siguiente orden: Señorita Rossy, puede pasar a recoger los documentos; se escuchó un ágil y enfático “gracias”. Por el mismo aparato marcó un número de extensión y solo dijo: “En cinco minutos estoy en el auto mi vida”. Exactamente estuvieron ambos abordando un auto modelo del año, color azul metálico, con asientos forrados de piel en color gris plata. Al subir al auto Clarita saludó con un beso en la mejilla, el cual fue delicadamente correspondido. Clarita, le doy permiso que llegue una hora más tarde.

– ¿A dónde quiere que la lleve a comer?

– No sé, tú eres el que sabe de lugares.

– Bien, vamos al “Marcelino pan y vino” tiene mesas en la terrazas y las tienen llenas de flores; tiene cúpula de cristal, te va a gustar.

– Tú eres el guía.

Ya en camino Clarita le dice a Jorge:

– ¿Estás seguro de lo que me ofreces? No quisiera que algún día resulte con que te has arrepentido”.

– Mira Clarita, desde el momento en que llegaste a esta empresa, con tu atuendo de “rebeldona” y tus ideales de acuerdo a la forma de pensar de los universitarios, fue un golpe directo a mis sentidos, y me dije; “Jorge, ésta es la persona con que vas a pasar el resto de tu vida”.

En ese momento descendían del auto en el estacionamiento de la mansión convertida en restaurante. El “valet parking” solícito y recibió las llaves, presto estacionó éste en un lugar adecuado. Una vez instalados en la mesa, el capitán de meseros, de inmediato se acercó y les saludó muy ceremonioso, con este saludo:

– “Bienvenidos señores a ésta su casa, ¿Desean un aperitivo?”

– Si por favor, dos copas de “Don Perignon, la ocasión lo amerita.

Iniciando la comida con un espagueti a la boloñesa, fue Clarita la que abordó el motivo de la reunión.

– Jorge, es necesario que razones mi situación, toma en cuenta que vas a ser el padre de un niño que no es tuyo y que yo misma no conozco al sujeto, como si fuera poco, es resultado de una violación cuando asaltaron a mis papás”.

– Mira preciosa, tú sabes perfectamente que tú eres el motivo de mis esfuerzos y que te he amado desde el momento mismo que entraste al despacho de Mister Archer, y que seré el mejor padre para ese bebé que ya considero mío”.

Dos gruesas lágrimas, tan cristalinas que semejaban dos diamantes líquidos resbalaban por las mejillas de ese cutis tan terso, tan maravilloso de Clarita. Después de unos minutos de silencio mientras compartían sus viandas, Clarita rompiendo los momentos de abstracción le dice a Jorge:

– “Mi papá quiere verte para preguntarte lo mismo, yo te recuerdo que no te sientas obligado a nada, solo te pido que le respondas con la mayor claridad que puedas tener en ti, si no aceptas, yo lo entenderé y no te reprocharé nada”.

El resto de la comida transcurría en un ambiente más que agradable, maravilloso. Jorge cortésmente se levanta y con el pretexto de lavarse las manos, se ausenta unos momentos; pero sucede que se entrevista con un grupo de guitarristas, introduce la mano a su cartera y les da un billete y regresa a su mesa con Clarita. No han pasado cinco minutos cuando se acercan los músicos y de inmediato inician la serenata solo dos canciones: “Amor Eterno” y “Querida Esposa”. Al terminar, Jorge solo pregunta:

– “¿Esto satisface tus dudas?”

 Solo se escucha una palabra ahogada entre lágrimas reprimidas:

– “Gracias Jorge, te amo tanto”.

Llegaron a la oficina justo a la hora que Clarita tenía que checar su entrada, ya se habían despedido, quedando de verse en la casa de Clarita y sus papás, a las 8 de la noche.

En la hora de la comida, se reunían varios de los empleados a tomar sus alimentos, en una pequeña fonda, muy limpia y donde la dueña guisa muy sabroso, ahí se escuchaba la siguiente conversación:

– Galarza y Clarita se ven muy seguido ¿No se habrán comido la torta? Decía Sergio.

– ¿Qué, estás celoso? Preguntó Mina Cobián.

– No seas menso, que no supiste que asaltaron a Clarita, la violaron y quedó embarazada. Don Jorge siempre la ha querido y ahora le ofreció su apellido y reconocer al bebé.

– Es un ángel, ¡Ay! Otro que se me va.

– Si me las hubiera pedido, yo se las daba, sin compromiso; pero nunca me peló, intervino Elenita Pallares.

Al entrar en su oficina, Mina Cobián sorprendió al mensajero Mario Rico guardando apresuradamente “algo” en el bolsillo interno de su chamarra, como dicen “con las manos en la masa”; al preguntarle qué significaba esa acción, no le quedó otro camino que decir la verdad, que había tomado un sobre de la nómina de los que no cobran en su tiempo, remarcó, que era sólo un sobre. Como es natural no se lo creyó nadie y en seguridad lo pasaron a la báscula y en su maletín de trabajo llevaba en total once sobres, más el que traía en la mano eran doce, con casi veinticinco mil pesos, después de la investigación, lo dieron de baja, sin liquidación, se hizo la denuncia a las autoridades, a las veinticuatro horas, retiraron la demanda, solo se pretendía que fuese registrado.

A las veinte horas en punto, se presentaba Don Jorge Galarza, con un enorme ramo de botones de rosas rojas; eran 24 docenas de la citada flor, en el domicilio de los señores López, padres de Clarita López.

– Buenas noches Don Cesar, señora López, a sus pies. Solicito su anuencia para visitar a la señorita López.

– Pase Don Jorge, qué puntualidad. Lo esperábamos.

– ¡Señorita López, con razón de repente la claridad del sol fue más brillante, si sus ojos lo iluminan todo! Deme la dicha de que me reciba este humilde ramo de rosas, que palidecen al estar usted cerca de ellas.

– No se hubiera molestado, son hermosas, y adivinó porque la rosa roja es mi flor preferida.

– Me siento agradecido por haberle dado una pequeña satisfacción.

– Señora López, sírvase recibir esta orquídea; la reina de la belleza entre las flores de la creación.

Después del protocolo de la visita y el agradecimiento por la recepción, pasaron a la sala y se sentaron los señores López, Clarita y por último, Jorge. Don Jorge, a nosotros; mi esposa y yo, nos gusta ser concretos en los asuntos delicados y como ya sabe usted lo acontecido, quiero invitarlo a meditar lo dicho con anterioridad. – ¿Está dispuesto a tomar a su custodia a un bebé que no es suyo?

– Estoy en la mejor disposición de aceptar los acontecimientos, tal como son. Si usted no tiene inconveniente, le pido formalmente la mano de Clarita para hacerla mi esposa. Para manifestar mi gusto y felicidad, Clarita, ¿Me aceptas como tu esposo? Aquí tienes mi compromiso, hazme el favor de extender tu mano y dejes que te coloque este añillo.

– ¡Qué hermosura!

– ¿Verdad que vas a dar tu consentimiento?

Todo estaba listo para que Don Jorge y Mister Archer salieran a New York, a la junta de accionistas. La carpeta de Don Jorge Galarza está abierta sobre el escritorio con los documentos en perfecto orden, el pasaporte con la visa, el boleto de avión, la ficha de depósito para sus gastos de viaje y un recadito manuscrito, mostrando una escritura muy delicada y que expresaba: “Te cuidas mucho, mi amor” y la firmaba ”Clara”. El vuelo se efectuó sin novedades, con suma tranquilidad, en el recinto de la aduana, Jorge aprovechó para comunicarse con Clarita por medio de su “videocámara”.

Dos días después, Clarita fue interrogada por Elenita, la de cobranzas:

– Clarita, ¿Es verdad que tú y Jorge son novios?

– Mira Elena, si tienes alguna pregunta sobre ese asunto, ¿Por qué no le preguntas al mismo señor Galarza?

– Escucha Clara, no te esponjes, la del chisme es Nina, ya sabes cómo es de chismosa.

– Para nadie es un secreto lo acontecido el día que asaltaron la casa de mis papás, Don Jorge y yo ya éramos novios, solo que lo teníamos en secreto hasta que hablara él con mis papás y hace dos noches que pidió mi mano y aceptó ser el papá de mi criaturita.

– Ojalá y no se arrepienta, ¡Se dan casos!

– Debería contestarte como mereces; pero se respetar a mis compañeros.

Diciendo lo anterior, Clarita, dio una disculpa por retirarse de la mesa del grupo. Quedando todos en sepulcral silencio.

– Te taparon la lengua viperina, dándote una lección de educación y cortesía.

Mientras tanto, en New York, en el salón de plenos de la transnacional, se escuchaba un gran aplauso, acababan de mencionar el nombre del nuevo “Principal” de la corporación en la sede de Manhattan, U. S. A. Nada menos que a la central México, primer latino que alcanzaba ese puesto y ahora, nada menos que a un mexicano, Jorge Galarza, de la sucursal México. Después del nombramiento hecho en el pleno de la asamblea, nuestro protagonista se comunicó por videoconferencia con Clara López a la Ciudad de México, para darle la noticia, que está implícita de un cambio de residencia a la ciudad de New York.

– ¿Clarita, estás dispuesta a vivir en Manhattan? Después de la boda claro está.

– Sí, mi amor, hoy mismo se los digo a mis papás, se van a poner muy felices.

– Mañana te confirmo en qué vuelo nos regresamos. Platica con “mis suegros” y vean la fecha de la boda. Por mí sería hoy mismo. Besos.

– Hasta pronto mi amor.

Ese mismo día, Nina Rossy, la asistente del señor Galarza comentaba con el grupo:

– Nombraron presidente regional al mismísimo Galarza y le van a dar una casa en Manhattan y va a pagar en dólares.

– ¿Para qué lloras Elenita? Era visto que no era para “nosotras” dijo Sergio, el delicadito.

– Tenía tantas buenas “ondas” conmigo, que pensé que de un momento a otro se me iba a declarar.

– Recuerden que se conocen desde hace muchos años, y era más que lógico que sucediera así.

– Yo creo que el del embarazo es él, dice Héctor.

– ¡Qué mal te ves de chismoso! ¿No que son muy cuates?

– Jorge Galarza es un tranza, ha robado mucho a la empresa.

– ¿Mira quién dice? ¿Por qué te citaron en el ministerio público?

Al regreso de la hora de comida, estaban en la recepción, un policía uniformado y un hombre vestido de civil, con un portafolio en la mano izquierda. Buenas tardes, dijo el hombre del portafolio, soy su abogado, dirigiéndose al señor Rico: Me contrató el señor Galarza, desgraciadamente no pude suspender la detención, me pasaron su asunto hace menos de una hora; en la celda plantearemos su defensa. El policía uniformado, una vez identificado como Mario Rico, le presenta al abogado la orden de aprensión y sin resistencia se llevaron a Mario Rico, acusado de abuso de confianza y especulación con fondos de la empresa. Nina de inmediato avisó a su jefe, aún en New York, recibiendo instrucciones precisas. Por la misma vía, Jorge se comunica con Clara López y le dice que haga una reservación en el restaurante que más le guste, porque va ser una cena de fiesta, le avisó que estaba invitado el señor Archer y su esposa; recomendándole que le avise a éste cuando tenga confirmada la reservación, sin que olvidara a sus papás. Haciéndole la recomendación, que le pida a José Luis, el chofer de la empresa que vaya a recogerlos, dándole el número de vuelo, línea aérea y la hora de llegada. Antes de cerrar la comunicación le dio este mensaje: “Prepárate para una sorpresa”.

Indiciado el señor Rico, en su celda, comentaba cuál era su versión de los hechos; sin otra razón, le dijo al abogado que había tomado los pagos de las ventas en efectivo que se realizaban en el almacén. Según él, pensaba que como no había registro ni factura, que nunca se darían cuenta. Le fijaron una fianza de $100,000.00 o cinco años de prisión. A estas alturas, Clarita López, había establecido contacto con la afianzadora Morton, una fianza por esa suma, logrando el abogado la libertad bajo fianza de Mario Rico, a cambio de presentar su renuncia inmediata.

A las veinte horas en punto, subían por la escalera principal, Clarita López, elegantemente vestida, con un modelo de la colección “Giordano” de Paris, color gris perla, que con las luces artificiales del lugar, la hacían lucir como una réplica de alguna de las “Diosas Griegas”, un peinado tan hermosamente sencillo que se antojaba como una bella muñeca, y para terminar el cromo viviente que se presentaba, un par de aretes con una sola perla cada uno, cuyo brillo se escondía en la vergüenza, por la belleza de quien los portaba. Los señores López iban detrás de Clarita unos tres o cuatro escalones, como si dijeran: “Estamos orgullosos de ella”. Al llegar al último escalón de la escalinata, fue recibida por el capitán de meseros, quien le dijo: “Bienvenida al Veranda Palace, la esperan madame”. Solo faltaban dos minutos para las veinte horas, y Jorge Galarza ya estaba esperando en la puerta del salón Luna Nueva reservado para este evento, se saludaron con un beso en la mejilla y una mirada tan tierna que daba envidia. Hacía ya cinco minutos que llegaron juntos el señor Joseph Archer y su esposa, además mister Fred Robinson y esposa; y nuestro protagonista Jorge Galarza. Llegando solo, Clarita lo esperaba del brazo del señor López; llegó con ella y después del saludo, la guio hasta una silla reservada para ella, junto a la de Jorge, no sin antes haber acompañado a la señora López y a su esposo, cerca de Clarita. De inmediato se pidió al capitán, que sirvieran una copa de champaña y al terminar las presentaciones, brindarán por la noticia que se daría. Jorge se dirigió a sus acompañantes sin levantar su copa: Estimados amigos: Señores Archer, Mister And Miss Robinson, señor y señora López y tu Clarita; agradezco el hecho que me aceptaran en este momento, y como ven soy quien no tiene como acompañante algún representante de mis mayores; bien, el caso es que tuve la desgracia de perder a mis padres, cuando yo tenía cuatro años y a los doce la sentida defunción de mi último antecesor murió cuando yo cumplía 25 años, pero no por eso quiero tirarme al suelo y llorar, no.

Saben ustedes como me he desarrollado profesionalmente, he sido un hombre de palabra y por todo eso quiero fincar un futuro en compañía del verdadero amor de mi vida; señores López, (levantando su copa). ¿Me conceden en el altísimo honor la mano de su hija Clarita? Antes de cualquier respuesta, los señores Archer y Robinson aplaudieron, los señores López, ambos con lágrimas en los ojos; él, se levanta y va al encuentro de Jorge, ¿Estás seguro del problema? Conozco la historia y ese niño llevará mi apellido, ustedes digan que sí y lo demás corre por mi cuenta. Desde luego, si Clarita acepta. Acto seguido entrega a Clarita un anillo que ella misma califico como una joya incomparable. Mañana voy a su casa para ultimar detalles, ¿Si?

Al día siguiente, en la oficina era la comidilla del día el asunto. ¿Cómo se enteraron? Fácil, muy fácil: Sergio, contador de la empresa era quien manejaba los gastos de los directores, y cuando llegó a su poder la factura, era lógico que “éste hombrecito”, olvidándose de la ética profesional, divulgó el costo del anillo.

– Qué barbaridad decía Sergio, el contador, yo con ese dinero, pago mi casa y me olvido de la hipoteca.

– ¿Te das cuenta, manis? Le decía a Nina, y de ahí corrió por toda la oficina.

– Bueno; pero a ti qué te importa; no seas metiche, dejarás de ser “marica”, si Don Jorge investiga, te va a llevar ya sabes quién.

Dando en el reloj de pared en casa de señores López, se presentó Jorge Galarza acompañado de un botones con carrito de mano cargando un gran ramo de rosas, en el centro rosas rojas, circundadas por rosas color salmón y como base de esa pirámide floral, bellísimas rosas blancas, complementando el presente, un florero de cristal cortado con el nombre de Clarita.

El botones dejó las rosas en la mesita de centro, después de los saludos a los señores López y Clarita, desde luego la señorita López agradeció el obsequio con un candoroso beso en la mejilla y con sus bellos ojos húmedos y la voz por quebrarse, agradecida invitó a nuestro protagonista a pasar y tomar asiento. La conversación la inició la señora López, preguntándole sobre su viaje a New York, y por sus planes a futuro:

– Precisamente de eso quiero hablar con ustedes y Clarita, me dieron el nombramiento de director general del área este y golfo de la empresa y me dan treinta días para presentarme en el edificio central. Desearía irme ya casado con Clarita, si ustedes lo permiten. “Tú, Clarita ¿Que dices?

– Te amo con todo el alma.

– Señores López, ¿Me conceden la mano de su preciosa hija?

– Si mi hija lo ama, y ya lo expresó, (pasándole el brazo sobre la espalda de su esposa) Estamos totalmente de acuerdo.

– Gracias, no se arrepentirán, se lo prometo.

Una vez acordado el matrimonio se realizará el día 30 de noviembre, debiendo salir a New York el día 2 de diciembre. Solo les quedan 10 días hábiles. Esos días fueron vertiginosos para ambos, Clarita se encargó de las invitaciones y el banquete, solo para veinticinco cubiertos, y su vestido. Jorge, con el ejército de ayudantes, se encargó de los papeles legales para la boda civil, y los trámites de la boda religiosa, que llevará a efecto en la capilla interna del recinto salesiano, en Coacalco de Berriozábal, Estado de México. Unos minutos antes de la hora de la ceremonia, se escuchó el paso de un equino sobre el empedrado frente a la entrada a las capillas del recinto mencionado antes. Era una robusta yegua blanca, con un lunar dorado en la crin que la hacía lucir como una diadema de oro.

Al descender de la calandria, la novia fue recibida por su padre el señor López, quien la acompañó subiendo la escalinata hasta la entrada de la capilla, ahí la recibió el sacerdote celebrante, iniciando la entrada hasta el pie del presbiterio, escuchando el órgano y los coros entonando la marcha nupcial. La ceremonia se llevó a cabo y todos los participantes se veían felices y uno que otro con el ceño fruncido. ¿Quiénes? Los compañeros de Clarita, Sergio celoso, decía que quería con su jefe, Inés Torres, enojada con Don Jorge, Alicia Santos y los comentarios en general, eran: “Que suerte la de Clara, estando embarazada encontró un arriesgado que la reciba con paquete”.

La ceremonia se desarrolló muy lucida y un compañero de estudios de Don Jorge, cantó el “Ave María”, tiene una voz maravillosa y no es cantante, es gerente del “Latin Global Bank”. Su nombre Juan Antonio Ruiz Rosas, fue uno de los padrinos. El banquete de bodas se efectuó en el mismo salón Media Luna del restaurante “Veranda Place”. El banquete se desarrolló en forma muy agradable y socialmente cubierto por la prensa, se sabía que ya se había corrido la noticia del nombramiento y se convirtió en una especie de despedida del mundo social y financiero de su círculo. Al día siguiente partían para New York, en un mini jet propiedad de la empresa “Global”.

El vuelo resultó placentero, lleno de buenos deseos de uno para el otro y promesas de convivencia. La cena fue servida acompañada de finos licores, el plato fuerte era filete de robalo a la holandesa bañado con aderezo de brócoli. Arribaron al aeropuerto sin novedad alguna, los esperaban para trasladarlos a su nueva casa en la Isla de Manhattan. La empresa “Global International” colocó personal de servicio suficiente para atender al matrimonio recién llegado, ese fin de semana se dedicaron a recorrer algunas tiendas para que la bella señora Galarza en compañía de la señora Rosa, que sería su dama de compañía, junto con un chofer, una cocinera excelente y dos jóvenes más formaban el grupo de ayuda.

Mister Robinson, quien ya conocimos, fue quien recibió a Jorge Galarza en la sala de consejo de la empresa, se encontraban en el lugar los principales ejecutivos y mandos medios para conocer y ponerse a sus órdenes al nuevo director general. Después de la presentación por medio del mister Robinson, fue recibido por cada uno de los ejecutivos y se ponían a sus órdenes para seguir adelante con los planes que fueran presentados.

Un año después, en el mismo salón, Mister Galarza entregaba sus estados de resultados del ejercicio anterior, siendo ampliamente felicitado por los resultados obtenidos, ya que fueron muy por arriba de los presupuestos programados. Las utilidades obtenidas fueron las más altas en los últimos diez años. La celebración de la cena de fin de año, se llevaría a efecto en el restaurante “PER SE”. 

Reunidos en el restaurante había doscientos invitados entre personalidades del mundo de las finanzas, de la Embajada de México y de Estados Unidos con residencia en New York, después del ofrecimiento del convivio y agradecimiento por la asistencia, en nombre de la empresa, se entregaron reconocimientos a diversas personas de las sucursales en los Estados Unidos. Como punto final, se escuchó a quien dirigía la reunión: “Se suplica a la señora Clara Galarza, haga el favor de acompañar a su esposo, el señor Jorge Galarza a éste estrado, por favor. Del brazo de su esposo la señora Galarza con vestido negro elegantísimo, lucía una gargantilla doble de diminutos diamantes de un corte magnífico, haciendo juego con un par de aretes de las mismas piedras, formando un pequeño círculo de unos dos centímetros de diámetro, en la muñeca portaba una pulsera del mismo estilo y corte. Como marco a una obra de arte el peinado de ondas anchas que le llegaban a los hombros, resumiendo, era la imagen de una diosa griega.

Don Jorge lucía un esmoquin blanco impecablemente cortado de uno de los mejores sastres de la ciudad. Fue una noche inolvidable, tanto para él como ejecutivo, como para la familia Galarza, Clarita y Celeste, quien ya había sido bautizada al amparo de la religión católica que profesaban sus padres.

La vida les sonreía según el tiempo pasaba, Don Jorge, escaló puestos de relevancia en los negocio. Celeste Galarza se graduó y se dedicó a obtener una cátedra, pues su anhelo era la docencia. Don Jorge ya jubilado, se dedicó a escribir libros para el desempeño de actividades empresariales y a dar cursos de capacitación a los aspirantes a ejecutivos de “Global Foods International”

Jorge Enrique Rodríguez.

14 de febrero de 2010.

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