Siempre andas conmigo, ¿Por qué ahora que te busco te escondes? Vuelvo el rostro queriendo verte y no estas, no huyas, ¿Qué, estoy loco? Tal vez por buscar lo imposible.

No me alarma tu habilidad de alargar tu figura, ni me alarmas cuando te encoges, o dime ¿Qué escondes que no me dejas verte? ¿Acaso es alguno de mis temores?

¿Cómo te voy a ver? ¿Yo ciego? No, de ninguna manera, no juegues conmigo, tú estás cubriendo mí vista por eso te digo:

– Déjame en paz y quita tú manto de negrura.

– No seas necio, tú estás ciego y tu mal no tiene remedio.

– Pero mi fe, ¿No vale? Misericordia Señor, dame tu perdón y aumenta mi fe.

Jorge Enrique Rodríguez.

11 de marzo de 2013.

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