Poco tiempo después de cumplir los treinta y un años, ya casi para casarme, se determinó por mis jefes que al haber ascendido de puesto debería conocer personalmente a los clientes, ya que la cartera de ellos era muy selecta y representados por directores y gerentes de zona. Se me otorgó el acta con el nombramiento de sub-director general, me asignan tarjetas de crédito además de una cantidad en efectivo para gastos, sin comprobación. Lo confieso, me deslumbraron, pero no resolví de inmediato, me tardé casi diez días; hasta que me tocaron el coco: “Resuelva o buscamos a otro en su lugar; pero usted tendría que renunciar”. De inmediato contesté que sí; después escucharon mis motivos del retraso y comprendieron mi situación. Al fin, lo había alcanzado, ahora lo importante es poder con el paquete y sostenerme ahí, ¡Claro que podré!

Al llegar directamente al área de finanzas, los primeros pasos fueron recibir el nombramiento notarial; posteriormente acudir a los bancos para registrar mi firma con categoría “B”, debería funcionar a lado de la firma “A” de mi jefe inmediato, el director del área. El primer asunto, por cierto muy importante, además había sido abandonado al olvido en los archivos, fue tramitar la adjudicación de unos terrenos industriales en Tijuana, eran más de cinco mil metros, adquiridos en pago de pasivos a nuestro favor. Fue necesario hacer el viaje y dedicarse a resolver el asunto; me costó cinco días de arduo trabajo de investigación, ya que no teníamos contactos en esa ciudad, abogado, ministerio público, notaría y la “velocidad” de trabajo de los burócratas, fueros necesario dos semana de caluroso trabajo; pero quedaron escriturados los terrenos a nombre de la empresa.

Regresé directo a mi oficina, aún con la maleta en el auto, me encontré con una pila de trabajo, sueldos y cuentas por pagar al día siguiente; pago de proveedores y algunos más. Les di prioridad a las nóminas, para poder ordenar y mandar pedir que se ensobretaran los pagos. Solo se hizo chequeos selectivos y todos resultaron correctos menos uno, que la suma de datos daba $2,100.00 y el total decía: $3,100.00, lo separé para investigar el caso. Le asigné al jefe de contadores, que me investigue ese error, en total confidencialidad.

Eran justo veinticinco pagos por hacer, revisar pedidos, cotizaciones, orden de compra y la factura y la entrada al almacén o firma de destinatario del bien facturado, desde luego no era revisión matemática, todo esa labor de contabilidad yo solo visualizar los documentos para firmar el cheque.

Los primeros meses me dediqué a conocer a los jefes de departamento y subordinados, preguntando la forma en que realizaban su trabajo, fui haciendo anotaciones de las bondades y carencias de cada procedimiento. No pude evitar a los enemigos gratis, porque empezaron a correr la voz de que haría corredero de personal. Primero fue objeto de obstrucción de varios de los gerentes y me citó el director del área México. Lo convencí de que alcanzaríamos un óptimo avance sin despedir gente, asunto que aceptó y prometió que hablaría con los jefes de área, cosa que nunca hizo y el problema creció, hasta que me citaron de la dirección internacional, situada en Terre Haute, Indiana, USA; una vez tramitado pasaporte y boletos, vuelo a Terra Haute, Indiana, USA.

– ¡Caramba! Qué lujo de oficinas, ¿Podré llegar algún día a trabajar aquí? Esto último lo expresé en voz alta.

– Todo depende de ti. (Escuché en perfecto español).

– Excuse me Mr.…

– Brown, John Brown

– Antonio Montebello, de México.

– ¿Eres tú el que anda alborotando a la gente?

– No señor Brown, solo trato de revisar los procedimientos y en su caso renovarlo y establecer un departamento de mejoras continuas.

– ¿Mejoras continuas?

– Usted ha oído sobre la “Teoría Zero” de las normas de calidad, ¿Verdad?

– Sí, si claro (¡!).

– El asunto que empecé a checar algunos procedimientos encontrando diversas desigualdades en algunos proceso.

Tardo más de veinte minutos en detallarle al doctor Brown cual es la idea del proceso y al tocar el punto del personal, le dice:

– En este momento yo investigo que tiempo ocupa para esto, en fin varias preguntas y al surgir la corrección de inmediato piensas en el despido, como usted ve, no se trata de eso sino de mejorar el tiempo del procedimiento.

– Me parece bien, por ahora te toca convencer al director Jack Demsey, y te advierto Tony, es duro como escudo de gladiador.

Después de casi una hora, al fin escuche mi nombre:

– Mister Anthony Montebello, from división México.

– Yes, I´m; presenté los documentos que me entregaron en México para mi identificación; entre ellos iba una carta en la cual se bosquejaba el motivo de mi cita y la defensa que yo presentaba. El primero en hablar fue mister Demsey.

– Señor Antonio Montebello, bienvenido a la antesala del infierno, así llaman en su división México a este edificio de control. ¿No es así? (En perfecto español).

– Se menciona que usted anda inquietando al personal con la versión que los va a despedir si no hacen las cosas como usted lo quiere. Lo que estoy proponiendo a los empleados es que me hagan una lista de “como hacen su trabajo” incluyendo el tiempo ocupado en su desempeño, la idea no es quitarles el trabajo, sino eficiensarlo; en ningún momento se les dice que serán despedidos, sino en todo caso reubicados, en caso de que en su departamento así lo requiera. El objetivo de todo este movimiento es hacer manuales de operación, perfectamente bien estructurados; por ejemplo, si un empleado se enferma o se va de vacaciones, el que lo substituye, no hace las cosas igual que él y se corre el riesgo de traspapelar documentación; con el manual de operación, el que se queda, trabajará igual sin más asesoría que del departamento de mejoras continuas; sin embargo si al trabajador no le gusta el orden, creo que sale sobrando. ¿Usted qué opina? (No esperé respuesta).

La descripción completa me tomó casi cuatro horas, terminé diciendo:

– Señores, (Habla Montebello) como ustedes pueden apreciar, se trata de conseguir que la operación de la empresa sea puesta en la vía de la perfección, con lo cual se otorgará una certificación a nivel mundial, como “Empresa Certificada” y será buscada como proveedor mundial, y por consecuencia mayores ventas, más dividendos, el costo es mínimo comparado contra los resultados, los empleados tendríamos mayores utilidades. ¿Cómo lo ven ustedes?

Al terminar, sentí un frío sepulcral, sin comentaros, sin preguntas, solo un rumor bajo y sordo, no sabía si no entendieron nada, o son brutos que no saben ni de que les hablé. Recordé que en esa empresa, eran muy sometidos al gran jefe y hasta se reían de sus chistes, hasta que el señor Demsey se paró y me dijo:

– Me pareció muy bueno: pero le faltan detalles, de inmediato se dejaron oír aplausos de todos ¡Que serviles!

– Le doy tres meses para que me presente el manual completo.

– Señor Demsey, 6 meses por favor.

– Es la primera vez que me discuten una orden, dije tres meses. El día 1 de marzo; en la “Convención Interamericana”.

El vuelo de prueba fue un éxito; me gradué de Piloto. 

Jorge Enrique Rodríguez.

4 de noviembre de 2011.

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